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CUENTO / abril-junio 2020 / No. 85-86
Indicaciones para la prueba de COVID-19
(en su versión emocional)


Tome un hisopo del tamaño de su alegría, insértelo cuidadosamente en el fondo de su alma. Sea franco, hurgue un poco, aunque resulte incómodo o doloroso. Saque el hisopo y observe si cambió de color, perciba el aroma, luego expóngalo durante tres días al eco de sus recuerdos y revise nuevamente. ¿Observa alguna reacción? Si su alegría tiene un tono opaco y ha adquirido un olor putrefacto, si nota que en el hisopo han nacido hongos que le generan dificultad para convivir con la gente, si las bacterias hacen que le importe menos el futuro, si le irrita el ruido, el silencio, si una náusea intacta le recorre el alma y lo incita a rechazar el mundo, es un hecho: la COVID-19 ha penetrado en su ser.

No se alarme, lo peor que puede suceder es que usted muera. De no ser así, se repondrá en unos días. Se recomienda mantener distancia, incluso de sí mismo, con el fin de no empeorar su estado al encontrarse con fantasmas internos que, aprovechando su condición, le susurren al oído una letanía de las cosas que le han salido mal últimamente y le canten con voces de ultratumba unas dos o tres derrotas. Evite ser violento para no dañarse más o dañar a los que pudieran encontrarse cerca de usted. No coma en exceso, especialmente saque de su dieta el desánimo y el infortunio, que parecerán manjares a sus ojos durante este tiempo. Haga ejercicio, inhale, exhale.

Si logra sobrevivir al aislamiento, es probable que mejore en pocos días y entonces podrá lucir nuevamente su amor y sus esperanzas más ridículas por las calles, cantará canciones a todo pulmón sin que le importe lo que digan los demás, dará con sentido esos abrazos que parecen triviales y besará las mejillas que antes sólo chocó contra la suya por compromiso, estrechará las manos vecinas y podrá decir que es uno de los pocos casos estudiados de COVID-19 emocional y que ha salido venturoso de esta batalla.


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Ana E. Gómora (Ciudad de México, 1986). Licenciada en Psicología, obtuvo el premio de la Fundación ESRU en 2016.