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CUENTO / octubre-noviembre 2021 / No. 95

Dermatitis



Tengo en el rostro una naturaleza muerta. La descubrí casi por error, mientras me lavaba los dientes, confundiéndola con el retorno de una dermatitis salvaje que custodió mi cara durante la preparatoria. Recuerdo con dolor y franqueza la originalidad de los apodos. El movimiento agresivo de las manos con el índice en línea recta. Pero, sobre todo, traigo a la memoria (y la piel nunca olvida) una cantidad bochornosa de cirugías faciales.

Y el semblante nuevo frente al espejo, el rostro de alguien: un pariente lejano, un desconocido que se entrometió por accidente al flash de una fotografía vieja.

Con el paso de los años le permití crecer acostumbrándome a su intervención. Primero circundó mi pómulo derecho y se fue propagando, tímidamente, hacia la comisura de mis labios. Oculta quedó la cicatriz de la reconstrucción, bajo la enredadera de una vid frondosa y entre la barba incierta.

Al inicio la traté como quien se cura la gripe. Tomaba una vez al día una píldora para contrarrestar los efectos de su crecimiento inoportuno. Dos litros de agua, un poco de sol. Y el sueño inevitable, profundo. Sin embargo, más que desaparecer la escena parecía enervarse.

Opté por las cremas, los rayos ultravioleta, nada. Desfilé como en la adolescencia, por los hospitales dermatológicos más costosos de esta ciudad, para después, casi al abismo de la pobreza, aceptar lo evidente.

Desde la curvatura de la barbilla se pronunciaron las primeras manzanas verdes en un estado casi de descomposición; yuxtapuestas ante lo que parecía ser, visto con lupa, un bodegón de Cézanne.

La indócil margarita de mi hombro derecho, eternizada en sí misma, me devolvió la noción del tiempo.

No me opuse al proceso filantrópico. Poco a poco perdí la dignidad (nunca la tuve) entre sandías marchitas y la ilusión de la primavera. Ahora descanso, para siempre, tras la vitrina de los días. En un museo frío, desnudo ante la mirada de extraños: soy un Picasso.





Joaquín Filio (Mérida, Yucatán, 1991). Escribe cuentos. Cursó estudios de Literatura Latinoamericana por la Universidad Autónoma de Yucatán. Escribe la columna “Invenciones de bolsillo” del periódico Novedades Yucatán. Fue mención honorífica del Concurso Nacional de Cuento Beatriz Espejo en su edición 2016. Textos suyos aparecen en páginas digitales como Tierra AdentroPunto en Línea y Marabunta. Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Yucatán en la categoría de cuento. Es autor del libro Mediocre (Acequia Casa Editorial, 2019) y Escafandra (Acequia Casa Editorial, 2020).