CARECES DE MANADA. Porque al volver los labios a la luz del pecho toda rutina se torna insoportable, incisivo suplicio de ortigas engullidas. Siglos sin número, arcos sin iris. Expósito de amor tente inconcluso. Sueñas –intento persuadirte– apenas cae la plata sobre tus ojos de ciego. Caverna en llamas tu lecho propicio a la calumnia. De ganas de morir te has vuelto humo, cobijo de naguales, fruto del polvo agrio y virulento que esparce el calendario. Siempre culmina la mañana: no hay día siguiente. Aunque nadie advierte este domingo dislocado, se incrusta en la calma del estertor, en carne de la carne. Si todo es estertor, no hay precipicio. –mentira al fin no pretendías reservarte otros misterios. Adagio para las cuerdas de Barber |
La creación es el gran mimo (...) Para el hombre absurdo no se trata de explicar y resolver, sino de sentir y describir. Todo comienza con la indiferencia clarividente (...) La obra de arte nace del renunciamiento de la inteligencia a razonar lo concreto (...) encarna, pues, un drama intelectual (...) La expresión comienza donde el pensamiento acaba. Esos adolescentes de ojos vacíos que pueblan templos y museos tienen su filosofía reducida a gesto (...) Incapaz de sublimar lo real, el pensamiento se limita a imitarlo (...) Los hombres más desprendidos acaban a veces por aceptar la ilusión. Albert Camus Que con bastante gran pompa han crucificado por las buenas a dos mujeres creo André Breton
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Creíase que me había mandado perchar un manto de corderos abrevando en el agua bendita de los astros por el lago devorados Más grata que la iniciación de asumirse practicante en imaginerías era la asunción de una época de las quimeras de los asfódelos verdosos Las asociaciones macabras sirviéndose de la inmensidad del trueno o también pomposo el cofrade escogido por el lirio No el zahorí con la toca por los suelos saciado de adoradores sino la delicadeza siempre al punto cuando el mediodía de la madrugada ya revienta Oh sambenito de mis flagelaciones desgañitadas sandalias cerco de Cartago pesebre para beber las palabras trémulas enema para mis vísceras corazón de los indefensos Ignoro por qué me habéis dejado solo en este Adiósmundocruel de los Laberintos y de las Bibliotecas Aunque el prófugo de la justicia se burle de nuestro culto en aras de apedrear los veteranos preceptos Es la poiésis enervante tomando a la razón por asalto despiadada saqueadora posándose triunfante en la mismísima ágora de la aldea del pensamiento El vagabundo con sus agujeros en el atuendo el paisa sorteando las ráfagas de metralla al cruzar la muralla Entre todos el adalid y maestre de los Filibusteros el sabotaje de los espejos Bendito relapso do las abjuraciones Es el amor el Niño Dios do mis lamentos el vértigo de los pétalos el carboncillo calcinando las máscaras Los guardianes del sarcófago del Rey Pacal enhebrando a sus andrajosas presas en el traqueteo de las marchas forzadas Judas el traidor lanzándose bribonamente desde la tercera cuerda sin capa ni espada Los arrecifes entrándole al quite a la MadreSelva O ya las musas liberándonos del celestial légamo ¡Asestemos el golpe de los contrabandistas! En el altar sacrílego de la gastronomía tasajos tendidos de canes descuartizados ¡sacrificio impío de los taqueros! El amigo de lo ajeno emprendiendo la huida si bien sus secuaces moran en las residencias oficiales ¿Cuándo habrá sido acuñado el principio de la dualidad? Me era preciso establecer mis consecuencias cuanto antes Las frases tejidas por una refinada depravación hubiesen cundido de abrirse una brecha en cualquier tramo de la noche Toda una tribu de alucinados llorando las privaciones del nuevo día El sol tostando las espaldas de los tres Reyes Magos Mi atención raptada repentinamente por el aullido del saraguato o acaso sea el caer acompasado del arroyuelo Se hubiesen abandonado los amantes terribles a todo esto un poco más habrían decorado sus estancias con harapos descompuestos de cualquier modo ni sus sobrias vejaciones hubiesen continuado pirograbándose Como en la piel rancia de los occisos el estupor la conmiseración el aturdimiento los motines Los anuarios olvidados en el estante de las baratijas y de las antigüedades La ornamentación llevada de la mano por el tintineo de la contemplación Piero della Francesca eres grande Catalina de Médici Había comenzado a ser poco propicio efectuar el ‘absurdo’ ritual de lo difuso y viceversa Para ir armando vínculos se fueron llevando a cabo velaciones en adoratorios sepulcrales expiando ofrendas a los manes de Unnoséqué atormentado Luego seguía yo seguía recordando la narcótica melodía el néctar de la avellana la sanación de los enfermos lo soterrado de los augurios las perlas de la Virgen observando las liturgias con sus baños de sangre La pila de los sacros bautismos con sus brasas arrolladoras su excomunión de los Rebeldes y con su feudo donde claudica el Príncipe de las tinieblas Jerusalén eras perversa Gomorra con las ojivas incrustadas al torso Los susurros en las iglesias me parecían exquisitos diabólicos los estampados circuncisos de las paredes Los susurros rijosos de la tormenta Hechicería y Decadencia ambas arrastradas por los fulgores Erótica la pagoda traída entre todas las evocaciones Más que las órdenes mendicantes el devocionario de los Beguinos y el de los Hugonotes Me arrojaría sin más a los brazos de cualquier pordiosera hubieran sido aquellas tardes una suerte de romance calibrado en medio del invierno ruinoso Como acceder a un estado de gracia en el centro de la gruta Ahí estaban las caricias en clave donde los campos magnéticos de la mente resbalan tras la vil escarcha de una reminiscencia perfumada El paisaje mistérico de la vida las almas sin sexo entregadas a la lascivia Todo decorado luciferino me ofuscaba y trastornaba Saturado delirante de mi invernáculo concluí por repudiar esos aposentos púrpuras casi sepias Durante un luengo tramo había sido el depositario de la alcoba un Fantasma descomunal Se hubo pues gestado un manicomio en pos de Recitalespoéticos monacal cual diestra mampostería La elegancia so corrupta las miradas codificadas Ahora he venido viviendo apenas por las parroquias descascadas yago en mi lecho a través del sueño de un Obispo Asciendo a la gloria del sintetizador cual Mara'akame electrónico Vuelvo al único beso a la carcajada fantástica de los duendecillos nocturnos
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Alberto Romandía Peñaflor (Zapopan, 1978) estudió idiomas en diversos institutos (ICMNJ, Proulex, Ciel, entre otros), artes audiovisuales en el CAAV (1998-2000), y filosofía en la U de G y la Eberhard-Karls Universität, Tubinga, Alemania (2000-6); realizó una estancia de investigación antropológica en la UDLAP (2006-7); desarrolla proyectos de labor social en comunidades mayas y huicholas; escribe ensayo, poesía y traducciones, así como artículos como periodista independiente, para algunos diarios y revistas. |