Zapotlán
Se llamaba Zapotlán el Grande, pero le cambiaron el nombre a Ciudad Guzmán en honor a un tal Gordiano. Dicen que el hombre fue un héroe, aunque si les preguntan a los del pueblo, ninguno sabe qué hizo de bueno ese cabrón. A mí Gordiano me cae muy mal nomás de oír su nombre. La ciudad debería llamarse, mejor, Orozco el Grande, o Arreola el Grande; en todo caso, preferiría que lo llamaran Betito el Chico, nomás para hacer justicia y mostrar la verdadera altura de don Alberto Cárdenas
El Corralito
De corral no tiene nada; ahí los puercos son libres y saludadores. Mi primo Hernán dice que sonríen. Yo nunca les pongo cuidado, más que cuando están hechos chicharrones. En El Corralito matan diez puercos cada mes, los destazan, los curan, los destripan y pican sus trompitas hasta ponerles forma de botana. La botana se come con las manos, nunca con palillos.
Hay una salsita muy rica y picosita que se prepara en el lugar; es de chile habanero, medio güero, sancochado de varios días; si lo pruebas a la brava, te dan ganas de cagar, y bastan tres o cuatro gotitas para que la carnita del puerco se ponga buena. El Corralito también tiene gallos y gallinas y, como en todos lados, se la pasan pise y pise, y uno coge y coge piedras y tira pata para molestarlos. Muy temprano canta el gallo, por eso yo lo quiero matar con mi cuchillo de 18 centímetros. El Corralito tiene también un río, un bello río rodeado de altos y olorosos pinos. Hay saltamontes y luciérnagas, coyotes y lechuzas. Algunas veces pienso que es mi verdadera tierra.
Real de Catorce
De Real no tengo ninguna descripción satisfactoria. Unos coinciden con que una cascada de aguas cristalinas refresca la mitad de ese desierto. No lo sé. Tampoco vi leones ni jirafas, pero Marianita sí; se trepó a una jirafa de cuello largo y besó la boca de un león; después anduvo trotando por el mundo con un tipo jorobado al que le decían Camello. Real de Catorce es un reverendo circo, un zoológico repleto de animales muy parecidos entre sí.
