Régle sommaire et génerale: en amour gardez-vous de la lune et des etoiles, gardez-vous de la Venus de Milo. Charles Baudelaire
CUANDO CHARLES BAUDELAIRE leyó los versos de Villon el viejo habría levantado la mirada, dirigido certeros venablos pupilares a las puertas dulces de la Librairie Nouvelle del igualmente dulce y decadente Boulevard des Italiennes; allí encontraría, sin duda alguna, antimodernos paisajes lunares, litografías de estrellas magníficas y ese mármol de Milo del que invariable se guardaba tanto. Era ella que al modo de un ejército triunfante cruzaba por el vano coronada en guirnaldas: la magnificencia de Jeanne Duval. Sin embargo, Karla, te aseguro que al regresar Baudelaire a su alcoba del Hotel Pimodan magnético por la convulsión de la belleza no sintió por ella ni la centésima parte de lo que hoy estoy sintiendo por ti.
Desde la siniestra imparcialidad con que estoy mirándola... Ramón López Velarde
AMANECÍ LOPEZVELARDEANO enamorado incontinente de mis primas maculando en cada singular atisbo el honor de todas las Fuensantas mis cercanas transeúntes niñas inocentes y mujer cualquiera que delata invariable a cada paso iris pupila y globos oculares de fálica falicidad rampante. Amanecí lopezvelardeano con la faz de mis mujeres sus facciones tatuadas al genital en dulcedumbre. Lopezvelardeano atilaico mánchur en praderas de leves y tempranas flores velardeano Florismarte de todas las Hircanias urbi et orbi con un cierto sutil sabor a sexo que acompaña mis lances mis victorias y blande asimismo algunos de mis más catastróficos versículos.
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