POESÍA / Diciembre 2015-Enero 2016 / No. 59


 
Tres poemas


Jorge Sosa


SERÉ YO
quien entre marchando a la ciudad
arropado por un ejército
de empleados de gasolinera
y cajeras de banco:
mis novios, mis novias y yo.

Los niños
arrojarán botellas llenas de flores
a nuestro paso,
como bombas molotov.

Mis novios, mis novias y yo
fumando marihuana
en los centros comerciales,
cogiendo en las cabinas
de cajeros automáticos,
pintando con plumones negros
las pantallas de los televisores.

Mis novios, mis novias y yo
vamos a explorar
en la cajuela de un auto
frente al palacio de gobierno
del aburrimiento.



HAY PERROS
en la playa a la que llegamos.
Vemos cinco
pero sospecho que hay más,
vigilándonos a escondidas.

Estamos borrachos
y hemos viajado más de diez horas.

Los perros nos lamen
si nos quedamos dormidos,
se toman nuestra cerveza,
se acuestan a la sombra
que proyectan nuestros cuerpos.

El negro intentó robar
nuestros zapatos,
el blanco con manchas café
le pisó la cara a G.

Lo tengo todo en fotografías
pero en ninguna sale el mar.



UNA VALLA PUBLICITARIA PREGUNTA
en mi camino a casa:
¿te gusta ser quien eres?

Como un enfermo mental
que no distingue las letras
de los sonidos,
respondo en voz alta: no.

Cada mañana tengo la oportunidad
de llamarme como quiera.
Sebastián es un nombre que me gusta
y no quiero tener otro hijo.
Yo podría ser mi propio hijo.

Sería tan fácil,
en un arrebato de sinceridad,
admitir que no quiero conservar
el recuerdo de una infancia
en la que creía tener la cabeza muy grande
y el cuerpo demasiado menudo.

De nada me sirve
el rechazo de mujeres
que no me recuerdan,
ni el odio de las que me recuerdan.

Quizá me volvería más ligero
sin los últimos ocho años
de oficina, cuotas
y revisiones policiacas.

No aprendí nada
y no creo que nadie aprenda nada
de cosas tan tristes y triviales.

Tal vez si dejara caer esto
definitivamente hacia el pasado
dentro de una bolsa negra de plástico
la joroba de mi espalda se enderezaría
y mis pies al fin se despegarían del suelo.

Mi vida sería permanecer
tumbado en un césped
bajo la caricia del agua de los aspersores.

Sebastián Sosa, hijo de Jorge Sosa
(el que no jugó para los Bravos de Atlanta),
bajo un puente contando chistes
a cambio de monedas
no se arrepiente de nada.

 


Jorge Sosa (Ciudad de México, 1981). Miembro del colectivo de arte multimedia Los KFGC. Tiene textos publicados en Los noveles, Viento en vela, Palestra, Revista el humo, Cuadrivio y Playboy México. Sus poemas también pueden leerse en su blog: Cine abandonado.

 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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