También esto pasará
Milena Busquets
Anagrama
Barcelona, 2015


 


Todos los días algo muere. El sujeto, los acontecimientos, el instante, los detalles y la vida mueren, uno por uno, cada día. Detenerse para ver el mundo en movimiento es dar cuenta de la fluidez del tiempo. Ver pasar lo que estaba enfrente y que, después, se pierde de vista es la evidencia de la cualidad marcescible del instante. Decir “también esto pasará” es augurar esa muerte cotidiana preparándose para el inminente duelo; es decir que pasan las penas y el dolor, como pasan la euforia y la felicidad.

Este antiguo proverbio, de origen oriental, es recurrente en los saberes del hombre a lo largo de la historia. Se cuentan leyendas de los grandes imperios de Oriente que llevan por moraleja aquel principio básico, mientras que es recurrente en el folclore de diversas religiones y en los principios que las acompañan. Esta frase de sabiduría común para el acto del hombre sobrevive, ahora, en los episodios autobiográficos que Milena Busquets ha disfrazado de novela.

También esto pasará es una carta, una epístola lanzada al aire en el que se sumerge el sufrimiento de Blanca, protagonista de la historia. Ella, quien se presume como el alter ego de la misma Busquets, escribe, como una narración, las historias que se entretejen en un verano en Cadaqués, España. Ésta, como todas las cartas, tiene un destinatario; la madre de Blanca ha fallecido tras meses tormentosos de enfermedad y es a ella a quien se dirigen las palabras hiladas en una conversación de un solo participante.

Blanca habla a su madre como lo habría hecho en su presencia. La narración es la transcripción de las palabras que se podrían escuchar en una conversación casual entre madre e hija pero que, en su ausencia, desgarran el aire por el único medio que le queda, por la muda escritura de un sollozo ahogado. Blanca narra el verano de 2014 que pasa en la provincia de Gerona enredando los hilos de las memorias, los pensamientos y los sucesos que la acompañan desde la muerte de su madre y que, irreconocibles, forman el entresijo de la pena y el duelo de los cuales es víctima.

También esto pasará es, más que un consuelo, una advertencia. Querer decir que tanto el placer como el displacer pasarán es a la vez esperanzarse por un mejor porvenir y resignarse ante el decaimiento de la gloria. Busquets advierte esto en las páginas que presentan los acontecimientos que, en el verano catalán, le suceden a su contraparte. Acompañada de sus dos ex esposos, de sus dos mejores amigas, su amante y sus hijos, Blanca juega en una dinámica que intenta subsanar el vacío que la muerte le ha dejado. Sin embargo, parece querer decirnos que los matrimonios, las amistades, los amoríos y la familia también pasarán. La pasión del amor, la novedad del sexo, la intriga ante la atracción y el deseo carnal, pasan; del mismo modo, la negligencia, el desinterés, la resaca y las divergencias, pasan también. Las amistades se comienzan a diluir en los conflictos y los amantes terminan por desvanecerse en el desapego. El constante fluir del mundo y de sí misma lleva a una Blanca doliente a notar que, así como lo de afuera pasa y se pierde de vista ante sus ojos, ella misma se comienza a transformar, ella misma pasará.

Catorce historias breves narran el proceso de duelo esquivo de Blanca ante la ausencia de la imagen constante de la madre, ante aquello que no se prevé como mortal. La partida de la madre es una ruptura con la vida misma, es la pérdida del origen y del sustento siempre presente. El relato, que comienza en un cementerio, halla su camino a través de carreteras españolas, playas y mar para desembocar, nuevamente, en el mismo camposanto en el cual la protagonista presenciaba el paso trascendental de su madre al mundo de los inmateriales. Un epílogo corona la obra de la barcinonense; en él, Blanca firma una despedida y una postdata para su madre y para sí misma, un cierre de la misiva que acompaña el respiro ahogado en medio del llanto.

Sin embargo, Busquets termina implicando que, con la muerte de su madre, sabe que el proverbio que ha salvado en leyendas a emperadores y reyes es falso. Después de la muerte no se puede vivir ya sin ella. La muerte no pasa porque a la muerte se sobreviven los recuerdos y las memorias que recorren los pensamientos. Hay cosas que no pasarán porque, a pesar de su ausencia, siguen estando presentes. El vaivén de la vida y de la muerte es una constante que advierte un futuro venidero pero que no termina de convencer acerca de lo efímero de la emoción frente a ello. La ausencia nunca termina de pasar pues es herida que se renueva con la evocación del deseo de la presencia.

Decir “también esto pasará” es decir que el dolor y la pena, así como la euforia y la felicidad, pasan, como añade la madre de Blanca. No obstante, parece haber cosas que se mantienen, que se sobreviven y que, como fantasmas, se aferran en su ausencia a la presencia. Algo muere cada día; sin embargo, las risas locas, la rebeldía y las palabras son fantasmagorías de un tiempo que ha sido.

Milena Busquets sumerge en las aguas de Cadaqués a sus lectores apelando a la sensibilidad que su relato, sincero y doliente, presenta. A la vez, presenta un escenario que, de algún modo, resulta afín a todo aquel que no es virgen ante la muerte; el trabajo es empático, sincero y, además, real. También esto pasará es la frase que, en todas las circunstancias posibles, parece funcionar pero que, discretamente, la autora pone en cuestión ante la evidencia de su padecimiento. “También esto pasará” es una narración de lo cotidiano que adquiere nueva significación en el turbio ambiente del duelo y que propone una perspectiva ante la experiencia de la vida y de la muerte, del sexo y del amor, de las amistades y de la familia. La obra de Busquets es vida misma hecha carta, novela, biografía y diario que con particular empeño enfrenta a la memoria y confronta al pesar con la gracia de una escritura que resulta incluso familiar y cercana, que abraza con consuelo. La metamorfosis de sus vivencias llevadas a la literatura es la promesa de una obra que ha de sobrevivir, de un trabajo que, contrario a la frase que lleva por título, no pasará.

 

 


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Diego Vázquez (Ciudad de México, 1994). Estudió Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Formó parte del proyecto de ayudantes académicos, siendo profesor adjunto de la asignatura de Estética. Ha publicado en medios de difusión cultural como el Programa Cultural Tierra Adentro y la revista Revés Online. Actualmente colabora en proyectos de investigación en el área de estética, ética y teoría del arte.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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