NAGARA / junio-septiembre 2016 / No. 62-63
1. Jérôme Sessini. Francia, 1968.


Ciudad Juárez, 2010.


Da vuelta a la izquierda ahí donde hay varios autos abandonados, no los taxis, sino tres fords viejos pero no oxidados. Se sigue derecho unos doscientos metros y se cruza por los llanos. Ahí mete el auto, sólo tenga cuidado y no acelere mucho porque a veces los muchachos quiebran las caguamas y hay vidrios sueltos. Cuando llegue a donde están las pipas gira de nuevo a la izquierda. Ahí verá que comienzan las calles asfaltadas. Se sigue derecho hasta la farmacia, en la esquina gira a la derecha y en la que sigue a la izquierda otra vez. No hay pierde. La ceremonia comienza a mediodía.

Ciudad Juárez, 2009.


Era. Era un hombre. Tenía 36 años. Tenía 36 frecuencias de a.m. aquel Valiant que heredó de su padre. Lo vi con el pelo alborotado y entrecano. Era diciembre y él venía del trabajo. Uno de los vecinos lo había conectado en el supermercado. Lo disfrazaban de santaclós. Uno de esos santaclós flacos, sucios y el aliento sucio. Buen jale: paga a tiempo y comida incluida. Vivía ahí en las Camelias. A unos pasos de la autopista. Fue uno de los primeros en llegar. En una noche levantó una casita de cartón. La primera semana ya tenía varias jaulas con canarios. Al mes ya estaba con su mujer y su suegra. Las dos se levantaban a las cuatro a las maquilas. Eso antes de los levantones. Antes de tanta desaparición de mujeres. Era un hombre y algunos pensaron que se llamaba Juan Ortíz y otros José. José Trigo.



2. Thomas Hoepker. Alemania, 1936.

Nueva York, 2001.



Auden dice: Respecto al sufrimiento los Antiguos Maestros nunca se equivocaron. Estos cinco que tuvieron un paseo en bicicleta le dan la espalda a la mayor tragedia (comercial pagado por los dueños de la industria bélica en U. S.) del siglo XXI. Hablan de sus próximas vacaciones o de lo que almorzarán en un rato. Alguno se lamentará porque la semana anterior perdió su cartera y otro, por un dolor en la zona lumbar. Atrás, ese pequeño Ícaro se derrumba y se ahoga en polvo.


San Francisco El Alto, 1991.

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Amanecían ahí tirados en la grama. Todos bañados de la escarcha. Bolos de bolos. Babeados de guaro y de la comida que habían devuelto. De a tiro gente sin quehacer o que se levantarían con los pantalones y el saco arrugado a presentarse a la obra porque eran albañiles. En el pueblo habían llegado los de la capital a construir un hospital y una escuela. Ahí trabajaban y fondeaban. Los sábados se iban a tomar su aguardiente y a apostar. Los que tienen familia no tendrán para llevar el gasto, así que a empeñar el televisor o vender sus gallinas.



3. Miguel Rio Branco. Brasil, 1946.
 

Salvador de Bahía, 1979.



Solovino. Se quedaba bajo la caldera de la alberca. Aún teníamos el hotel allá en Bahía. Todavía no nacía tu mamá. La caldera la encendíamos sólo los lunes pero ese rincón se mantenían tibio casi el resto de la semana. Estuvo con nosotros unos 15 años. Nadie llevaba la cuenta. Estuvo enfermo de moquillo y sarna y de una temblequera que pensamos se lo llevaría. Cuando el sismo, permaneció nueve días en los escombros; tu tío Eusebio aseguraba que lo escuchaba aullar, nosotros andábamos tan ocupados en recuperar lo que se pudiera y en conseguir comida que pensábamos que era pura imaginación o de plano el puro espíritu del perro.
 

Río de Janeiro, 1994.


Eso de cambiarse la ropa, los zapatos es para otra gente ¿no? Aquí nadie tiene repuesto. Yo cargo esas bolsas y ese carrito pero, ahí lo que no pude dejar en mis casas. Algunos frascos y bolsas llenas de bolsas y papeles. Es que mi difunta esposa coleccionaba revistas. De todo tipo: de peluquería, de mascotas, de coches, de modelos, de artistas. Las leía completas, hasta esas letras pequeñitas donde sale quién escribió qué. Pero bueno estos zapatos los encontré ya hace unos ocho años. Eran finos, ¿no? Es que en algunas colonias hay gente que tira las cosas de una o dos puestas. Tal vez no les gustaron y les daba pena irlos a cambiar a la tienda. Al inicio me costó trabajo porque están un poco grandes, pero llené las puntas con periódico envuelto en tela.



4. Carolyn Drake. Estados Unidos, 1971.
 

Xinjiang Uyghur, 2007.


El cableado lo pusimos entre todos. Los del gobierno nos dieron el material. Nos dieron a cada uno tres kilómetros de cable y los postes los descargaron de los camiones. Los obreros se reían cuando les preguntamos si nos ayudarían. Esa risa finita que no es de burla aunque se parece. Así que nos tardamos unas cuatro semanas. Al principio sólo eran unas cuantas líneas, luego eso parecía un tendedero. Las mujeres solas y las viudas pagaban con sopa o con sábanas. Los enfermos ahí andaban en sus sillas de ruedas improvisadas. Fue una gran fiesta a la era de piedra en pleno siglo XXI.

Karakum, 2009.


Los muros y el piso se llenaron de moho al mes de inaugurar la piscina. Los intendentes usaban litros de cloro que por la tarde se evaporaba y hacía que fuera imposible nadar luego de las tres de la tarde. Buscaron soluciones. Llegaron los de la universidad pero sólo a pasearse, nos dieron unos polvos que sólo sirvieron para mancharnos la piel. Aun así, durante el primer año la piscina estaba llena. A mí lo que me gustaba era estar en medio y ponerme a gritar, el sonido rebotaba en el techo y me aturdía.



Enlaces sugeridos:

1. Jérôme Sessini
https://www.magnumphotos.com/photographer/jerome-sessini/
http://www.jeromesessiniukraine.com/

2. Thomas Hoepker
https://pro.magnumphotos.com/C.aspx?VP3=CMS3&VF=MAGO31_10_VForm&ERID=24KL5351FG

3. Miguel Rio Blanco
https://www.magnumphotos.com/photographer/miguel-rio-branco/
http://www.miguelriobranco.com.br/

4. Carolyn Drake
https://www.magnumphotos.com/photographer/carolyn-drake/
http://carolyndrake.com/


 

Jorge Posada (San Luis Potosí, 1980). Es autor de Costa sin mar (UAM, 2012), Adiós a Croacia (Zindo & Gafuri, 2012) y La belleza son los aeropuertos vacíos (Liliputienses, 2013). Tiene el blog <http://costasinmar.blogspot.com>


 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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