El crepúsculo que siempre se marcha

Algunas veces, la mirada escucha el murmullo
la historia de la noche lóbrega
y se acostumbra a deslizarse en sus curvas
a columpiarse en el celeste
y caminar en la penumbra del alma.

Otras veces, la soledad de mi mano busca tu mano
pero tropieza con mi cuerpo
sin aliento
                     evaporado
por abismos y miradas que llevan al pecado.

Tiniebla,
culpable de tocarte
tu piel maldita evaporando mi sangre
tu olor a tabaco embriagante
el sabor de la sangre que evapora
los susurros perdidos en combinación de tiempo y sonido.

Quiero fumarme los acordes                                                    
fuera hace frío, yo evaporo...
todo se marchita con el roce
galopa
la rosa rejuvenece los espacios frescos del rocío
tus manos cálidas nunca descubrieron los colores carmesí de pecado
mi boca
Cantas: "Al pie del calvario te vi desnuda"
yo no soy de muchos lunares
te susurro mis rincones
y duele tu colmillo clavado en el blanco clavel
no conociste los sueños de mi silueta de gata
estos siseos sin razón
ni entendiste las historias trenzadas al roce de mi cuerpo
que tu aliento no descanse en mis clavículas
devuélveme mis senos
u olvida el carmesí que el bronce esconde
ojalá te envenenes con el sabor de mi silencio
mis rodillas de martillo
el vómito, la mirada
los cantos vehementes
coseré el clavel desgarrado por el roce
fui un cordero
todavía, algunas veces
imagino lamer el hueco entre tu eje
te regalo un clavel amarillo si me vuelves a convertir en cenizas
y desvanezco en el coito y el crepúsculo que siempre se marcha.