Siempre he querido saber del silencio de los otros

                                             verlos
                                  en                            cuadros
                                             caóticos

marchando en pos de sí
en contra del viento, los caminos, lo cotidiano
lo sabía, pero quería verlo
a él, desnudo
con un cuadro amarillo serpenteando por sus glúteos

jamás lo hice
ni ahora que duerme bajo mi almohada, junto a las pesadillas.
Trato de escribir un cuerpo
trato de armarlo, darle forma
              a
s                            o
u                            j
s                            o
                             s

a sus             P        I        E        R        N        A        S 

sus membranas
y principalmente los labios
trato de nombrarlo
inventarle con el sonido de mis bisagras
con la acidez de mi saliva

armar su anatomía
                    si es que una anatomía puede ser armable
o si su cuerpo es vapor que danza
y no se
c         o                  n                  t                  r                  o                  l         a

ya no verlo a distancia
sino enjaulado en mis entrañas
en Mí solamente en Mí

(nada es tan sencillo, nada cuadra en esta dimensión radiante que se niega a formar una estructura)

Allá
a lo lejos
sus ojos me llaman
y acudo a sus brazos como el niño medroso que busca a la madre
para encajar los brazos en una angustia cálida, en un caos sanguíneo.

Trato de mediar mi risa y formar sílabas que entren en sus ojos
esos óvalos donde la tristeza anida, esférica sensación donde la muerte es un amante con piernas fracturadas, donde la muerte es una diosa en medio del magnicidio.
Aventuro mis ansias y navego en el ambiente de partículas para asechar al cuerpo nunca poseído.

Me deshojo, me deshielo en un incendio de estalactitas, un fuego que desaparece todos los átomos, todas las posibilidades.

Habría que mantenerlo así, alimentar cada segundo con carne de mamíferos-semi-extintos-de-animales-semi-extintos-de-hombres-extintos
a ratos
lo tengo, me habita ¿lo habito?
habitamos un cuarto, paredes silenciosas como sus labios
soy una bestia que goza muellemente su silencio
que recorre desde las uñas al glande
de los vellos púbicos a los ojos

Yo tengo que decirle algo
                              a ese cuerpo que se transforma en líquido
decirle que en esta orilla hace falta
hace falta que inunde desborde se mantenga presente
en la podredumbre de mis piernas
que han echado raíces y necesitan fuego para calmar la crudeza de la carne.

Tengo que decirle algo
para eso tengo voz
inventarle que yo tampoco entiendo ninguno de nuestros rituales
las vestimentas de los animales extintos
las palabras de ornamento para decir lo indecible
desnudarme

y así tenerlo junto a mí
no quiero amanecer recordando sus fluidos
la sencillez de su piel-pluma enmohecida
no quiero estar loco de deseo
con las manos amputadas
y la garganta saturada de palabras

alternadamente desecho y vivienda

la mañana llega para incrustarse de sombras
me sonríe el día con sus dientes con caries
las sombras me dan el cobijo que Dios me niega
y sé que tengo que tragarme mi propio cuerpo
tragarme mis propios suspiros
mis propias ansias
mis movimientos
mi gravedad, mi todo.

Si le hubiera dicho algo
si le hubiera convencido de formar imperios a mi lado, al menos, ciudades de aire
no estaría masticando uno a uno mis tejidos
con la esperanza de que alguien
me quite la boca
me quite el deseo.



 


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Adrián Mendieta Moctezuma (Tlaxcala, 1995). Es poeta. Textos de su autoría han aparecido en diversas revistas como Punto de partida, Revista de la Universidad de México, Círculo de Poesía, Periódico de Poesía, Molino de Letras, Liberoamérica, entre otras. Es coautor del libro Leyenda en letra. Relatos de Ixtacuixtla (PACMYC/ITC, 2015) y autor de Nacer del incendio (La Cosa Escrita, 2016). Fue becario del Festival Interfaz-ISSSTE 2015 y, en ese mismo año, del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Tlaxcala. Ha participado en diversos encuentros y lecturas de poesía.


 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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