POESÍA / febrero-marzo 2019 / No. 78
El último canto del cuerpo

*                                                     

me conmovió el mito:
del quetzal su ascenso en el aire.

aquella mañana,
subida en un banco de madera,
tomé tijeras: la llave para abrir el pecho.
era una niña entonces
y no encontré manera de sobrevivir.

*                                                    

I.
examinar las heridas:
su forma, su volumen,
el calor de los puntos injertados en la piel.
salvar al cuerpo del derrumbe
de bajar en caída libre.

permanecer.

II.
nombrar las cicatrices:
identificar color, tamaño.
darles personalidad y recibirlas
como un nuevo inquilino que viene a casa.
mostrarles las reglas del sitio que habitan.

absolver la equivocación, el sabotaje del cuerpo.

III.
poner la carne abierta en una tabla.
superar el miedo a quedarse solo,
al encuentro consigo mismo.

IV.
reconocerse en las paredes de la conciencia
para entregar el hijo que se sabe perdido, para olvidar
como quien es despojado y obsequia
un pedazo de pan al desahuciado.

V.
despegar la masa
de los huesos sus tejidos.

abandonarse
como quien salta al vacío y no sabe,
como quien busca ser desgraciado
y no encuentra manera de estar vivo.

VI.
pasada una abertura, la cicatriz.

VII.
separar el aire de los pulmones y advertir
el arranque de las alas extintas.
vigilar las cicatrices reconocidas,
nombrar los miedos:
                                 todos.

VIII.
después de mí:
el encierro.

*                                                    

cuando observo los lunares de mi cara     
añoro el dulce aroma de las abuelas:
su paso por el tiempo de mi vida,
sus años de cargar hijos y nietos.

(sacrificar el cuerpo por la familia
       llorar a lágrima tendida bajo las sábanas)

hoy, por ejemplo,
miré en el espejo esta cara de ellas,
reconocí un lunar de nacimiento:
mi anunciación del futuro.

la marca de la estirpe
brotó entre mis cejas, se plantó
como la hierba que crece en los humedales
y no se va

está arraigada a las raíces de mi frente.

*                                                    

observo una escena:
los dos nos movemos veinticuatro cuadros por segundo.
tú me miras como si algo estuviera pasando
un acontecimiento importante
un golpe seco sobre la cara
algo trascendental

(pero no hay nada)

la profundidad de campo no permite
que nuestros cuerpos se toquen
seguimos atrapados en el televisor.

*                                                    

veníamos cargando el costal sobre la espalda
una provocación, una búsqueda.
el rostro nos descubría anónimos:
dos personas caminando
sobre el desierto de la nostalgia.

un crack sonó al fondo
entonces los miedos cayeron,
el golpe seco y todos volando,
dando vueltas entre nosotros
provocando la asfixia.

*                                                    

en la base del terror, en la cúspide del aire
localicé el vuelo y al verme, lejana al piso
me detuve.

entonces tomé mi carne:
la hundí sobre los dientes del verdugo.

como el preso que evita la libertad
desarrollé el instinto
y seguí flotando.

*                                                    

dentro de nosotros hay
una respuesta para los recuerdos,
se llama pulsación bajo la piel
se llama regalo
se llama miedo lo que ocupa mi cuerpo
y lo sustituye.



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Frydha Victoria (Tepic, Nayarit, 1993). Estudiante de la licenciatura en Comunicación y Medios de la Universidad Autónoma de Nayarit. Es autora de Ánforas de oporto (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit/CONACULTA, 2013) y Traslúcidos (Fundación Julián Gascón Mercado/Universidad Autónoma de Nayarit, 2015; XXXVIII Premio Estatal Anual de Poesía “Trapichillo”). Ha sido becaria del Festival Interfaz ISSSTE-Cultura “Los signos en rotación” (Guanajuato, 2014) y del 7° Curso de Creación Literaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana (Xalapa, 2015). Obtuvo la residencia de creación literaria “Chacalit” de la Fundación Cultural Chacala en 2018 y, en el mismo año, la Medalla al Mérito Artístico “Jaime Buentello Bazán” otorgada por la Universidad Autónoma de Nayarit.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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