POESÍA / abril-mayo 2019 / No. 79
Soliloquio de los perros



No hubiera podido llegar a medianoche. La memoria y su constancia se asignan sobre mi
          lomo. Húmedo, caigo sobre el periódico de un basurero. Mis pelos son más densos,
          las horas descienden sobre mi pelaje, se yergue. Qué soy si
          ante una caricia ladro, si ante una caricia soy más vulnerable.
No hubiera podido llegar a media noche,
a la hora más alta del relámpago.
Mis latidos son palomas
en búsqueda de un hogar.

                                                             ***

Tuve,
a pesar del desvelo y del hambre
una caricia como único reconocimiento.
                                                             ***

Y a pesar del gentío
fui sombra malgastada de tanto sol en el asfalto.
Mis cuatro patas cruzan las efemérides
de los lunes en las voces infantiles.
Veo izar una bandera desde la reja de una primaria
las manos pequeñas me recuerdan la mansedumbre.

                                                             ***

Me baño en la fuente de una glorieta. Lavo el sereno de la noche anterior mientras intento
          evitar a los demás perros que beben de esta misma fuente.
No sé flotar sobre las avenidas que se estrechan entre tantos coches, no sé diferenciar el
          rojo del semáforo. Sólo espero llegar al otro lado de la calle sin que el claxon
          desgarre mis oídos y mis cuatro patas no tropiecen unas con otras.

                                                             ***

Llevo caricias de mi último dueño en mi pelaje.
La corrupción de las avenidas oxida las llagas de cuando estuve en casa.
Sé que pasará la fascinación de los humanos
cuando miran un perro hambriento en las salidas de los callejones.
Lo sé porque reconozco las despedidas como cansancio acumulado
sobre mi cuerpo.

                                                             ***

Alguien juega en el bullicio del mercado. Mis muslos temblorosos avanzan sobre las bolsas
        repletas de despensa. Pollo recién destazado golpea mi nariz e intento no despertar
        mi hambre. Dirijo mi olfato a la salida. Recibo un golpe de una señora, las
        zanahorias caen por debajo de sus piernas, las olfateo. Me gusta el olor de las
        carnicerías, el hilito de sangre en los picos de los pollos.
Algunas versiones de mí abundan en podredumbre.
Hay escasez de mí. Soy oblicuo, un espectáculo visceral. Parto la conmiseración sobre mi
        lomo de aquellos que me miran.

                                                             ***

Recuerdo los huesos del recalentado, los sobrinos en fin de semana, sus juegos en el patio,
          el dibujo en crayón, la templanza matutina para llevarme a pasear a las siete en
          punto. Los horarios destinados al ocio. 
Recuerdo mi nombre en voz de mi último dueño.
En las calles, todos los nombres han de nombrarme, yo soy quien se despliega. Reconozco
          la desmembración que soporta la ciudad en tanta huella de perro.

                                                             ***

Nadie espera a un hombre que no sostiene su propio peso. Pensé en devorar al niño que
        grita mientras su madre le arroja un zapato escolar a la cabeza. Yo no sé esperar a
        un hombre que no sostiene su propio peso, sin embargo sus manos araron mi pelaje.
        El niño se sostiene en el dorso de un anciano, nadie lo escucha, sólo yo que me
        resguardo en el hambre.

                                                             ***

Una huella sobre el polvo de la ciudad deja su rastro, se convierte en el latido impreciso del
          abandono.


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Argentina Linares (Tierra Colorada, Guerrero. 1994). Estudió Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Guerrero. Ha publicado en El Comentario Semanal, Asalto, Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, y en las revistas electrónicas Carruaje de pájaros, Tercera vía, Taller Ígitur y Monolito. Recibió mención honorífica en el III Premio Estatal de Cuento, Poesía y Ensayo Literario Joven 2014. Fue becaria de verano en la Fundación para las Letras Mexicanas en 2015 y 2016, así como del Festival Cultural Interfaz en 2016.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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