EDITORIAL / junio-julio 2019 / No. 80
Este número de Punto en Línea, dedicado a la literatura emergente de Aguascalientes, rompe con el esquema misceláneo acostumbrado en la publicación y retoma la línea editorial anterior de la revista Punto de partida, con la intención de completar el ciclo dedicado a nuevos autores de la región central de México. Así, esta edición se suma a las muestras de escritores de San Luis Potosí, antologada por David Ortiz Celestino; Querétaro, por Alejandro del Castillo; Guanajuato, reunida por Martín Martínez, y Zacatecas, a cargo de Maritza M. Buendía. En el caso de Aguascalientes, Esteban Castorena y Leo Siqueiros, egresados de la carrera de Letras en la universidad estatal, reúnen un nutrido grupo de narradores y poetas nacidos entre 1984 y 1997, oriundos o avecindados en el estado.
En su texto de presentación, los antólogos hacen referencia a la etiqueta que cuelga en el entorno de estos jóvenes: Aguascalientes es conocida en el medio como “la ciudad de la poesía”, debido no sólo a la propensión a la lírica a lo largo de su historia, sino, sobre todo, a que es el origen del máximo galardón otorgado al género en el país: el hoy Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, que tiene su origen hace más de 80 años en los Juegos Florales de la Feria de San Marcos, y que hace poco más de 50 años se consolidó de manera independiente, gracias a la gestión del poeta y promotor Víctor Sandoval.
Con el ánimo de salir de esta casilla que podría, más que impulsar, constreñir la creación joven en el estado, Castorena y Siqueiros arman, en consecuencia, una muestra plural en cuanto a género literario —cuento y poesía—, motivos, temas y estilos. Sea por una tendencia regional o por las preferencias siempre presentes en una antología, hay en la muestra claros elementos de relación. En narrativa, por ejemplo, lo fantástico transita de distintos modos en la obra de varios de los antologados: en la rítmica mezcla de lo gótico y el lenguaje popular urbano articulada en “Cariño”, de Dahlia Cerda; en el aura sobrenatural de “Zafra”, de Fernando Yacamán; en el humor negro de Omar Tiscareño en “Bajo control”, y a través del horror cósmico —homenaje a Lovecraft, Tolkien y Dunsany— de “El color que vino del mar”, relato de Sergio Martínez Medina. En el caso de los cuentos de corte realista, sus autores abordan historia y personajes por caminos formales distintos: el lenguaje del adolescente que refleja su tensión sexual en “Arlequín”, de José Pérez; o la imbricación de la decadencia del narrador y la de su entorno —la vieja casa familiar— que cuenta Daniel Mosqueda en “Esqueletos”. Carlos Rocha Gutiérrez, en su “Entre murallas”, hace un vertiginoso contrapunto entre una épica infantil “antiverduras” —la lucha entre un niño y sus padres por la domesticación del deseo— y la voz que narra la muerte del padre durante el asedio de Escipión a Numancia. Para cerrar la sección, Jimena Cuevas Paulino da voz a diversas —todas— mujeres asesinadas por hombres, voces de variada edad, procedencia y clase social, en su desgarrador y espléndido relato “Jane Doe”.
En poesía, observamos algunos ejes temáticos compartidos: Patricia Vázquez, Mario Frausto y Moisés Ortega trabajan sobre los roles de género y la relación homosexual. La primera, con fragmentos de su libro Diario de una poeta recién casada, una suerte de posicionamiento contemporáneo sobre la relación de pareja. El segundo aborda igualmente el estereotipo, pero desde la confrontación. En el caso de Ortega, lo hace desde el dolor en el conflicto con el padre. Por otro lado, se observa un cuidado lenguaje cargado de misticismo y referencias clásicas en Adan Brand, Ilse Díaz y Arely Jiménez. María Choza, por su parte, nos regresa al carácter íntimo y cotidiano de los versos en sus tres poemas incluidos.
En cuanto a las artes visuales, incluimos en el dossier el trabajo de dos artistas que en estas obras se presentan formal y temáticamente opuestos: Yoliztli Ramos, con Manos, una serie de fotografías que podríamos describir como retratos por su intención y uso del color; y Enrique López Llamas, quien comparte con nosotros un registro de su pieza Sin título (por un beso), parte de su reciente exposición La ventaja de los hombre planos en PARQUE Galería, en la Ciudad de México.
Completan este número dos notables colaboraciones fuera de dossier: “La fiesta”, pieza dramatúrgica de Berta Soní; y “De todo, menos placer”, crónica en la que Ana María Martínez Gómez y Valeria Martínez Lores dan voz a María Eugenia González para narrar su historia: víctima de violencia y abuso sexual por parte de paramilitares durante la disputa de la zona del Putumayo entre el Frente 48 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Bloque Sur Putumayo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En nuestra tradicional sección de cine, Atalante, Rodrigo Martínez analiza y recomienda dos opera prima de sendos directores. Dos obras que coinciden en el intento de renovar el lenguaje fílmico: Fausto, de Andrea Bussmann, actualmente en cartelera, y Manta ray, de Phuttiphong Aroonpheng, que será exhibida como parte de la programación del 39 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.
Para cerrar este comentario, invitamos a autores y artistas menores de 35 años a acercarse a las redes sociales del proyecto Punto de Partida y participar en las convocatorias abiertas para publicar tanto en esta Punto en Línea como en los distintos números temáticos de la revista Punto de partida.
En su texto de presentación, los antólogos hacen referencia a la etiqueta que cuelga en el entorno de estos jóvenes: Aguascalientes es conocida en el medio como “la ciudad de la poesía”, debido no sólo a la propensión a la lírica a lo largo de su historia, sino, sobre todo, a que es el origen del máximo galardón otorgado al género en el país: el hoy Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, que tiene su origen hace más de 80 años en los Juegos Florales de la Feria de San Marcos, y que hace poco más de 50 años se consolidó de manera independiente, gracias a la gestión del poeta y promotor Víctor Sandoval.
Con el ánimo de salir de esta casilla que podría, más que impulsar, constreñir la creación joven en el estado, Castorena y Siqueiros arman, en consecuencia, una muestra plural en cuanto a género literario —cuento y poesía—, motivos, temas y estilos. Sea por una tendencia regional o por las preferencias siempre presentes en una antología, hay en la muestra claros elementos de relación. En narrativa, por ejemplo, lo fantástico transita de distintos modos en la obra de varios de los antologados: en la rítmica mezcla de lo gótico y el lenguaje popular urbano articulada en “Cariño”, de Dahlia Cerda; en el aura sobrenatural de “Zafra”, de Fernando Yacamán; en el humor negro de Omar Tiscareño en “Bajo control”, y a través del horror cósmico —homenaje a Lovecraft, Tolkien y Dunsany— de “El color que vino del mar”, relato de Sergio Martínez Medina. En el caso de los cuentos de corte realista, sus autores abordan historia y personajes por caminos formales distintos: el lenguaje del adolescente que refleja su tensión sexual en “Arlequín”, de José Pérez; o la imbricación de la decadencia del narrador y la de su entorno —la vieja casa familiar— que cuenta Daniel Mosqueda en “Esqueletos”. Carlos Rocha Gutiérrez, en su “Entre murallas”, hace un vertiginoso contrapunto entre una épica infantil “antiverduras” —la lucha entre un niño y sus padres por la domesticación del deseo— y la voz que narra la muerte del padre durante el asedio de Escipión a Numancia. Para cerrar la sección, Jimena Cuevas Paulino da voz a diversas —todas— mujeres asesinadas por hombres, voces de variada edad, procedencia y clase social, en su desgarrador y espléndido relato “Jane Doe”.
En poesía, observamos algunos ejes temáticos compartidos: Patricia Vázquez, Mario Frausto y Moisés Ortega trabajan sobre los roles de género y la relación homosexual. La primera, con fragmentos de su libro Diario de una poeta recién casada, una suerte de posicionamiento contemporáneo sobre la relación de pareja. El segundo aborda igualmente el estereotipo, pero desde la confrontación. En el caso de Ortega, lo hace desde el dolor en el conflicto con el padre. Por otro lado, se observa un cuidado lenguaje cargado de misticismo y referencias clásicas en Adan Brand, Ilse Díaz y Arely Jiménez. María Choza, por su parte, nos regresa al carácter íntimo y cotidiano de los versos en sus tres poemas incluidos.
En cuanto a las artes visuales, incluimos en el dossier el trabajo de dos artistas que en estas obras se presentan formal y temáticamente opuestos: Yoliztli Ramos, con Manos, una serie de fotografías que podríamos describir como retratos por su intención y uso del color; y Enrique López Llamas, quien comparte con nosotros un registro de su pieza Sin título (por un beso), parte de su reciente exposición La ventaja de los hombre planos en PARQUE Galería, en la Ciudad de México.
Completan este número dos notables colaboraciones fuera de dossier: “La fiesta”, pieza dramatúrgica de Berta Soní; y “De todo, menos placer”, crónica en la que Ana María Martínez Gómez y Valeria Martínez Lores dan voz a María Eugenia González para narrar su historia: víctima de violencia y abuso sexual por parte de paramilitares durante la disputa de la zona del Putumayo entre el Frente 48 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Bloque Sur Putumayo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En nuestra tradicional sección de cine, Atalante, Rodrigo Martínez analiza y recomienda dos opera prima de sendos directores. Dos obras que coinciden en el intento de renovar el lenguaje fílmico: Fausto, de Andrea Bussmann, actualmente en cartelera, y Manta ray, de Phuttiphong Aroonpheng, que será exhibida como parte de la programación del 39 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.
Para cerrar este comentario, invitamos a autores y artistas menores de 35 años a acercarse a las redes sociales del proyecto Punto de Partida y participar en las convocatorias abiertas para publicar tanto en esta Punto en Línea como en los distintos números temáticos de la revista Punto de partida.
Carmina Estrada
