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Jóvenes de entre 15 y 20 años se reúnen habitualmente en la Glorieta de Insurgentes; sus cabellos cubren rostros que pretenden ocultar la tristeza. Los atuendos y el maquillaje no permiten distinguir su sexo; tanto hombres como mujeres delinean sus párpados; el polvo traslúcido funciona para dar contraste a su tez con la oscura vestimenta que usan. Pertenecen a una agrupación denominada emo, apócope de la palabra emoción o emocional.

Las nubes revisten el cielo y producen un ambiente desolado y nostálgico, tal como suelen describirse ellos mismos. Los cráneos estampados en su ropa demuestran su afinidad con la muerte. La dibujan con accesorios que sólo un ser vivo podría portar. Para ellos la vida es muerte y la muerte es vida.

Al llegar a la zona de reunión, hay una gran cantidad de seguidores de esta “moda” —incluso hay quienes afirman que son un nuevo movimiento contracultural— a pesar de que en días anteriores varios medios de comunicación han dado cuenta de atentados en contra de los emos quienes, por varios días, se han manifestado en distintas partes del país en contra de estos ataques. A pesar de ello, su semblante demuestra seguridad y confianza. Siguen realizando sus  actividades: se sientan en alguna parte de la banqueta para dejar pasar el tiempo, conversar sobre música de My Chemical Romance o 30 seconds to Mars.

Su desolación, la agresión hacia sí mismos, y el hecho de ser considerados como una mezcla de los movimientos dark y punk, son los argumentos con los que algunas personas justifican los atentados, aunque  según otras fuentes, el origen de esta discriminación tuvo lugar en el descontento de algunos grupos religiosos sebido a la apariencia presumiblemente homosexual de los emos.

“Aquí no pasa nada”, “Mejor ya vámonos”, “¿Y si decimos que somos punketos?” Entre la multitud, tres jóvenes expresan su molestia al observar un ambiente tranquilo. Parece que desean que todo se torne hostil. La explanada se encuentra tapizada de azul debido a la presencia de policías, más vale prevenir. En el otro extremo, varios reporteros esperan por la nota y miembros de la Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) están a la expectativa de un conflicto que tal vez no suceda. Hasta ahora, no pasa nada.

divide_y_venceras2.jpg En un espacio amplio, un emo hace suertes con una patineta. El obstáculo a vencer es un portafolio. Los teléfonos celulares elevan el volumen de la música y, al aproximarse la noche, el ambiente adquiere movimiento. Los grupos crecen. Los comentarios de posibles ataques comienzan a dispersarse.

“Manda más elementos del lado este. Rodeen la glorieta, por favor”. La cantidad de policías aumenta. Hay nerviosismo en el rostro de varios jóvenes. Personas ajenas al movimiento prefieren retirarse y entran al subterráneo.

“Ahí vienen”, “Es un grupo de darketos”. Una oscura aglomeración se acerca a la glorieta. Sin embargo, desde la entrada y hasta el punto donde se detienen, nadie realiza actos agresivos. Hay policías por toda la zona y reporteros que se mueven rápidamente, y encienden cámaras y micrófonos. La CDHDF también se aproxima para reunirse con los dos grupos que están frente a frente.

Los emos fueron los primeros en acercarse. Los góticos levantan una bandera pacífica improvisada con una playera blanca. “Nosotros venimos a negociar, no a agredir a nadie”. Al escuchar estas palabras, más curiosos y más emos se acercan. Los fotógrafos aprovechan el momento y los micrófonos de TV Azteca se dirigen hacia la vocera del grupo. Ahora es cuando comienza su arenga.

Hemos venido aquí con el único propósito de entablar un diálogo. Debido a los eventos que TV Azteca y Televisa han transmitido en sus medios de comunicación, venimos a aclarar que los darketos no tenemos nada en contra de los emos. Esto sólo son inventos de estas dos televisoras al servicio del gobierno. Intentan separarnos y crear conflictos entre nosotros porque significamos una fuerza muy importante en desacuerdo con el sistema.

—Ésta es la verdadera razón. Bien lo decía Maquiavelo en El príncipe: divide y vencerás. Tienen la intención de desintegrarnos, y de esta forma combatirnos. Pero no debemos caer en provocaciones. Nosotros, los góticos, los invitamos (a los emos) a que vengan al Chopo, tienen toda la libertad de entrar, como cualquier otra persona.

Una reportera continúa con una pregunta:

—Aquí están los representantes de Derechos Humanos (dice la reportera). Vienen a reunirse con ustedes y con siete emos, siete punketos, siete homosexuales, con el fin de emprender una mesa redonda. ¿Estarían ustedes de acuerdo en participar?

—Sí, nosotros no tenemos ningún problema. A eso hemos venido.

Una mujer, miembro del grupo de los góticos, toma la palabra. Inmediatamente atrae la atención y expresa:

—Yo soy madre de familia y, como pueden ver, soy gótica. Cuando yo era joven también sufrí discriminación. Tengo un hijo emo y no quiero que pase por lo mismo que yo.

divide-y-venceras1-notiaran.jpgOtra persona levanta la voz y dice: “¡Yo soy dark y mi hermana es emo!” cuando grita esto último, abraza a su hermana y tanto los fotógrafos como algunos curiosos con teléfonos móviles se apropian del momento con múltiples destellos de flash.

Tanto el grupo de emos como de góticos gritan y expresan su emoción. Algunos de ellos se acercan a los reporteros y preguntan cuándo aparecerán en cadena nacional. La reportera simplemente contesta: “El lunes”. Ante el mutismo intermedio, decidie continuar: “Sí, el lunes. Tal vez en Hechos de la mañana o en el de la tarde”. Ante la respuesta, los chicos emo se retiran.

Ya eran casi las seis de la tarde y cada quien tomaba su propia dirección. Los reporteros seguían a la expectativa. Su rostro demostraba decepción, tal vez esperaban algo más.

Al día siguiente, las noticias en los diarios llevaban titulares como “Promueven tolerancia hacia emos”.

Ilustraciones:
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Karina Maldonado Portillo (México, 1988) es estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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