I. Aunque advertido por los más expertos lingüistas, médicos, politólogos, comunicólogos y especuladores financieros del mundo, en realidad Tedros Adhanom no tenía ni una mínima idea de lo que pronunciar aquella palabra significaría.

II. Li Keqiang descubre por accidente un bello paisaje, muy por encima de las tribunas y la vieja Puerta de Zhengyagnmeng. Recuerda su promesa ante la Asamblea Popular: “El cielo de China volverá a ser azul”. Mas no sonríe, piensa en las cifras en sus manos, sabe que el fuego de los crematorios aún sigue encendido.

III. @ArturoDiModica:
No eran ni las cuatro de la tarde cuando una precipitada calma se apoderó de Manhattan. Encendí el televisor y me enteré. Fui hasta mi ventana que da al Bowling Green. Menos que una célula había sido suficiente para hacer barbear a mi adelantado toro, que aún estaba ahí, posando su cornamenta de bronce, humillando el vacío sobre Wall Street.

IV. ¡Yahveh, escúchame! Soy yo, Gianluca Pezzoli, ¿no reconoces mi sotana? Mírame, desmiente las visiones que la fiebre me ha traído: la cruz bañada por las lágrimas del cielo y el sucesor de Pedro solo en la plaza vacía. ¡Dioses fuimos, hijos tuyos! Pero moriremos, como cualquier príncipe habremos de caer.

V. En los refugios también se han escuchado rumores de la buena nueva. Judd Deere y Tayyip Erdoğan, representantes de los intereses extranjeros, han ratificado que, por humanidad, sus países habrán de unirse en contra de un enemigo casi invisible, pero más mortífero, y que para ello los misiles dejarán de caer sobre los escombros de Damasco. Pero en las carpas no hay algarabía, todos se preguntan por aquella enferma paz, si es verdadera y por cuánto tiempo.

VI. “Y, por último, se le recuerda a la población mundial que para este padecimiento no hay cura. Según nuestra experiencia, bastará con mitigar la propagación de más casos como éstos hasta que la próxima crisis nos alcance. Periodistas, intelectuales, activistas y libres soñadores, reclúyanse en sus pensamientos; obreros, campesinos y amas de casa, cúbranse la boca y guarden entre ustedes una sana distancia; empresarios, funcionarios y líderes religiosos, recuerden que el lavado de manos tiene que ser frecuente y sin mirarse al espejo. En caso de padecer algún síntoma parecido a los aquí descritos, favor de…”.