CUENTO / octubre-noviembre 2021 / No. 95

Gato con dos caras



I

Los gatos con dos caras aparecieron en la Tierra cuando el viento ya no zarandeaba las malas conciencias, ni deformaba nubes parecidas a tardígrados irreales o se batía contra embarcaciones vetustas sólo por pasatiempo. El viento indolente ni se movía. Aparecieron justo después de que la esperanza pereciera no en sollozos, sino en monotonía. Alzaron su mirada sobre el mundo, obras vivientes de la imaginación ajena. Descansaron y durmieron cobijados por el aura fantasmal de su creación, al mismo tiempo que ronroneaban historias para sí mismos. Aunque poco importa si continúan reposando en donde no queda nada más que extrañeza. Ahí la mayoría permanece esperando, puesto que pocas personas vislumbran ambas caras de un mismo gato.

*

Aquella mañana E. L. encuentra un insecto horrible en su camino, tan odioso que una cucaracha quedaría atónita ante este bicho. Con asco lo pisa e intenta averiguar de dónde ha salido. La tormenta de la noche anterior quizá pudo sacar de su escondite aquella alimaña. Con aspereza y sopor, decide no llegar al fondo del asunto y se sienta sobre la única silla en la casa, cuya existencia supera incluso sus más lejanos recuerdos. Continúa pensativa y contempla con cierta vergüenza sus escasos muebles, tan viejos y destartalados que combinan perfectamente con la cocina sucia que, a su vez, encaja a juego con su casita improvisada, gris y derruida como todo lo que hay en ella. Se queda quieta mirando la pared cubierta de moho, tan alelada que no nota cuando el bicho que ha aplastado resucita y se marcha.

*

Ese mismo día un hombre que observa el horizonte, sentado bajo la sombra de una robusta jacaranda, tiene una visión arrebatadora. ¿Acaso miró al hijo tendido a su lado como promesa legítima de que su sangre no caería en ninguna otra maldición? ¿O tal vez miraba a las hijas antes de marcharse del hogar a un destino insufrible? A decir verdad, desconocemos por completo si el espejismo fue aberrante, tortuoso o lo suficientemente revelador para causar un desplome de cordura, pero sabemos que pocos querrían contemplar a un gato demasiado feo. El hombre, que ahora se encuentra asustado y fuera de sí, atribuye las imágenes a su falta de fe. Al no soportarlo, entre sollozos cae de rodillas e implora.

En su mente se arremolinan ideas sobre lo que pasa alrededor del tiempo donde, en su mayoría, los trozos de materia simplemente se dispersan en ninguna dirección, tal y como él mismo toda su vida. Ahora también presiente que ya no habrán más ocasos ni albores o recovecos sombríos en los que resguardarse. Pero realmente no importa, pues se le ha revelado que ciertos paraísos como aquel son despiadados con el ojo humano que los observa. Bajo este influjo, frente a las montañas de una sierra lejana dividida al atardecer entre la sombra y la luz solar, pronuncia una despedida vacilante.

II

Durante un mes los pobladores de Molinillo, en su mayoría dedicados al cultivo familiar y al comercio de productos que conseguían cruzando la Calzada Fría, no dejaron de comentar la aparición de un gato con dos caras. Algunos afirmaron haberlo visto escabullirse en el bosque: una de las caras los miraba fijamente, perturbándolos, mientras la otra dirigía la vista hacía el frente. Era un ser cuya maravilla helaba la sangre de cualquiera. Su pelaje se distinguía por emanar un brillo sobrenatural; sus patas eran tan fuertes que el gato podía fácilmente saltar hasta dos techos de distancia y también llegar a la cima de los árboles más imponentes. La única cola serpenteaba cual hidra acuática y poseía un único par de orejas que obedecía a las dos caras. Estaban unidas al término de la parte frontal del cráneo, de tal manera que la segunda cara comenzaba justo donde debía estar el hueso parietal del gato. Así se cumplía una desdichada ventura para él: una cara mirando siempre adelante y la otra, siempre detrás.

Otros testigos desmintieron aquella versión y declararon que en realidad el gato poseía dos caras unidas de forma vertical, de modo que las caras en el cráneo tenían una vista lateral izquierda y una vista lateral derecha, cada una con su propio par de orejas. Éstas escuchaban constantemente sonidos opuestos y dicha oposición provocaba que el magnífico animal se balanceara de un lado a otro, causando la risa de quienes se cruzaban con él. Incluso, hubo otra versión en la que se aseguró que el gato tenía más de dos caras, como si todas las razas existentes pudieran caber en un solo cuerpo felino.

Sin embargo, todos estaban de acuerdo en que estos animales aparecían en los pueblos como presagio de algún fenómeno calamitoso. Y aunque todos estaban seguros de que algo sucedería pronto, ninguno se atrevía a decir qué clase de males vendrían a importunarlos o a volverlos más desgraciados, menos aún podían aseverar si aún rondaba por ese lugar el “fabuloso gato”, pues todos los declarantes se contradecían entre sí, por maldad o rencor.

III

E. L., asediada por el tiempo, el hogar miserable y las migajas de su única comida que siempre finalizaba con una sonrisa para disimular el hambre, se mira en el espejo, atravesado por una línea que muestra la fragilidad de su reflejo. Sólo que ahora ya no es ella, sino la otra que fue antes. Sus manos desesperadas tratan de asirse a la realidad y buscarse, pero no lo consigue. Aterrada, estrella el espejo contra la pared y éste se resquebraja en líneas infinitas y traicioneras. La batalla está lejos de terminar, pues al levantar la mirada se ve a sí misma, yaciente en el lecho, joven y apasionada, con las manos juntas contra los senos. Mientras reza, un rayo lunar la envuelve con su velo imperceptible. Pese a todo, no hay testigos para asegurar si la sombra que atravesaba el ventanal de la casa casi en ruinas era la de un gato o quimera, cuyo rostro se multiplicaba en los diminutos cristales del espejo esparcidos por el piso.

*

Muy cerca de ahí el hombre, quien ha aceptado la revelación de su destino tras aquellos delirios, dirige sus pasos por el camino que ha recorrido durante largos años. Aún siente un poco de temor, a sabiendas de que el cambio de sentido mostrado en visiones hará crecer la hierba extinta, al tiempo que brotarán en el follaje arbóreo las flores pérdidas. Traerá de vuelta a las aves y despertará los amoríos pasajeros de la primera vez, siempre y cuando se mantenga firme bajo una certeza: dar cada paso en sentido contrario. Volver, quizá, al momento en el que su linaje aún no se condenaba por su propio egoísmo.

IV

El pueblo entero de Molinillo se encuentra sumido en la contemplación de un espectacular portento. La niebla grisácea lo ha cubierto todo y el día quedó reducido a la penumbra. Es una noche carente de estrellas. Sin embargo, el cielo los ha hipnotizado. No se trata de lunas rojas, azules o rosas, ni siquiera de un eclipse o lluvia de meteoros. Se trata del avistamiento de un cometa que ha traspasado el firmamento, cuya cola arde como el fuego y lo ilumina todo a su paso. Apenas un segundo de intensidad antes de que todo desaparezca. Sólo queda la oscuridad inminente. Los gritos comienzan a escucharse, nadie es capaz de percibir cosa alguna. El cometa se ha llevado hasta el último rastro de fulgor. La muchedumbre comienza a enfurecer; corren, se empujan y se golpean, ciegos y desesperados. Ninguno pudo darse cuenta de dónde surgieron las primeras llamaradas; sólo advierten el calor intenso que comienza a consumirlos. Mientras arde hasta el último rastro de aquellos castigados seres, de entre los escombros el gato con dos caras prosigue su andar errante.

*

Otra de las cábalas que se les atribuye a los gatos con dos caras desde tiempos inmemorables es el rejuvenecimiento de los seres y la longevidad de la vida natural. Pueden conducir al caos o a encauzar los buenos actos. A veces conceden espejismos de prosperidad y alegría eternas, todo depende de cuál cara sea revelada.





Yael Habit Hermenegildo Ruiz (Estado de México, 1996). Actualmente es pasante de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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