El pulso de la nueva vida o una oda a la fiesta con amigos
Alejandro Sánchez Cancino
Tras una noche fría,
amigos, los recuerdo
a la orilla de una luna
manipulada
por los tendones
de la memoria.
En el ocaso
de alguna soledad
aparecieron
como el tímido
nacimiento de las cosas
que en el mundo
permanecen.
Revelaron
la silueta inerte
del viento,
soplo
que llena de nuevo los pulmones
de una avenida moribunda,
de un andén ansioso,
de un parque seco
y ausente,
de mis macetas yertas.
Vivimos una
de tantas muertes
que nos esperan.
Pero hoy sellamos nuestras venas,
pues nos rebasa la vida.
Aceleremos el pulso,
disfrutemos del néctar vivo
que brota ansioso
por la piel herida
y purificada de la tierra.
Aún asoman flores
para adornar la noche.