RESEÑA / abril-mayo 2023 / No. 104

El ave impelida: Los tres días del gorrión, de Luis Miguel Estrada Orozco



Los tres días del gorrión
Luis Miguel Estrada Orozco
Toluca, UAEMex, 2022, 137 pp.

 



Mirar al cielo es un gesto que nos acerca a las aves; el medio por el que éstas se mueven a sus anchas es una aspiración y una inspiración para los seres humanos; ahí adonde ellas hunden sus aleteos nosotros elevamos la mirada, porque quisiéramos volar, acaso, porque tradicionalmente consideramos que en la altura se encuentra la divinidad, porque subir es una pretensión constante, que cifra el sentido de la existencia en sociedades como la nuestra.

Los tres días del gorrión es la historia del encuentro de un pájaro con un hombre; aquél ha tenido la desgracia de entrar a una casa donde un tragaluz ilumina el interior, en el sitio de las escaleras; mientras que el ser humano, Rubén, ha tenido la desdicha de volver a esa casa, la de sus padres, luego de su separación matrimonial. Agobiados, desconcertados, con el ansia de volver a su medio vital, ambos seres se dan de topes con el espejismo: el de la luz celeste, en el caso del gorrión que quiere trascender el acrílico que lo aprisiona y lo lacera cada vez que toma impulso para romperlo y huir; el del regreso a su vida normal, en el caso de Rubén, quien no se resigna a que su matrimonio haya fracasado, y, con ello, el cauce que ha mantenido desde el arranque de su existencia adulta, cuando asumió el matrimonio, la paternidad, el trabajo y la hipoteca como una forma de vida inexcusable.

Lo más irónico es que ambos personajes buscan la salida complicada: la puerta de la casa está abierta, pero el ave se empeña en volver al cielo por el tragaluz, mientras que Rubén está obcecado en volver a la vida que le ha sido negada; cada cual quiere reincorporarse al que ha sido su medio natural, pero invisibles barreras, de acrílico y de rechazo, se han interpuesto en su anhelo de trascender su encierro y elevarse. Tres días dura el suplicio del gorrión, hasta que el personaje humano dará el marrazo salvador que valdrá la huida del pájaro y prácticamente la vida del hombre, cuando quede suspendido de manera trágica en el cubo de la escalera, estrangulado por la cuerda a la que se había atado por seguridad.

Este hecho trágico, revelador y libertario, será relatado por el hermano de Rubén en la primera historia del libro que nos presenta Luis Miguel Estrada Orozco; se trata del personaje narrador de los cuatro cuentos del volumen. En los tres restantes, el cautiverio y la trágica liberación en la casa de los padres de Rubén serán referidos como “el accidente”, y en torno a éste nuestro personaje nos contará las historias de otras aves heridas, cuyo vuelo queda impedido por un accidente como el de Rubén y el gorrión. Se trata de historias en las que un ascenso ilusorio se ve interrumpido por obstáculos difíciles de ser vistos: una zanja en la noche, un ambiente escolar aspiracional en el que el abuso se puede dar de manera impune, una debilidad en el matrimonio, el peligro que encarna la compañía de una persona lastimada a su vez, que no encuentra la salida; la migración a ciudades distintas, en busca de trabajo.

Son historias humanas, que nos resultan verosímiles y cercanas, que se entretejen en torno a una familia de clase media que vive en una ciudad que parece ser Morelia, cuna del autor del libro. La lectura nos remite de manera alegórica al cautiverio y la liberación del gorrión, no sólo en cuanto a la crisis de Rubén —quien a partir del hecho que casi le cuesta la vida rencuentra su cauce—, sino en nuestra propia vida, tal como de algún modo le sucede al personaje narrador, quien relata en las sucesivas historias, aparentemente a distintos interlocutores, lo que le pasa a sus padres, a sus hermanos, a sus compañeros de la preparatoria, a un niño que estudia en la escuela particular donde su hermana trabaja, y al hacerlo él mismo va descubriendo que el accidente de su hermano Rubén se conecta con su vida propia, aunque, como el pájaro, se resiste a salir por la puerta, con la labor de introspección que ello implica: se empeña en seguir la luz detrás de la barrera imperceptible, y con esto queda entrampado, debatiéndose en un alcoholismo negado y una huida perpetua.

Pero la alegoría se aplica no sólo a nuestro personaje: el ansia de la luz y del ascenso, la desoladora mirada al cielo y la innegable conexión con el suelo de nuestros pasos nos conecta a todos en realidad, y Luis Miguel Estrada procura con el marro de su prosa el respiradero de la revelación, al tiempo que deja entreabierta la puerta de una lectura intensa, gozosa, perturbadora. Se trata de la obra de un narrador comprometido, que construye un libro poliédrico en el que cuatro historias se conectan en más de un sentido, y en esa trama quedamos imbricados, como interlocutores de relatos ordinarios en apariencia, que nos remiten a la condición vital de una sociedad como la nuestra, permeada por la aparente necesidad de moverse y ascender, aun sin saber por qué.

El autor cuestiona a través de sus relatos ese principio incontrovertible del devenir de la gente de clase media en México: la migración a la ciudad en busca de una mejor posición económica, que conlleva en los migrantes y en las generaciones subsecuentes la búsqueda del ascenso social en la metrópoli, por medio de las relaciones humanas y las oportunidades de empleo y desarrollo. En realidad, se trata de circunstancias que definen a muchas personas en nuestro país, circunstancias que sólo revelan su precariedad y su carácter absurdo cuando alguien topa con un obstáculo invisible en el ascenso, y su fragilidad sale a relucir de mala manera. En esto, me atrevo a decir, quedan de manifiesto la delgadez de la condición humana y el límite infranqueable del ansia de subir, algo en lo que la política del capitalismo contemporáneo ha cimentado su éxito y el camino de la ruina para nuestra especie.

En fin, con Los tres días del gorrión Luis Miguel Estrada nos revela la hondura y la madurez de su prosa narrativa, al mostrar las profundas resonancias de lo que aparenta ser un mero accidente. Así como Rubén encuentra la revelación en el infortunado suceso en el que una perseverancia súbita y casi irracional por salvar al pájaro de su cautiverio casi le cuesta la vida, creo que quienes leemos podemos cuestionarnos sobre el sentido de mantener una única vía, la que la existencia, en la familia, en la escuela, en el trabajo, nos ha marcado. Celebro, pues, este libro perturbador, e invito a quien no lo haya hecho a que lea estos cuatro relatos que bordan magistralmente en torno a un hecho aparentemente trivial, cuyas resonancias podrá descubrir cada cual, en un proceso gozoso e inquietante, como el vuelo en un cubo de luz que impide el ascenso a la altura luminosa.


 
Raúl Eduardo González (Ciudad de México, 1971). Es profesor de la Facultad de Letras de la UMSNH. Es autor de los libros El valonal de la Tierra Caliente (2022), La seguidilla folclórica de México (2006) y Cancionero tradicional de la Tierra Caliente de Michoacán (2009), y de los Poemarios Caprichosa marea de la memoria (2003), Tu ausencia y otros versos (2006), Agua Blanca (2016) y El sueño del armadillo (2021).

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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