ENTREVISTA / abril - mayo 2023 / No. 104


Los sonidos que somos.
Una excursión sonora al mundo lacustre de Xochimilco


Constanza Nieto Carachure

Fotografías de Aranzazú Blázquez


Navegando por los canales, conversando en las chinampas y caminando las montañas, he descubierto nuevas preguntas para sentir el territorio desde su dimensión sonora. El mundo lacustre del sur de la Ciudad de México ha sido un detonador poético desde el que escucho sueños, esperanzas y trabajo... mucho trabajo. Ahora me encuentro admirando a las personas que diario ponen su energía y ánimo para mover el cuerpo y, de este modo, procurar que el humedal y los cerros sigan existiendo.

Durante el mes de julio de 2022, con la mochila al hombro salí hacia San Gregorio Atlapulco, en la alcaldía Xochimilco. Allí conocí a Xochiquetzal Mendoza, quien forma parte de la resistencia Chinampa San Sebastián y se dedica al cuidado de la tierra y a la chinampería. Su voz destaca por su suavidad y calma, pero también por su firmeza al denunciar sus vivencias. A través de su incansable labor y su entrega profunda a su territorio, Xochiquetzal me presentó la fuerza de los canales y del humedal. Lo que comparto a continuación son algunos fragmentos de las conversaciones que sostuvimos y las memorias aurales que me fueron compartidas, esperando que las personas que estén leyendo este texto logren viajar conmigo hacia el territorio sonoro del mágico mundo lacustre.


Xochiquetzal, muchas gracias por recibirme. Quisiera empezar preguntándote acerca del lugar en el que nos encontramos navegando. ¿Dónde estamos?, ¿cómo llegaste aquí?

Estamos en el paraje de Tlacoapa, que es uno de los 18 lugares que conforman la chinampería de Atlapulco, además de que es uno de los primeros asentamientos fundadores de nuestro pueblo. Estamos transitando por una de las áreas más conservadas y con mayor área navegable. Esto forma parte de Canal Nacional; la avenida asfaltada sería continuación de nuestro canal navegable.

Estamos a un lado de la chinampa de mis abuelos; es un espacio que compartimos con mi familia desde hace muchas generaciones. He llegado a este lugar de distintas maneras. Era un caminito pintoresco, divertido, amoroso, cariñoso, de recreación... un espacio de paseo y de encuentro familiar. Mi abuelo se venía remando todo el Canal Nacional hasta esta chinampa. De niña yo venía en las piernas de mi abuela o de mi tía, o sentada en una cubetita con mi cojín. Venía tocando el agua y saludando a los demás chinamperos; a los demás vecinos del pueblo. Ahora surge esta inquietud personal de querer estar aquí, de querer seguir estando en este lugar; a veces por obligación u obediencia. Recientemente tengo un sentir muy fuerte... como la necesidad y urgencia de conservar este espacio... De hacer todo para que esto no se pierda, sin embargo, seguir sembrando se siente como querer agarrar el agua y no poder sostenerla... no poder conservar lo más que se pueda de este espacio.


¿Me puedes contar acerca de los sonidos que alcanzas a percibir en este paraje?

De los sonidos más característicos está el sonido del agua, el sonido del viento con los árboles... En este entorno estamos rodeados de ahuejotes, muy importantes para nuestro humedal. También alcanzamos a escuchar a las gallinitas de agua, los vuelos de algunas aves que se alcanzan a oír... Muchos pájaros... y la quietud. Incluso el silencio es parte del entorno lacustre. Que haya esas pausas o que haya ese silencio es muy lindo. El agua suena a un vaivén... un transitar suave cuando roza con la canoa. El cuerpo del agua tiene diferentes formas de sonar y de hacerse escuchar. Y en este entorno, aquí en la chinampería, se escucha suave. La lluvia también se escucha, y es muy bonito también cuando están regando y cae el agua en las hortalizas y en la tierra. El espacio aéreo lo sentimos invadido. Los aviones y helicópteros han comenzado atravesar nuestros cielos, y es más ruidoso cada vez. Antes podíamos escuchar más claros los sonidos de la naturaleza, y ahora se percibe un sonido difuso que llega a aturdir. Ya identificamos ese tipo de sonidos artificiales; están invadiendo nuestro espacio natural y las intimidades de nuestra chinampería.

La chinampa suena a vida, a tránsito. Suena a mucha vida porque en ella hay aves, hay insectos, hay hortalizas, hay gente transitando, hay motores, está el agua que la rodea y eso también hace ruido. Está la gente y nos decimos cosas... o ya está sonando una bocina para cantar o alegrarte la actividad. Suena a saludos, suena a familiaridad, suena a recuerdos, suena a que hay mucha vida aquí dentro.


Cuéntame sobre algún sonido que se logre percibir en el paraje de Tlacoapa y que tenga un significado en particular para esta comunidad.


Para nosotros, el redoble de campanas nos avisa que alguien se fue y hay que despedirnos. Hacemos un minuto de silencio por esa persona o mandamos una oración. Eso nos enlaza como comunidad, es la vida de nuestro pueblo. Las campanas son parte de nuestra identidad. A veces escuchamos otro tipo de campanas, las del llamado a la fiesta. Hay que aprender a escuchar el llamado que nos hacen.

San Gregorio es un pueblo que ha defendido sus tierras de los invasores. Lo que a mí me transmitió mi abuela es que cuando suenan las campanas de tal forma, o con tal fuerza, es porque el pueblo se tiene que levantar. En el terremoto del 2017 se cayó el campanario. Nos quedamos en silencio. El pueblo estaba en silencio. Tuvimos que redescubrir nuestro entorno y nuestros espacios; dejamos de comunicarnos. Apenas hace unos meses recuperamos el sonido de las campanas... después de cinco años. Fue como regresar a mi infancia.


A partir de lo que me cuentas, me gustaría saber qué otros sonidos de este territorio ya no existen o están comenzando a desaparecer...

A partir de que la urbanización viene e invade zonas verdes, quedan fuera los espacios en donde puede haber ardillas o pájaros. Estamos eliminando la posibilidad de que existan otros tipos de vida y, por lo tanto, los sonidos cambian. Para nosotros es importante, pues son indicadores de que algo se está transformando en la naturaleza. Justo en esta época, en época de lluvias, era muy común escuchar a las ranas. A cierta hora ya empezaban a croar. Cuando se comenzó a fomentar el uso de agroquímicos, como una forma de ayudar al campo mexicano, se comenzó a agredir y a eliminar a las especies que existen aquí. ¿Qué espacio les estamos dejando de su casa? Tenemos que ser conscientes de que hay otras voces. Tenemos que darles más peso a las voces no humanas: escuchar otros tipos de lenguaje.

Algunos sonidos todavía se alcanzan a escuchar. Uno de ellos es el ir navegando en la canoa de mis abuelos, pero por un espacio de tiempo largo. Es hipnotizante el sonido cuando la canoa va avanzando en los canales y se va remando; llega a ser hasta rítmico. Mi abuelo o mi abuela, cuando remaban... recuerdo escuchar ese sonido de niña. Me gustaba ir acostada en la cabecera de la canoa e ir viendo cómo avanzaba. Escuchar la fricción de la canoa con el agua y el remo es de los sonidos que más atesoro. Me da mucha alegría y tristeza a la vez recordarlo, porque los espacios de navegación, en esta parte de la chinampería, ya son más cortos. También recuerdo que mis abuelos decían que el agua se escuchaba nacer a borbotones, pero ya no existen los manantiales porque se entubaron. También está el silencio. Hasta el silencio se ha perdido. Lo apacible que es el entorno lacustre... tiene sus momentos de calma, y eso se ha perdido. Cada vez es más interrumpido por sonidos agresivos y estruendosos.


¿De quién aprendiste a percibir y a trabajar en el entorno lacustre?, ¿me puedes contar acerca de las personas que te guiaron por el camino de la chinampería?, ¿cómo suenan sus voces?

Para mí han sido muy importantes mis abuelos. Esa transmisión de saberes, de amores, sentires... cada día me siguen enseñando con su ejemplo. Sus acciones han sido el hablar más claro que he encontrado y el más congruente. Su caminar y su hacer hablan más fuerte que las presentaciones que se puedan realizar. Me siento muy agradecida de lo que puedo sentir por ellos. Toda la vida de tanto amor y tanta preocupación de querer que esto no se pierda y que siga viviendo. Ellos no lo nombran así, pero cuando trabajan la tierra están invocando a sus papás, los están trayendo aquí. No he visto mayor resistencia que la de mis abuelos, de seguir haciendo chinampa, de seguir existiendo y transmitiendo. Lo que existe es por ellos.

Tuve la fortuna de criarme con una abuela que es muy sensible y que nos hacía prestar atención a lo que nos rodea. Ella es la que se ha encargado de "chulear" la chinampa con sus flores. Nos hacía percibir, a modo de transmitirnos un mensaje y también como una forma de cuidado comunitario. Venir aquí y compartir, seguir conservando este espacio y ver a mis abuelos, es ver el mayor ejemplo de obediencia, de resistencia y de amor hacia su tierra. Espero un día poder emularlo.

Las voces de mis abuelos a veces suenan fuertes, como trueno. A veces suenan a muchos recuerdos y a muchas historias. Suenan a agua. Todavía hay agua aquí porque hay una memoria que nos cuenta cómo era este lugar. Escucho agua en ellos. A veces recuerdan algo y lloran. A veces dicen: "hay que hacer las cosas así...", y suena como si estuvieran regando esos conocimientos. Así suena su voz, como esa agua cantarina.


¿Qué sonido del entorno lacustre te gustaría que se siguiera escuchando dentro de 100 años?

El sonido que quiero que se siga escuchando es el del agua. Si es lacustre es porque hay agua. Vemos los dos cerros: la barranca de Texcoli está con el cerro de Tepenchi de un lado y del otro Xilotepec, y te imaginas que por ahí corría el agua... y ésa es una caída natural. ¡Es una locura pensar que en este territorio también pudo existir una cascada! Aún quedan esas cicatrices y rastros. Los abuelos decían que se arrastraba tanta agua… y los limos iban quedando que hasta teníamos una playita.


¿Qué deseos tienes para este territorio en el futuro?

Lo que a mí me desalienta es ver que hay actores que vienen con una fuerza muy grande. Esa fuerza destructora y depredadora viene con una inercia de muchos años. De pronto los deseos quedan muy silenciosos, apagados con la realidad que viene. El deseo es que esta fuerza destructora, depredadora, voraz, pudiera parar. A veces veo que esa fuerza sólo puede ser contrarrestada por una sociedad organizada y teniendo claro un fin común para seguir preservando estos espacios.

Otro de mis sueños es que Xochimilco, el polígono del humedal y de la chinampería, no se vuelva un parque temático. Ni Milpa Alta, ni nuestras montañas, ni nuestros pueblos de las montañas. Ni que nos pongan en una vitrina y que digan: "venga, conozca a los últimos chinamperos, las últimas cuidadoras de los maíces".

Quisiera que se pudiera seguir teniendo agua. Que pudiéramos volver a nadar en nuestras aguas. Nos han bombeado aguas que no son de aquí, y se han llevado nuestra agua para poder darle a la Ciudad de México. Cada habitante de la ciudad tiene una deuda con Atlapulco, con Tlaxialtemalco, con Alcapixca, con los pueblos de aquí del sur. Nos han quitado nuestra movilidad para que ellos puedan tener agua. Antes había llaves públicas en el pueblo. Si recordar eso es impresionante para mí, no puedo entender la tristeza que les causa a nuestros abuelos de hoy saber y recordar que ellos podían tomar agua del canal. Así de limpia era nuestra agua. Que alguien pueda disfrutar de nuestras aguas bañándose en ellas, sintiendo ese abrazo acuático que te envuelve, y que te puedes sumergir y ser parte ella... sería un sueño.

*

Los sonidos que somos es una antología sonora de mi autoría, construida a partir de paisajes sonoros, derivas en canoas y entrevistas a campesinas, campesinos y trabajadores comunitarios de Xochimilco. Las grabaciones se pueden escuchar en mi perfil de SoundCloud: Constanza Nieto Carachure.





Constanza Nieto Carachure (Ciudad de México, 1998). Es licenciada en Estudios y Gestión de la Cultura por la UCSJ. Actualmente cursa un diplomado en Arte Sonoro en Tsonami (CHL). Le interesa investigar los procesos culturales en los que interviene la auralidad, la naturaleza y el trabajo comunitario; realiza sus abordajes desde las prácticas narrativas. Como gestora, se dedica a la planeación, organización y desarrollo de proyectos artísticos en el Centro de la Imagen y como profesional independiente.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

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