A Michell Sagú

Yo también adolezco de irrealidad
Octavio Paz

El espacio hecho cenizas. Vuela en el ambiente un adjetivo irreal e irreverente. Igual que estos dedos teclean la imagen inacabada, la palabra imprecisa, el nombre que se suelta de la mano de Dios.

No soy mi circunstancia. Soy sólo un beso de paz que Dios no ha pensado. Una melodía que los antiguos griegos creían que pertenecía a los planetas. Una vasija de barro que se hornea en los intestinos de la pluma.

¿Qué puedo decir, si solamente soy un ser que pertenece a la muerte? No hay lluvia en esta meditación, sólo lo que no alcanzo ha escribir. Parece que hubiera caminado muy lejos, mas estoy en el punto de salida, de arranque, cargado —eso sí — de historias que son virutas de tiempo.

Mientras más escribo más irreal soy. Me comprendo menos, los únicos que disfrutan de está confusión son los colibríes que han dejado de venir a mi ventana. Están mutando de forma, alumbrando otro cielo como luciérnagas fantasmas que iluminan de blues a noctámbulos pensamientos.

¿Qué correspondencia tienen estas palabras con lo invisible, con la ausencia? ¿Qué significado les puedo dar si soy imperfecto e irreal? Vivimos vistiendo lo invisible, excluyendo de nuestras existencias su realidad inasible y aun así la sentimos con la solidez de una agonía, con el peso irrenunciable de una vida.

No puedo renunciar a mi vida porque no hay más allá. Mi arquitectura biológica está hecha de palabras que tienen coherencia y orden en la lógica de las formas intangibles. No hay nada insólito en que persiga y hable de las cosas invisibles, de esas que nos hacen ser de una forma distinta a cualquier otra especie.

Estoy  condenado a hablar y escribir sobre lo que no se ve a simple vista, a llenar páginas en blanco con símbolos que adolecen de irrealidad. Es buscar los secretos que tiene la vida, explicar su lado oscuro, trascendente, la conexión de mi ser interno con todo el cosmos exterior. Escribir es como ir llenando los huecos que la existencia nos ha hecho. A buscar en las realidades extramentales su lado esencial, espiritual. Lo único que me queda es aceptar mi condición de interrogación, de pregunta. Lo acepto con la frescura y transparencia que tiene el lenguaje que no se dice.


Óscar David Herrán Salvatti (Tapachula, Chiapas, 1964) es poeta y filósofo. Es autor de los poemarios Alternativa del Olvido (Cabos Sueltos, 1999), Imágenes Reclinables (Coneculta, 2003) y Obituario de la Lluvia (UAM, 2005). Es coautor de la antología poética Lluvia de Voces en el Desierto, Memoria del II Encuentro Internacional de Poetas en Delicias, Chihuahua, publicado en la Colección Al filo del poema, editada por Arde Editoras S.C. (2007).

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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