Cuentan amigos, conocidos, detractores o simplemente morbosos, que sus ojos encontraron a un Capote desarticulado por el excesivo consumo de alcohol y drogas. Se habla de un deterioro que iba mucho más allá del simple demonio emocional que victimiza a dependientes y junkies: su cerebro se había encogido, su oficio como escritor disminuía y se diluía de a poco entre vodka y vodka. Atrás queda la idílica infancia en Monroeville, Alabama, junto a su eterna amiga y prima solterona de sesenta años; la fortuna de niño sureño que camina descalzo, que respira la naturaleza y vive las cosas simples de un pequeño pueblo. Atrás queda también el célebre escritor y socialité que organizaba memorables fiestas para el jet set al tiempo que inventaba un nuevo paradigma dentro de la literatura contemporánea.

capote-answered-prayers.jpgPrincipios de la década de los ochenta: Truman se convierte en un despojo humano y es forzado a salir de escena. Epílogo despiadado en el que Capote perfecciona el arte de la degradación. En sus últimos días se le podía ver retozando ebrio al ritmo de la música disco en el legendario Studio 54 o bien en alguna entrevista incómoda regida por el alcohol donde los balbuceos e incoherencias se convirtieron en situaciones obligadas para el escritor. En este punto Capote abandona la narrativa y se concentra ―de tiempo completo― en la decadencia del personaje principal de su obra más importante: su propia vida.

Más de veinticinco años después de su muerte (Los Ángeles, California, 1984) nos queda ―todavía― la reminiscencia de aquella voz chillona; perdura su prosa implacable e impecable; permanece la imagen icónica del excéntrico escritor en ese universo pop donde habitan Warhol y Marilyn, y, por si fuera poco, nos quedan tres obras póstumas que, sin tratarse de lo mejor de su repertorio, sustentan la memoria de su vida: desde el pueril comienzo en el que Capote apuesta, en su primera novela, por relatos oscuros y personajes grotescos (Other Voices, Other Rooms, [Otras voces, otros ámbitos]) pasando por el cenit literario alcanzado con la investigación de un homicidio serial (In cold blood, [A sangre fría]) que le otorgó la fama mundial y los codeos frívolos con la aristocracia que, sin más, lo adoptó como una curiosidad obligada en cualquier fiesta pomposa; hasta su decadente cuesta abajo en la que se incluían escándalos sexuales, alcoholismo, riñas alocadas, y sobre todo un déficit de líneas escritas, lo que manifestaba la peor agonía del escritor ante la apabullante necesidad de superarse a sí mismo, y mostrar en cada línea una perfección titánica y dolorosa.

1) Poco después de ser publicado un compilado epistolar de Capote (2004), la casa de subastas Sotheby’s ofreció una serie de objetos personales del escritor. Entre ellos, un manuscrito aparentemente abandonado, que resultó ser su primera novela. En ella trabajó de manera intermitente mientras escribía Other Voices, Other Rooms; sin embargo, jamás fue publicada, seguramente porque no cumplía con los estándares del autor. Después de confirmar la autenticidad del manuscrito y de sortear las distintas discrepancias sobre la publicación, se decidió sacarlo a la luz en 2006 y, así, evidenciar al escritor en una época demasiado temprana. Summer Crossing cuenta la historia de Grady McNeil, una joven del upper class neoyorquino, que en vez de optar por unas paradisíacas vacaciones en Europa junto a sus padres decide permanecer todo el verano en compañía de la ciudad y de su gran amor: Clyde Manzer  (un chico pobre e irresistiblemente peligroso). Se trata de una especie de fairy tale moderno que corrompe los finales felices y se entrega a los descaros juveniles más delirantes. Grandes expectativas. Una novela corta. Una pálida Holly Golightly buscando desesperadamente un desayuno en Tiffany’s. Una historia de amor que adolece igual que sus personajes y que no termina por satisfacer a los lectores (aun a los más complacientes). Y sin embargo, existen algunos elementos que permiten entrever el vasto potencial del autor. Trascienden de esta primera novela la capacidad técnica, la exquisita simpleza prosaica y la economía de la palabra en función de la brevedad y la contundencia (aspectos siempre presentes en su obra). Asimismo, el trazo de los personajes se delinea eficazmente tanto en la turbulencia del espíritu juvenil como en el planteamiento de las distancias sociales entre una débutante y un judío veterano de guerra inmersos en una realidad norteamericana de finales de los años cuarenta.

capote-con-cigarrp.jpgCapote logra recrear ámbitos específicos: la ciudad pujante de la postguerra se convierte en personaje omnipresente  acompañando en todo momento a los amantes en su idílica travesía. Barrios como Manhattan o Brooklyn, avenidas célebres como la Quinta o Broadway, el zoológico de Central Park, la distante New Jersey o el puente Queensboro apoyan en todo momento al relato y propician ―por momentos― sutiles imágenes cinematográficas.

Summer Crosssing es una suerte de retrato de un jovencísimo Capote que comenzaba a escribir cuentos audaces para Mademoiselle y Harper’s bazaar; un aspirante a novelista que perseguía la tradición sureña de Faulkner y McCullers con la misma vehemencia que buscaba acomodo en la aristocracia. Aquella impetuosa criatura que deseaba devorarse al mundo de una sola sentada, era apenas un hombre edificando el personaje de su vida a través de una mezcla sobrada de frivolidad, arte y encanto.

2) Después del ascenso meteórico que le significó In Cold Blood, Capote consiguió un contrato millonario por su próxima entrega. Una novela de la que se habló demasiado: un poco por el misterio que generó el propio autor afirmando que el pedazo de literatura que traía entre manos era lo mejor de su cosecha; y otro poco porque se postergó en varias ocasiones, de hecho, nunca se entregó el manuscrito completo. El autor de Breakfast at Tiffany’s (Desayuno en Tiffany’s) escribió una novela tomando el modelo proustiano que exhibía a la aristocracia francesa de principios del siglo XX (En busca del tiempo perdido). Capote haría lo mismo: un retrato fiel y descarnado de la aristocracia de Estados Unidos y de Europa. Answered Prayers (Plegarias atendidas) sería su segundo ejercicio de non fiction novel. Una especie de fotografía narrativa que revelaría su vida al lado de innumerables personajes célebres, arrebatándoles sus secretos e indiscreciones,  ridiculizándoles cruelmente y sin miramientos.

A manera de adelanto fueron publicados tres capítulos en el Esquire (1976), los mismos que se publicarían más tarde como novela póstuma inconclusa (1987). En el magistral prólogo de Music for Chameleons (Música para Camaleones), Capote hace referencia al proceso creativo que envolvió Answered Prayers y aunque niega que uno de los obstáculos que sufrió haya sido el rechazo del círculo social al que hacía referencia, es evidente que la publicación de ciertos capítulos ("Monstruos Perfectos", "Kate Mcklaud" y "La côte basque") confinaron al autor a una muerte social que más tarde significó para él la ruina artística.

capote-joven.jpgAnswered Prayers es un frenético relato en primera persona de un masajista bisexual aspirante a escritor (P.B. Jones). Tomando como dogma el cinismo más crudo, el protagonista se construye ―con devaneos y favores sexuales― un lugar dentro de los círculos sociales y culturales más importantes del momento. Este  hermoso playboy de postín venido a menos por la edad rememora sus andanzas, se entrega al sacramento de la confesión aludiendo a una verdad desnuda y totalmente amoral. No  queda más que disfrutar la falta de prudencia del penitente que narra sin culpa el estilo de vida del jet set enfatizando sus escandalosas costumbres sexuales.

Capote y P.B. Jones se funden en la legendaria contraportada que Truman eligió para la novela. Esa memorable imagen del sugestivo y joven autor recostado sobre un sillón incitando con cierta ingenuidad perversa. P.B. Jones no es otro que Capote, un alter-ego que evoca una realidad paralela contenida en distintos episodios vividos por el propio autor. Los personajes son disfrazados en algunos casos, en otros, son señalados directamente con nombres, apellidos y mañas personales. Capote no tiene empacho, le da igual describir al patriarca de los Kennedy como un viejo libidinoso; hablar de Salinger como un hombre ridículamente sensible; de Faulkner como un caza lolitas; de excéntricos especímenes como Collete y Cocteau; de las hermanas Bouvier ―a quienes llama en el relato “geishas del oeste”―, y de muchos otros personajes expuestos en las 172 páginas que integran la narración. Harto de ser el bufón en aquella corte superflua, Capote experimenta consigo mismo habilidades de publicista, ponderando ―quizá― la polémica sobre la literatura. Recorre años, anécdotas y rostros en un punzante relato que no es más que un manifiesto de odio contra aquellos cisnes que en algún momento fueron objeto de culto para él.

Aún hoy existe la esperanza de encontrar los capítulos restantes del mordaz cotilleo hecho novela. Tal vez en algún apartado postal o en manos de algún amante anónimo. Hay quien asegura haber leído el manuscrito completo; otros no creían que Truman  hubiera concluido la novela: “estaba demasiado concentrado en su debacle” otros más pensaban que ciertas alucinaciones etílicas le habían jugado trampas sustrayendo de su imaginación la última letra y el último punto de lo que sería la culminación de aquella apuesta definitiva que hizo con genialidad. Esta vez Capote perdería.

3) Capote muestra un último rostro, el más diáfano de todos, aquel que desdeña el látigo despiadado, que olvida por momentos la rigidez literaria y que cede ante el gozo de comunicar y narrarse a sí mismo sin premeditaciones ni cálculos. El bon vivant de las letras despojado de cualquier disfraz de ocasión, línea a línea se descubre natural y fascinante en una autobiografía involuntaria contenida en infinidad de misivas.

capote-summer-crossing.jpgGerald Clarke, quien años atrás había escrito una biografía que no perdía ningún detalle de la vida del autor, editó Too a Brief Treat (2004) donde una vez más narra la vida de Capote a través de una travesía epistolar. En poco más de setecientas páginas divididas en cuatro capítulos, cada uno con breves notas sobre los hechos más relevantes de Capote, presenta una nueva interpretación o relectura del personaje que evade los artificios volcándose en el acto compulsivo de escribir sin pensar en la perfección. El volumen está  estructurado de manera impecable, vinculando estrechamente tanto el remitente como los hechos y los receptores, en una aproximación lineal a la vida del escritor sureño.

Ya sea ultimando detalles de contratos millonarios con editoriales; mandando dulces mensajes a amantes insaciables; comentando el último chisme del jet set; intercambiando poemas con un asesino; o elucubrando novelas fantásticas,  el Capote de correspondencia, sin voluntad premeditada, escribe el mejor testimonio de su vida. Evidencia caleidoscópica de los diferentes rostros del autor contemporáneo más excéntrico del siglo XX. Lejos del afán por alcanzar la genialidad, Capote escribe sin meditar y con apremio un diálogo de camaleón que fluye en un cauce ilimitado, para interactuar, a través de la epístola, con la diversidad de los de su también multicolor entorno.


Ilustraciones:
Truman Capote sosteniendo un cigarro
(antoniocdelaserna.wordpress.com)

Capote joven
(
www.aldeaeducativa.com)

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Patricia Cepeda Gutiérrez (Ciudad de México, 1984). Es egresada de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro de la UNAM.

 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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