Querida dulce buena

Querida, dulce, buena, humana mamá morfina. Que tú, solo tú, dulcísima mamá morfina, me has querido bien, como esperaba. Me has amado totalmente. Yo soy el fruto de tu sangre. Que sólo tú lograste que me sienta seguro. Que sólo tú lograste darme el cuantitativo de felicidad indispensable para sobrevivir. Que tú me has dado una casa, un hotel, un puente, un tren, un portón, yo los he aceptado; que tú me has dado todo el universo amigo. Que tú me diste un rol social, que pide y da. Que yo a los 15 años acepté vivir como ser humano “hombre” sólo porque estabas tú. Que te has ofrecido a crearme otra vez. Que tú me enseñaste a dar mis primeros pasos. Que he aprendido a decir la primera palabra. Que he probado los primeros sufrimientos de la nueva vida.

Que he sentido los placeres de la nueva vida. Que aprendí a vivir como siempre he soñado vivir. Que aprendí a vivir bajo los innumerables corazones, atenciones de mamá morfina. Que me salvaste de un suicidio. Que no podré renegar más de mi pasado con mamá morfina. Que me has dado tanto. Que me salvaste de un suicidio y de una demencia que habían destruido casi  todo mi salvavidas.

Que hoy 22-XII-1970 puedo gritarle, a los otros y a mí mismo, a todo lo que es fuerza noble, que nada ni nadie me ha dado tanto como mi benefactora, protectora mamá morfina. Que tú eres infinito amor infinita bondad. Que yo te dejaré cuando haya madurado para la muerte amiga o cuando esté tan seguro de mis fuerzas para estar  en pie sin las potentes vitaminas de mamá morfina.    

Que Roma

Que Roma. Que el paisaje en tren por Milán. Que la frontera suiza. Que 8 días a Milán. Que otra vez  a Roma. Que cansada, desesperadamente de nuevo en Roma. Que el loco estado de ansiedad debido a una resaca de Ritalin. Que otra vez me encuentro de frente al ambiente —mi ser. Que el ambiente es el ser que soy. Que estoy epilépticamente cansado de un día de serenidad y tres de locura consciente, de ansia bastarda.

Que me hace dudar de la veracidad de mi historia pasada y del credo actual. Que la alegría y el interés por vivir ya pasaron. Que el tedio, la monotonía, y el cansancio gobierna mi ser. Que la bola rebota en tiempo vibracional. Que las ondas corren, van y vienen, salpican, se lanzan, rebotan aceleradas, vibran, oscilan con la velocidad del estímulo, del instinto. Que espero que en la sala cinematográfica de mi cráneo aparezca una imagen, una escena que unja sobre mí un estrato de serenidad, de paz, móvil viajante, no paz vegetativa. No estado dimensional apático al que endosarle autosugestivamente la etiqueta de paz. 

Que locura. Que es palabra vibracional. Que intensidad vibracional. Que variedad de sonido, de color. Que palabra de miríadas de interpretaciones. Que palabra misteriosa, secreta, inaccesible para la verdad lógica y razonada. Inaccesible a todas las verdades. Inaccesible a la locura. Inexistente para el loco, inexistente también es el loco. Que dimensión limbo. Que dimensión inexistente. Que por eso mi hablar inexistente, que acaso hablo de ello porque mi ser no siente el calor placentero del flash debido a la entrada de la nueva verdad en mí. Debido a la relación de mi ser con la nueva verdad. Que tengo 19 años terrestres. Que me siento creador de hechos con las sacudidas sensoriales revolucionarias, trastornadoras. Que me siento capaz de crear un rostro, dos ojos encendidos de alegría. De felicidad por ser lo que eres. Pues tengo 19 años terrestres y tengo tantas ganas de sacar mi amor, mi insondable amor, mi apasionado amor, mi profundo amor para todo lo que me rodea, que es parte de mí, que está en mí, que procede conmigo sobre esta bola de tierra que vagamente haraganea por un barrio del espacio.  

Oh querida. Oh señora muerte.

Oh querida. Oh señora muerte. Oh serenísima muerte. Oh invocada muerte. Oh indescifrable muerte. Oh extraña muerte. Oh viva la muerte. Oh muerte que es muerte. Muerte que pone un punto a esta saeta vibrante.


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Eros Alesi (Ciampiano, Lazio, 1951-Roma, 1971). Poeta. Los pocos poemas que se le conocen fueron publicados por primera vez en 1973, dos años después de su suicidio.

Hiram Barrios (Ciudad de México, 1983). Es licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Ha publicado en distintas revistas y medios electrónicos. Traduce poesía italiana.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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