Hace casi dos años me recibió en su casa un editor ecuatoriano cuyo nombre no tiene más importancia que el hecho en sí. Conversamos por largo rato sobre un proyecto editorial estilo top secret para reunir la mayor cantidad de escritores ecuatorianos menores de 35 años, algo no tan novedoso ya que antólogos como Diego Trelles Paz (El futuro no es nuestro) y Salvador Luis (Asamblea portátil), ya lo venían haciendo pero a nivel Latinoamericano. El concepto y la definición estaban aparentemente claros, no existía un libro emblemático de narrativa contemporánea en el Ecuador, nadie tenía ni idea de nuestra existencia, nuestros libros circulaban poco y algunos títulos hasta dejaron de circular por librerías hace años. Los escritores de provincia, no tenían conocimiento de la obra de los escritores de la capital y viceversa, y esto hacía aun más difícil el proceso de búsqueda y selección de autores. De aquella aventura editorial el único cuento sobreviviente es Jamón Serrano de la escritora María A. Balladares, todos los demás cuentos seleccionados en el presente dossier son actuales y son producto de un filtro que tomó meses hasta definir el núcleo vital para la coexistencia de los autores.
Es importante aclarar en este punto mi relación con los autores que forman parte de esta selección, a muchos únicamente los conozco de vista, es decir a través de las redes sociales, blogs, o vía correo electrónico. Nunca he tenido el gusto de tomar un café o compartir unas cervezas con ninguno de ellos. Desconozco sus gustos literarios, aunque me imagino por los temas trabajados en sus respectivas obras, cuáles deben ser sus libros de cabecera. Con otros en cambio, me he cruzado de casualidad en alguna Feria del Libro. A muchos los he visto como simples espectadores en los lanzamientos de nuevos títulos y nunca he asistido a las presentaciones de sus libros, ni ellos a las mías. En definitiva y para resumir y evitar comentarios infundados y maliciosos, ni siquiera nos hemos topado en pelea de chinos como dicen por ahí.
Aunque hay algo que va más allá de formar parte de un grupo o grupúsculo, y es que todos tenemos un nexo en común, sin la ficción seriamos tan simples, tan básicos y aun en ese estado vegetativo, recurriríamos a nuestra imaginación para escapar de lo cotidiano.
Hace dos años, no existía ningún libro de narrativa contemporánea ecuatoriana, ahora existen dos según tengo conocimiento, a uno le faltan juguetes, el otro libro en cambio, es tan invisible como su título. ¿Quién de todos sobrevivirá?, es el dilema a resolver.
Quito, 15 de julio de 2011
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