Mi vecina del piso de arriba se la pasa culiando y yo le llamo la culieski; la oigo mientras disuelvo el azúcar de mi café y bajo la tutela de sus botes y gritos no puedo ni tomármelo. Yo ya estaba tranquila y lista para olvidar pero los gritos y botes han venido a dementarme. Yo soy mayor y buena, aunque ando depre porque mi esposo me dejó y porque la culieski no me deja dormir ni olvidar. Estuve peor antes y ahora, aparentemente, estaba bien pero ya no estoy tan segura de cómo estoy por la culieski. Estoy sentada, eso es seguro, revolviendo mi café, eso es seguro. El muy tarado se fue después de que se llevó la plata y por eso ahora me toca un departamento bullicioso, lleno de culieskis, lleno de bestias, lleno de perros y perras y gatos. Su partida, que me tomó por sorpresa, fue un golpe; terapias, medicamentos, mi existencia pacífica al fin recuperada pero interrumpida en cualquier momento por la culieski.


musculosamente_escoba.jpg


Hoy es martes y todos los martes tengo clase de latín; me metí para no oír a la culieski; tomo la clase en la universidad de al lado a pesar de que mi edad está a kilómetros de la de mis compañeros; incluso, lejos de la media del profesorado, que se perfila como la intelectualidad de hoy y digo que vamos mal si así está la intelectualidad de hoy. Además de la distracción lo que me gusta es que el latín es un remate de síntesis, el término de la verborrea tarúpida, aunque también hay otras cosas como por ejemplo el acceso a terribles fábulas como la de Lucrecia, que me recuerda indefectiblemente a la culieski de arriba. Me voy a clase de latín y vuelvo y la güelfa no se calla; más de una vez he golpeado el techo con el mango de la escoba para que se calle pero nunca lo hace porque la escoba, por lo general, no es arma buena; asimismo he dejado, numerosas veces, notas en la puerta de su departamento pero nunca las respeta porque la escritura, por lo general, tampoco es arma buena; he hablado también con el administrador, CravinPinus, pero no dice nada, se rasca la barriga como mudo y no dice nada. Nunca la he visto, nunca he visto a la culieski, quiero verla a la muy trola para decirle: amor mío, no quiero ser tajante pero deja de culiar tanto.

Los miércoles también escapo y voy al supermercado. El supermercado es un escape, una excusa para huir y evitar a la culieski, sus gritos y botes.
mucculosamente_cama.jpg
Resumo mi semana:

Los jueves estudio latín por mi cuenta en la biblioteca.

Los viernes estudio latín por mi cuenta en la biblioteca.

Los sábados cuando oigo botes y gritos imagino esto:

No se trata de un solo hombre sino de cuatro, que la rodean para realizar un bochinche orgiástico; la culieski tiene los labios carnosos como ballena morena y se la chupa primero a un tal Rocco, sin cesar, como quien chupa un helado con crema y su lengua es una brocha gorda que pinta su miembro, un ladrillo de duro, un ladrillo que se pinta con brocha gorda. Mientras tanto un tal Huón, que tiene la paloma como un avión, relame el clit de la culieski que es el pico de un gallo, su lengua es la turbina, tanto relame que la culieski se viene con estallidos tocando el techo; la culieski le hace la paja a un tal Vodú con la izquierda y a un tal Mandingo con la derecha; éste último es un miembro pegado al hombre, su picha es de fuego, escupe chispas cálidas de semen que alzan la línea del deseo; y de pronto el tal Huón coloca su salchicha primero por delante, la panocha es un lobo arrugado que come ávido el embutido, y después sin pedir permiso la abraza por detrás y le coge con su mano derecha la teta derecha y con su mano izquierda la teta derecha, también. Su miembro que además de salchicha es una linterna filosa sigue mientras ella grita y sigue pintando el ladrillo de Rocco que tiene un tanquero de espuma del mar por vomitar; y sigue pajeando a los otros dos con ambas manos, finas y largas, pero toscas por la velocidad. Al Mandingo le toca e inserta su metro melenudo y termina enseguida enjaulado en la vagina porque los gritos de la culieski lo desquician, mientras el Rocco encesta su trolebús por delante y ayudado por Vodú que hace lo propio por detrás hacen un sándwich triple, tres members dos hoyos, afeado por la mayonesa, y ella goza histéricamente, da botes que bañan el cosmos como páramos de agua.

¡Sólo así se explican sus botes y gritos demenciales!

¡No hay otra aclaración!

¡Nunca paran!

¡Qué imaginación tengo para ser una vieja que estudia latín!

Yo misma me sorprendo.

Los domingos me doy un descanso de tanto estudiar y me pongo a vivir recuerdos mientras disuelvo el azúcar del café y escucho e imagino a la culieski. Un grito y un bote tras otro, una capacidad para botar y culiar que admiro, que admiro mucho más que nada en el mundo. Hay determinadas prohibiciones en mi vida que me conducen a la admiración de la culieski, una de ellas, creo, es mi imposibilidad para culiar; otra, creo, es mi imposibilidad para dormir, algo que nunca pude porque no tuve sueño, así como tampoco pude cocinar porque nunca tuve cocina ni verga acechándome para culiar porque mi ex no tenía ni verga. musculosamente_cafe.jpgLo único que tengo ahora es una escoba con la cual nunca barro y con la que golpeo el techo para que se calle la culieski y lo único que he aprendido a hacer ha sido café, pero me falta la cremita para que no siga diluido con la angustia de la amargura. El trolo de mi ex, que ni verga tenía, siempre hacía el café; le daba mucha importancia a la bebida, y preveía accidentes, hambres, sueños, era cuidadoso, era cuidadoso, pero nunca se comidió, presumiéndome incapaz, en culiarme bonito porque no hospedaba semen alguno pues no guardaba verga alguna; pero en realidad no es la culiación ni el sueño los que me llevan al llanto de la envidia, no son esas prohibiciones las que me conducen a ninguna parte sino otras que, simplemente, no puedo verbalizar acá. A lo mejor es la culieski, a lo mejor es el CravinPinus que ya lo estoy viendo como golosina porque alguna vez quise tener un feto, y ahora lo más cerca es él.

Ahorita mismo ha empezado otra vez la culieski a emitir gritos incontrolables con sus acompañantes, botes que no aguanto; voy a su departamento ahorita mismo, ya vengo…

He vuelto; primero llamé a Cravin para que viniera conmigo: se asomó con lentitud y nos dirigimos al departamento de la culieski cuya puerta, al llegar, permanecía entreabierta y tanto Pinus como yo tragamos porque vimos por el resquicio que la culieski estaba culiando con cuatro, todos como yo los había imaginado, y tanto Cravin como yo no nos atrevimos a interrumpir. Salvo gordura y vellos, lo que vimos era idéntico a lo que había imaginado: CravinPinus tragó al igual que yo y ambos bajamos y empezamos a culiar primero en cuatro y por detrás, y después en la bañera, de rodillas, se la chupé y le di de latigazos hasta que terminó y se deslechó en mi cara y yo me cagué y me meé en la suya y tuve por fin un orgasmo...

Ahora me despierta la culieski con sus botes y gritos nuevamente; mi encuentro con CravinPinus lo he imaginado, supongo. La culieski emite gemidos y botes imposibles, la están cortando, esto no puede ser, voy a su departamento ahorita a pesar de que nunca he sido hincha de la confrontación pero ahora, en el poniente de mi vida, he decidido que no más, voy a enfrentarla.


musculosamente_mujer.jpg


Más cuentos aquí...


Ilustraciones: 
Escoba
http://dejirones.blogspot.com

Cama
http://www.esloqueyocreo.com
Café
http://sinprobarpipasfacundo.blogia.com
Mujer
http://www.entremujeres.com

Esteban Mayorga (Quito, 1977). Estudió Lenguas Aplicadas en la Universidad Católica de Quito. Obtuvo una maestría en Administración Pública en la Universidad de Idaho, y en Literatura Iberoamericana y Pedagogía de Segunda Lengua en la Universidad Estatal de Washington. Actualmente estudia el doctorado en Literatura Iberoamericana en Boston College (EEUU). Un cuento violento (El Conejo, 2007), su primer libro, resultó ganador del Premio Joaquín Gallegos Lara 2008. En el 2009, obtuvo el Premio Nacional de Novela Pablo Palacio con Vita Fruni.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad Universitaria, delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, a través de la Dirección de Literatura, Zona Administrativa Exterior, edificio C, 3er piso,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, teléfonos (55) 56 22 62 40 y (55) 56 65 04 19,
http://www.puntoenlinea.unam.mx, puntoenlinea@gmail.com

Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
Zona Administrativa Exterior, edificio C, 1er piso, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México,
fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

La responsabilidad de los textos publicados en Punto en Línea recae exclusivamente en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de la institución.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.