Arturo Buenaventura, oficina de los libros más valiosos, Biblioteca Nacional, La Paz, septiembre de 2001. Llegué a La Paz con el propósito de entrevistarme con el profesor Arturo Buenaventura, un estudioso de historia y literatura boliviana y encargado del tutelaje de los libros más valiosos que poseía la Biblioteca Nacional. Por intermedio del doctor Font, hice los primeros acercamientos con el trabajo del profesor Buenaventura, Movimiento nazi de principios de los años 30 y su influencia en las expresiones artísticas de las comunidades indígenas de Bolivia. Me fue sencillo dar con la dirección de la Biblioteca Nacional, lugar donde el profesor Buenaventura pasaba la mayor parte de su tiempo. Bastó con tomar un taxi y sugerirle la dirección al conductor para que éste, a toda velocidad, me llevara por una carretera repleta de saltos, debido al pésimo estado de la vía, y de vértigo, debido a la imprudencia del conductor. En el interior del edificio de la Biblioteca Nacional, una secretaria advirtió mi presencia tras mencionarle que tenía una cita con el curador de los libros más valiosos. La misma secretaria me guió por varios pasillos hasta dar con una puerta de metal, estilo bodega. En cuanto se abrió la puerta, una diminuta figura, con el pelo lacio y lamido hacia atrás, salió a mi encuentro. “Usted debe ser el estudiante que viene desde Barcelona”, mencionó. “Así es”, respondí entregándole una carta suscrita por el doctor Font. “Usted no es Catalán ―dijo―, por su acento percibo que es sudamericano.” El profesor Buenaventura me invitó a pasar a su oficina, y a decir verdad esperaba más de lo que veían mis ojos; para ser el lugar donde se guardaban los libros más valiosos, estaba muy descuidado, los libros y manuscritos crecían en columnas por todos lados, había humedad en las paredes y en el piso, que seguramente había desgastado el papel y cubierta de más de un libro. Era difícil respirar en aquel sitio, tanto que tuve que sacar mi inhalador para apaciguar un ataque de asma. El profesor me pidió, con amabilidad, que tomara asiento, mientras se colocaba unos pequeños anteojos que hacían juego con su diminuto cuerpo, para leer la carta que le enviaba su amigo el doctor Font. Cuando terminó de leer la carta, el profesor mencionó que yo estaba escribiendo una tesis. “¿Y de qué trata su tesis?”, preguntó. “Del Capitán Ernst Röhm, Comandante de las SA”, respondí. “Ya veo, dijo el profesor, acompáñeme.” Seguí al profesor hasta un estante, me pidió nuevamente con gentiliza que le alcanzará un libro de su autoría; mientras lo hacía, murmuró que Röhm era homosexual, eso seguro ya lo sabía. Le entregué un libro de pasta dura, color café con letras doradas en la cubierta. Éste es el libro clave para entender qué vino a hacer un nazi por estas tierras olvidadas y más en los años veinte, mencionó.
Josep Font, sentado en una banca del restaurante Maitea, en la calle Casanova (Eixample), Barcelona, junio de 2001. Llegué al Maitea a eso de las siete de la noche. Las calles de Barcelona resplandecían como espejos a causa de la llovizna que caía en la ciudad. Una docena de motonetas aparcadas al filo de la vereda me indicaron que había dado con la dirección correcta. Atravesé un pasillo repleto de gente, algunos sentados y muchos otros parados y agolpados frente a la barra. Un camarero me indicó que la persona que me esperaba estaba en el fondo del bar en la segunda sección, un lugar compuesto por dos arcos que dividían el sitio en dos bóvedas, ambos con cuatro mesas. En una de aquellas mesas estaba el doctor Font, sujetaba una jarra de cerveza y fumaba el primero de una serie de cigarrillos. Es en este lugar donde el doctor Font me contó la historia de cómo conoció al profesor Arturo Buenaventura. Lo conoció en un seminario cuyo título era “Los derechos humanos y su interrelación con la literatura”, celebrado en Barcelona, en el año de 1994. El inicio del acto estuvo a cargo del profesor Joan Pla, coordinador académico de la Facultad de Letras y Literatura, quien hizo un amplio recorrido por la hoja de vida y la experiencia del profesor Buenaventura, seguido de un largo discurso sobre la problemática de los derechos humanos en Europa y sus repercusiones en América Latina. Una vez concluida la presentación, el profesor Pla invitó al profesor Buenaventura a subir al estrado. Pero, ahí mismo, el profesor Buenaventura se negó a subir a la tarima para iniciar el seminario. El profesor Pla, intranquilo, fue hacia donde permanecía sentado el profesor Buenaventura y le preguntó al oído la causa de su displicencia. En medio de las risas de todo el auditorio, el profesor Buenaventura accedió a subir a la tarima y sujetando el micrófono, mencionó la causa por la cual se negaba a hablar aquella mañana. “Es debido a su afán de sobresalir ―dijo, dirigiéndose al profesor Pla―, usted ya lo ha dicho todo ―continuó―, y me niego a comentar sobre un tema ya discutido.” Dicho esto, el profesor Buenaventura descendió por los escalones y abandonó el lugar en medio de la algarabía de los estudiantes, dejando al profesor Pla, y sus pretensiones, seco como una planta marchita. Cuando los estudiantes empezaron a desalojar el auditorio, el doctor Font me contó que buscó al profesor Buenaventura y lo felicitó por su participación. Éste lo saludó atentamente, ya entonces era un hombre muy atento. El doctor Font le preguntó dónde podría localizarlo para enviarle alguno de sus trabajos. El profesor Buenaventura le entregó una tarjeta que rezaba: Profesor Arturo Buenaventura, oficina de los libros más valiosos, Biblioteca Nacional de Bolivia. “¿Qué es la oficina de los libros más valiosos?”, preguntó intrigado el doctor Font, ya que la palabra oficina le sonaba a burocracia. Y el profesor Buenaventura le respondió: “Amigo mío, no puedo explicarlo con palabras, tendría que verla con sus propios ojos para saber cuán pequeña es la oficina de los libros más valiosos en mi país.” |
Ilustraciones:
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Jorge Luis Cáceres (Quito, 1982). Estudió Leyes en la Universidad Internacional del Ecuador y una Maestría en Criminología y Ejecución Penal en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha escrito los libros de cuentos Desde las sombras (Ed. El Conejo, 2007) y La flor del frío (Ed. El Conejo, 2009). Ha sido antologado en El Desafío a lo imaginario, antología binacional contemporánea peruano-ecuatoriana de cuento (Casatomada, 2011). Varios de sus textos han sido publicados en revistas y suplementos impresos como Letralia, Punto en línea, El otro cielo, Los poetas del 5, entre otras. Estudió escritura creativa en el Laboratorio de Escritura de la ciudad de Barcelona. Actualmente tiene preparado el libro de cuentos Aquellos extraños días en los que brillo, de próxima publicación con Borrador Editores de Perú.Su página personal es: www.jorgeluiscaceresa.wordpress.com |