En serio, Luisa, esto era innecesario. Hubiera sido suficiente con un café y un panecito. Sí, te acepto una copita de tinto. Ay, es que con este clima como que se antoja, ¿verdad? Un vinito y un quesito de cabra, de ese que venden en Superama. Muchas gracias. Uy, qué rico está, Luisa, ¿qué reserva es? Vaya, no creí que la 2006 tuviera tan buena cepa. Cuando te vuelva a ver, yo te traigo uno que descubrí en Italia, es siciliano, excelente vino, para combinarlo con un buen filete mignon o el que se te antoje. Pero para qué te estoy diciendo esas cosas si ya vi que tú eres una experta; con ese aroma que sale del horno, vuelves carnívoro hasta a Shayá Michán.

¿Tenemos que hablar de eso ahora? La verdad es que la cena pinta deliciosa y no me quiero amargar la noche recordándola. Bueno, tienes razón, si no arreglamos ese asunto ahora, no vamos a disfrutar el vino como se merece. Pero te advierto que no sé luchar contra la nostalgia, o sea, sé luchar contra la pobreza, contra el desencanto, y hasta contra las necedades de mi padre, pero no contra la nostalgia. Si de repente me invade, no me da tiempo ni de decir agua va. Nada más me trabo y lloro. No te preocupes, no te lo digo para que me abraces si me llegara a pasar; pero cuando menos saca unas servilletas para que me limpie los mocos.

Aún yo no sé quién es / lo que deben saber mis pies / la siguen como las ratas / a la flauta de Hamelin / para perderla después…

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Luisa, no inventes, ¿cómo sabes que esa canción me fascina? La primera vez que la escuché estábamos en Poza Rica, ella y yo. Ella había ido a un congreso de medicina y a mí me daba curiosidad conocer la ciudad. Así que nos hospedamos en un hotel de cinco estrellas; era lindísimo, con ocho pisos y lleno de balcones, en donde yo me la vivía por las tardes hasta que la iba a alcanzar a la universidad; de ahí al resto, a comer algo. Bueno, creo que el hotel me pareció divino porque, en primer lugar, tenía aire acondicionado y el calor de la ciudad es espantoso; en segundo lugar, porque ahí dejó de aburrirme el sexo. O sea, el sexo en general. Ay, qué rara me siento hablando de esto contigo, justo contigo, Luisa. Sí, yo entiendo que todo esto fue su última voluntad, y ni modo que ni siquiera tengamos la decencia de cumplirle un deseo tan simple como ése.

Y yo qué sé / dónde va, dónde vive / y todo está mal / y siempre es igual…

¡Pero qué delicia! ¿Cómo le hiciste para que te quedara toda la piel tostada y con ese juguito? Antes de que me vaya, recuérdame pedirte la receta, por fa. Es que soy malísima para recordar los nombres de condimentos y las cantidades. ¿Me puedes pasar ese pedazo de pierna? Muchas gracias.

Pues sí, te decía. Antes de ir a Poza Rica no le encontraba ninguna gracia al sexo. Todo me aburría, hasta el sexo oral. Lo que pasa es que todas con las que había estado, eran muy toscas, como atrabancadas. Les ponía los labios suavecito, así para que se humedezcan con el aliento de sus labios, y sácatelas, ya te estaban metiendo la lengua como si estuvieran limpiando la tarja de la cocina con sosa cáustica; o me echaba a la cama, con ellas encima, las tocaba tantito y parecía que les apretaba el on, y se ponían a restregarse en todas partes como uno de esos cochecitos de pila. Oye, en serio wow con esta pierna, ¿eh? La consistencia de la grasita te quedó impecable, y la carne se deshace en la boca. No te preocupes, con esa lechuga es suficiente. Sería una pena llenarme de ensalada con este manjar. Perdona, a veces me distraigo fácilmente. Pues te decía que mi experiencia con los besos y los arrimones fue horrible hasta que estuve con ella en Poza Rica. Te debo confesar que sí nos vimos algunas veces antes, pero siempre tratamos de no forzar las cosas; como lo nuestro había comenzado con una buena amistad, habría sido una pena tirarlo todo a la basura por un revolcón cualquiera. Por eso nos dimos tiempo, de hecho, yo creo que demasiado tiempo para ella. Recuerdo que ya se estaba desesperando. O a lo mejor se estaba acostumbrando. Quién sabe. El caso es que se le notaba cada día menos la alegría cuando nos veíamos. El día que nos besamos fue algo increíble. Yo estaba en el balcón, mirando las torres de Pemex, y ella se acercó y me dijo que debía hablar conmigo, que como íbamos a pasar varias noches en el mismo hotel, más valía saber a lo que ella se atenía y a lo que yo me debería atener, pues seguramente más de una vez nos íbamos a emborrachar y luego, de no aclarar las cosas, iba a haber malos entendidos inevitablemente. Ella me miraba con una cara de perrito faldero que no te puedes imaginar. Ah, perdón, tienes razón, se me olvida que estoy cenando con “el amor de su vida”. Pues nada, al verla con esa cara de mujerona vulnerada, me dio emoción, y no sé, de repente le dije que quería besarla para darle una respuesta. Obvio nos besamos, y no nos dimos ninguna respuesta, nada más un faje de aquellos, ahí mismo en el balcón, con todos los petroleros echándose el espectáculo. La cosa se dio muy espontánea y eso me gustó de entrada. Yo creo que fue porque no me dio tiempo de dudar, y siempre que dudo termina por ganarme el miedo.

… If I’m coming on too strong / hate to stare / but you’re winning / And they’re playing my favorite song…


gourmet_ninetyone.jpgEsto es como la lengua almendrada ¿no? La salsa está un poquito dulce para mi gusto, pero está rica, no te preocupes. Te aplaudo. Esa temporada con ella fue increíble. Hacíamos el amor dos veces al día, antes de comer y después de cenar. Era una verdadera utopía, excepto porque yo siempre estaba con hambre. Mira que acostarse con ella, y tú lo sabrás mejor que yo, no es la actividad más pasiva del mundo; si a eso le unes el hecho de que siempre comíamos verduras y nada más verduras porque, ya sabes, como veggi radical, no sólo le hería meterse trozos de carne a la boca, también le hería que otros lo hicieran frente a ella. Por eso me pasé todos esos días prácticamente en ayunas, a punta de hierbitas. De ahí que a la hora del sexo nos la pasáramos tan bien. Ella se daba cuenta del sacrificio que yo tenía que hacer; y me devolvía el favor en la cama. ¿Sabes?, una vez casi me desmayo de lo intenso que fue. Supongo que me debió haber visto con la cara pálida porque me preguntó si quería un vaso de agua. Sólo esa vez sentí como que me aturdía, pero después le encontré el truco.

Por favor, pero no me vayas a llenar la copa que siento que ya se me está subiendo. Qué linda, gracias.

Eres como el agua de limón / que parece de melón / pero sabe a tamarindo…


No inventes, ¿a ti también te aplicó esa dictadura veggi? ¡Qué horror! Digo, lo mío con ella fue bonito pero sólo duró lo que duró el congreso. Tú viviste con ella varios años, ¿no? Sí, me imagino el estrés. Además, no es por adularte ni porque te hayas aventado esta cena, pero la verdad todos los del ambiente te conocen. Y, créeme, más de uno se siente amenazado por tu talento. Buena chef, dicen. Si supieran.

Oye, híjole, qué pena, pero la verdad es que ya estoy picada con el vino. Abre otra botella y te juro que esta misma semana yo traigo unas para reponértelas.

Por cierto, te quiero preguntar algo medio atrevido, ¿nunca la llegaste a odiar? Es que, bueno, en realidad yo pasé poco tiempo con ella, y de todas maneras me pareció espantosa la certeza de su nombre y de su cara cuando acepté que era el miedo lo que me hacía apagar la luz al meterme a la cocina para buscar un pedazo de jamón o una caja de leche atrás de la nevera. Ay, no, Luisa, no te pongas así. Si te lo pregunto es porque yo también lo llegué a sentir. Y no, no estamos haciendo esto por sentimiento de culpa. Vaya, cuando menos de mi parte, creo que fue el amor lo que me trajo hasta aquí, no la culpa. Después de todo, por encima de sus obsesiones siempre estuvo su generosidad, y eso le gana a muchos defectos. Fíjate nada más el tamaño de regalo que nos dio. Sí, pues. Esta clase de cena no es mi hit; pero recuerda que fue su última voluntad. Había que hacer el esfuerzo, ¿no? Si no puedes con la lengua nada más cierra los ojos y muerde. Además, y no lo digo por halagarte, está de maravilla.

…y aunque estés adentro / y este sentimiento / se me antoje eterno / esta lejanía duele cada día…


¿Pero cuánto le tuviste que pagar a los chicos del hospital? Ándale, dime, te coopero. ¿Y ya con los cortes y todo? A mí me enseñaron a agradecer los buenos gestos, y este tipo de cosas más. Mira, ten esto y esto, te los dejo aquí en la barra para que no tengas que agarrar dinero ahorita. De veras que te volaste la barda, Luisa. Qué rico te quedó todo. No, claro que yo no te hubiera cobrado si fuera yo la que cocinara; pero es que seguro debió ser un buen billete nada más por la mordida, y la renta de la camioneta y el vino, que por cierto, lo vi por ahí, en un catálogo o algo así, y se me hace que no es barato. De veras, Luisa, te doy esto, mira. No me veas así, en serio, me encantó, y no se me ocurre ahorita otra forma de hacértelo ver. Bueno, está bien, yo cocino la próxima vez. Sí, otro poquito de vino, por fa, estoy llenísima.

gourmet_thoursie.jpg…I want to lay like this forever /  until the sky falls down on me...

Perdóname. Ahora sí me puedes pasar una servilleta. Gracias. No es nada, no te preocupes. Sinceramente, vine aquí porque pensé que no lo ibas a poder hacer. Sí, todo esto. Hasta pensé en mandar a pedir pizza por si las dudas. Es feo darse cuenta de que nuestro afecto ni es único ni es el mayor.

Ya, ya me tranquilicé. Híjole, qué pena me da el teatrito. ¿Sabes? Me siento culpable por gorrearte una cena así, yo hago la próxima en mi casa. Sólo dime otra cosita más, ¿de dónde saco la receta? Yo creo que el pollo también ha de quedar rico.

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Ilustración:
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Diego Salas (Xalapa, 1984). Poeta y guitarrista de jazz. En 2005 obtuvo la beca del Programa de Intercambio de Residencias Artísticas, otorgada por el Fonca. Participó en el festival internacional de poesía “Marché de la poésie”, organizado por la Maison de la poésie à Montréal, y en “Noches de poesía”, organizado por la traductora Elizabeth Robert. Ha colaborado en antologías de México y Argentina, así como en revistas electrónicas como Litoral E. Es autor de Andar (UV, 2010).

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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