Cuando un arequipeño se despide temporal (o no tan temporalmente) de su tierra, y con mayor razón si se va a Lima —la capital peruana—, suele recibir desde consejos pueriles hasta recomendaciones atendibles. “Cuando uno se llena de limeños —decía mi amigo Sergio—, se llena también de mala vibra. Por eso, vuelve pronto y, si no puedes, entonces para llenarte de energías haz una cosa: ¡acuérdate del Misti!” Y, sí, le hice caso. En esta breve crónica no hago más que notariar la realidad, con sus excesos y despropósitos, sin pretender herir susceptibilidades, y, así, trato de lanzar una advertencia: algunos arequipeños se sienten felices porque la Arequipa de los megacentros comerciales y del boom constructor, que salvajemente está acabando con la campiña, se parece cada vez más a Lima. Parecernos a Lima —cosa que, insisto, ya está ocurriendo— es lo peor que nos puede pasar. Ahora, por ejemplo, ya no puedo ver el volcán Misti ni siquiera subiendo al techo de mi casa...

cronica-llegar-lejos1-puente.jpg“Fírmamelo, por favor”, y me ofrece la última hoja de mi libro. Es la primera vez que voy a autografiar un libro por detrás. Tampoco he firmado muchos que digamos, pero la experiencia cuenta.

—No un tengo bolígrafo a la mano —le digo revisando mis bolsillos.

—No importa —repone él—. Yo lo consigo.

Mientras estampo mi firma y trato de recordar la fecha, levanta la voz: “Éste muchacho va a llegar muy lejos.”

Y tenía razón. Para alguien que no es de Lima, esta ciudad es un tormento de distancias que casi siempre resultan insondables. Por la tarde tengo que ir a la casa de un célebre periodista argentino. Sólo tengo como referencia el colegio Inmaculada del distrito de Surco.

Con el libro que vendí apenas me alcanzó para pagar el taxi (regateo de por medio). El viaje desde Jesús María se me hizo tan largo que llegué a pegar algunas cabeceadas. Salí de la última espantado. El taxista frenó en seco y me fui contra el asiento delantero.

De pronto, un sujeto rapado se bajó de un automóvil rojo y se aproximó a mi taxi:

—Bájate de una vez, conchatumadre.

—¡Déjame avanzar y no jodas! —exclamó algo atemorizado el conductor de la unidad móvil que tuve la mala fortuna de elegir para llegar a la casa del periodista.

—¡Te he dicho que te bajes! —replicó dándole un patadón a la puerta del auto.

—Yo no me bajo por gusto, yo no me bajo por las huevas —dijo tratando de tomar valor y recibió como respuesta un escupitajo y un soberano sopapo que fue definitivo. Lo hizo acudir a un fierro escondido debajo de su asiento y saltar prácticamente de la nave para encarar al adversario:

—De una vez, mierda.

—Ah, así te defiendes —y empezó a retroceder.

—Mueve tu cojudez —le ordenó—. Ya te dije que yo no me bajo por las huevas.

El individuo volvió a su carro y regresó con un arma tapada a medias con un calcetín blanco. Yo estaba convencido de que venía por los dos. Y recordé a mi viejo amigo Sergio, a quien pude ver, allá, en Arequipa, otro decepcionado de Lima: “¡Regrésate a tiempo!, ésa es una ciudad de mierda… O te regresas o te vas a terminar convirtiendo en uno de ellos.”

—Si quiero te mato ahorita —y le apuntó con el arma en la sien—. Te mato y no pasa nada, ¿cómo la ves?

Pero no lo hizo. Regresó al auto rojo y arrancó a toda velocidad. Estábamos a un par de cuadras de un colegio.

—¿Qué hacía con esa arma? —le pregunté al taxista tratando de recomponerme de la impresión—. ¿Era un milico taxeando?

—Seguro un tombo pichirruchi, así de maricas son estos tombos.

“A la policía se la respeta”, digo para mis adentros. Y la ironía es un pasajero más en lo poco que nos resta de viaje.

Ubico la casa de Giacosa y él me abre la puerta:

—Orlando, ¿te sentís bien?

Paso y le cuento todo lo que acaba de ocurrir mientras él prepara dos infusiones de anís.

—Tranquilo, che, que no estás con el enemigo.

Tiene razón. Lima no es el enemigo. Los limeños, seres que viven deprisa, agitados y casi siempre confusos. Cuando les pides permiso para ingresar al bendito Metropolitano no hay respuesta. Parecen haberse convertido en autómatas. Acá las buenas formas y maneras no importan.

—Guillermo, en Lima todos son unos hijos de puta.

—Tampoco es así, Orlando, lo que pasa es que te tratan como te ven.

—En este país el que no se jode, jode a los demás —le digo. Pero la frase no es mía, sino de Zavalita. Y si pasas por Lima y tratas de sobrevivir, sabes que es un dogma, una verdad granítica que duele tanto como la selección nacional de fútbol… Que, supuestamente, iba a llegar lejos. ¿Yo lo haré? “Aquí no, aquí no”, me repito mientras espero un taxi que, ojalá, me lleve a casa. Imposible: mi casa está muy lejos, en Arequipa, y allí sí que quiero llegar.


Lima,  junio de 2012


Ilustración:
Raúl Chiquimia Ramos, Puente de Fierro, 2012

Orlando Mazeyra Guillén (Arequipa, Perú, 1980). Es escritor y cronista. Ha publicado Urgente: necesito un retazo de felicidad (Bizarro Ediciones, Lima, 2007)y La prosperidad reclusa (Casahuesos Editores, Arequipa, 2009). Es colaborador de El Pueblo y ha publicado ficciones y crónicas en El Malpensante (Colombia), Hildebrandt en sus trece (Perú) y otros trabajos narrativos en revistas literarias virtuales como Ciberayllu, Cervantes Virtual (Alicante), El Hablador (Lima), Letralia (Venezuela), Hermano Cerdo (México), Badosa.com (Barcelona), Destiempos y en el Proyecto Patrimonio de Santiago de Chile. Ha sido incluido en las antologías Disidentes 2: los nuevos narradores peruanos 2000-2010 (Ediciones Altazor, 2012) y 17 cuentos peruanos desde Arequipa (Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa, 2012).

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad Universitaria, delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, a través de la Dirección de Literatura, Zona Administrativa Exterior, edificio C, 3er piso,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, teléfonos (55) 56 22 62 40 y (55) 56 65 04 19,
http://www.puntoenlinea.unam.mx, puntoenlinea@gmail.com

Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
Zona Administrativa Exterior, edificio C, 1er piso, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México,
fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

La responsabilidad de los textos publicados en Punto en Línea recae exclusivamente en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de la institución.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.