La sociedad sueca contemporánea a través de su literatura (1990-2011)
María Elena Guzmán
Alpe Ediciones
México, 2012


 


Son escasas las referencias históricas de la relación entre México y Suecia. Una de ellas es la del diplomático mexicano Gilberto Bosques como embajador de México en el país escandinavo desde 1945 después de su “aprehensión” en Francia, durante la época de la terrible República de Vichy, cuando Bosques ayudó a judíos y perseguidos políticos a salir de Europa, pues los representantes de este gobierno francés eran hostigados por su verdadero jefe: el nacionalsocialismo de Adolf Hitler.

Este hecho aislado, que evidencia el periodo de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la post guerra, es el momento medular en el que se erige el ensayo de María Elena Guzmán, donde desentraña el origen, desarrollo y prospectiva de la literatura sueca actual. Si bien en el libro hay referencias literarias desde los siglos XVII o XVIII, o incluso anteriores, lo cierto es que después de la segunda Gran Guerra hubo un quiebre en la sociedad occidental que transformó radicalmente las formas de expresión y disciplinas que han interpretado los deseos del ser humano, incluyendo a la literatura.

En este sentido, Suecia no se quedó atrás, ya que también sufrió los cambios ideológicos en la política, en la economía y en la cultura que dieron resultado a una enorme cantidad de libros, en especial novelas. Al leer el análisis que la maestra en Literatura Sueca y Nórdica por la Universidad de Estocolmo realizó para entender a esta sociedad por medio de su literatura, vienen a la mente diversos episodios históricos que se relacionan con algunos que ocurrieron y están ocurriendo en México, como la política estabilizadora por parte del Estado después de la guerra, el afincamiento de las ideas socialistas, la posterior exigencia de libertades, igualdades, y la ruptura del modelo económico proteccionista hacia finales de la década de 1970, cuando el neoliberalismo y el acceso masivo a las telecomunicaciones comenzaron a acercar a los habitantes del mundo con la misma rapidez con la que el sentido de colectividad se alejó de las personas hacia el siglo XXI.

El mundo en los últimos sesenta años se fue haciendo más pequeño y globalizado, por ello México y Suecia están más unidos; sin embargo, hay pequeñas diferencias que hacen que una sociedad y, por ende, una tradición literaria cambien de manera significativa entre el país que está en aquella península y el país americano. Éste último es un continente dentro del continente. La investigadora egresada de la UNAM, María Elena Guzmán, realizó una labor titánica en este libro ya que trató de entender esta alejada y nublada sociedad ―al menos para muchos de nosotros― a través de sus letras, de sus escritores, por medio del pensamiento de sus periodistas y ensayistas críticos.

Es un análisis de lo escrito en los últimos veinte años. Cosa que no se ha hecho con rigurosidad sobre las letras mexicanas, por ejemplo. En su libro Guzmán describe qué tipos de novelas se están escribiendo en el país europeo y cómo lo están haciendo, tocando temas que de manera directa o indirecta ocurren en las diferentes esferas sociales. La novela negra, la autobiográfica, la histórica, la novela psicológica o épica, son ejemplo de ello. Dentro de estos subgéneros la investigadora revela autores hasta entonces desconocidos en esta parte del planeta como lo son Stig Larsson, autor de Los Autistas, quien inspiró a toda una generación que, desilusionada por el fracaso de los nacionalismos, las religiones, la democracia y la ley, decidió perderse colectivamente para conocer el mundo en busca de su identidad individual.

Guzmán enlista una serie de novelas que buscaron romper todos los esquemas morales e ideológicos que la sociedad de la segunda mitad del siglo XX trató de imponer para alcanzar esa felicidad que nunca llegó. El subgénero de horror-repulsión, que no es propio de Suecia sino de todo Occidente, muestra cómo los escritores suecos inflaron los arquetipos con locos homicidas, vagabundos inmorales, asesinos que intentaron tocar de manera directa y certera a esa moral que tanto querían criticar y que así hicieron a través de la narración escrita.

Larsson aquí se presenta como un autor amoral que inspiró a otros a tratar los temas tabú para reflejar que esa violencia física y psicológica sí existía, a pesar de que las autoridades querían o tal vez aún quieren ocultarla. La autora también reflexiona sobre estas novelas cuyos protagonistas son referentes generacionales que vivieron en los años ochenta y noventa del siglo XX; adultos libres, libérrimos que sólo pensaban en ellos mismos como eternos jóvenes, pues como lo dice María Elena Guzmán, fueron hijos de los movimientos socialistas y libertarios de las décadas de 1960 y 1970, pero a ellos, jóvenes en los noventa, ya no les importó nada sino cultivar sus propios placeres. Guzmán explica qué ocurrió en la política sueca durante estas décadas, cómo ascendieron los gobiernos conservadores y cómo surgieron grupos que querían erradicar las ataduras.

Este proceso de desarrollo de lo individual y de desilusión de lo social también se reflejó en tramas que tienen como punto medular el abandono de las religiones preponderantes para asumir nuevas posturas espirituales muy personales, como el New Age, que se apega al crecimiento del alma del individuo en relación con los ciclos de la naturaleza. En esta misma tendencia de lucha hay referencias de autoras que manejan el tema de la liberación femenina, pero en una corriente menos desesperanzadora, más dirigida hacia la ficción, hacia el autoreconocimiento de las emociones y derechos de las mujeres, pero  tratados desde mundos mágicos y despertares sexuales que se parecen más a un cuento de hadas; contraposición liberadora del género de horror-repulsión.

Además, hay una parte relacionada con la creación de la novela histórica en este país que tiene dos vertientes, pero el mismo origen: el ascenso de regímenes conservadores aliados con la entrada del modelo neoliberal, que se mezcló con las crisis económicas y provocó sentimientos de xenofobia y racismo en Suecia. Algunos autores trataron de explicar este tema por medio de novelas de corte histórico que reflejaban las raíces antiguas del pueblo sueco, en contra de los venidos de afuera; pero también hubo novelas que motivaron a acabar con estos sentimientos intolerantes al explicar la crisis, la corrupción en la burocracia y la política a través de la misma historia sueca. Por ejemplo, están aquellas novelas sobre cómo Suecia acogió a refugiados finlandeses, y después a perseguidos políticos de América Latina. Datos que muchos de los ciudadanos suecos desconocían hasta antes de que se pusiera de moda este género histórico.

La novela de misterio en Suecia merece un capítulo aparte porque tal vez es el género literario que más ha llegado a México gracias a autores como Stieg Larsson, Asa Larsson y Jhon Ajvide, con sus casos de asesinatos, de crímenes por resolver, envueltos en un terror psicológico, que  han puesto el nombre de la literatura sueca en lo alto de las letras en el mundo, pues si alguien está escribiendo buena literatura de misterio son los suecos, afirmarían muchos críticos, y en este libro María Elena Guzmán devela los porqués de este boom de la literatura de misterio. La mexicana radicada en el país nórdico ofrece un recuento de la tradición decimonónica del género negro que se escribía desde entonces en Suecia, pero también describe cómo fue cambiando hasta llegar a escritores como Goragson Ludman o Stieg Trenter, quienes pueden considerarse como los primeros escritores de misterio modernos en ese país, o Ander Jonason, cuyas historias son duras e insensibles.

En esta novela de misterio se reúnen dos hechos: la desilusión de los tiempos en que había ideales, ilusiones y utopías en el mundo y también se refleja ese carácter de individualidad extrema que busca incentivar sus sentidos a través del horror y el suspenso. Hay una preocupación por recuperar lo perdido, los valores previos a estos tiempos modernos, pues esta novela se pregunta ¿qué es maldad?, ¿qué es el bien? Y eso es un interés por lo moral, lo ético y lo social.

Este libro es importante para México, pues abre el panorama de una literatura que cada vez está más cerca de nosotros; evidencia autores desconocidos que también reflejan parte de la historia de la civilización occidental. A través de este espejo nos reflejamos y podemos reconocer nuestras semejanzas y diferencias.


Ilustraciones:
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Marcos Daniel Aguilar (Ciudad de México, 1982). Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es columnista en Relatos e historias en México, Maldoror, Revista de la Ciudad de Montevideo y Mundo Equino. Colabora con Rúbrica, UNAM y La Jornada Semanal. Es editor de la gaceta Cariátide, brevedades literarias. Es coautor del libro Facciones, ensayos sobre Alfonso Reyes (Universidad Veracruzana, 2012). Su libro Un informante es editado por la Dirección General de Publicaciones de Conaculta.

 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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