Esta preña ha resultado distinta, más cansada que de costumbre. La tarde se ve alejarse. Mi andar es denso y la colina no merma en su subida; estos pies míos desfallecen. La espalda se hunde. Juro que es el primero que me obliga a echarme en medio del campo, con otros pude atravesar las praderas en una noche, comer hasta de la planta más alta sin tener que maldecir mientras estiraba mi cuello. No es llanto. Dice el médico especializado que mi hijo debe venir de grandes dimensiones. Él o yo. Sólo deseo que este tormento llegue a su fin; cada día debo enfrentar la batalla de permanecer de pie las ocho horas de sol y el aliento me está faltando.

Denigraste mi vientre y partiste. Los otros relinchan de alegría pues este hijo mío será el legado de grandes corredores y bien que se nota, no espera la hora de salir para ejercitarse, como lo hace envuelto de la membrana que habita bajo la piel de mi vientre. Y partiste. Esta preña ha crecido tanto que parece tocar el piso con su propio peso, la fatiga se hace intensa, ya escucho sus primeros pasos. Lo siento.
 
No estarás para él, ni para mí.
Lo último ante mis ojos fue la linterna en su máxima potencia, la soga alrededor de mi cuello para dejarme quieta, tal como las últimas veces; sólo que ahora, ahora mi grito se acompañó con una negrura que me condujo al fondo, sentí caer al más pesado suelo y éste me atrapó con sus fauces de fiera salvaje. Tu maldad creció en mí. Lo último ante mis ojos fue tu recuerdo de la última visita a nuestro establo, el momento en que decidiste que sería yo tu víctima, la descarga que propinaste en mi interior y la noticia del dueño embravecido de alegría al saber lo que yo supe desde el día aquél en que te despediste, airoso de satisfacción. Fueron meses en vela.

Esta pradera oscura no podrá vencerme, las piernas aún tienen la fuerza de mi juventud; pero el hambre, la sed, la tortura; el grito, el grito de mi grito, su eco, mi dolor. ¿Vendrás? Juro que esta preña me ha desgarrado hasta los huesos; mi único pecado fue amarlo.


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Ilustraciones:

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Cristina Arreola Márquez (Colima, 1988). Es licenciada en Letras Hispanoamericanas por la UdeC y actualmente cursa la maestría en Estudios Mexicanos por la UdeG. Se ha desempeñado en el periodismo, edición y corrección de estilo, así como en la promoción cultural. Parte de su trabajo se encuentra publicado en antologías como A la rosa, muestra de mujeres poetas en Colima, a cargo del poeta Sergio Briceño, y en suplementos culturales como: Destellos, Ágora, La jirafa, Periódico de Poesía de la UNAM, y Revista Monolito, en este último actualmente funge como jefa de redacción. Es autora de la plaquette Nínive de la colección Ouroboros de narrativa (UdeC, 2010).

 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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