CARTOGRAFÍAS / Abril-mayo 2015 / No. 55


 

Cartografías

Guía telefónica de la exclusión


Planos para una ciudad que no existe reúne el trabajo de poetas de Hispanoamérica cuya obra es inédita en México. Propone un recorrido por distintas propuestas y voces de esa tradición de tradiciones que es la poesía en castellano. Son los trazos y las líneas de un grupo de mujeres y hombres que construyen el esplendor y las ruinas de uno de los futuros posibles.

La obra de Cristián Gómez Olivares es un collages de tensiones, de significados, de referentes, de influencias, de humores y de técnicas. En sus libros retoma, desarma, dialoga, desorienta, ironiza y reordena el corpus de las poesías que leemos en América. La variedad de registros y tonos de sus poemas son una muestra de que la escritura no concluye siempre y obligatoriamente en abismos y vértigos. Guía telefónica de la exclusión incluye poemas de los poemarios La nieve es nuestra y Renga, además de una selección del libro inédito La poesía es lo que se pierde en las maletas y se puede descargar íntegro como PDF.

 



Cristián Gómez Olivares

Descargar PDF aquí


 De La nieve es nuestra*
 
 

Única fe
Pariente lejanos, Luz de ceniza, Hegeliano
Cosas que uno piensa cuando debería estar trabajando
El ángel de la historia para el East Side
Se me ha dado una segunda oportunidad
Fotografía de portada
Nabokov
 



Única fe
(My only faith’s in the broken bones and bruises I display)

Lo único que le pediría a los encargados de los departamentos de
español es que de una vez por todas comenzaran a enseñarnos
español. No creo en la inmersión, no creo lo del communicative

approach, perdónenme: pero tampoco le creo a ninguno de
ustedes (cada vez que dicen la tema de hoy en una clase
de estudiantes de post-grado, cada vez que me preguntan

¿cómo está tu marida? y ganan esos mismos ochenta
mil dólares con que podría financiar las visitas al
médico de mi hija. No tengo nada en contra de

ustedes, pero de una vez por todas déjense de confundir
literatura con buenas intenciones, no hay nada más
insoportable que la mentira consuetudinaria de

elevar la visión de los vencidos a la categoría de un
clásico que les asegurará un par de becas y muchas
pasantías en esos lugares de los que tanto han

aprendido, salvo su lengua: han visitado tantas veces
el mismo Santiago que me vio morir, pero literalmente
no se han bañado nunca en el mismo río que nosotros:

al menos dejen de cobrarnos los impuestos que antes
nos cobraron con la figura ominosa de una tradición
a la que tampoco pertenecimos ni me interesa: esos

listados infinitos son la guía telefónica de la exclusión,
la evidencia de que no les interesa ni en lo más mínimo
la poesía dolorosa de los adolescentes si no viene con el

respaldo de la familia, esas casas patronales de las que
el patrón todavía no ha salido, acuérdense por un momento
antes de subirse en el avión que los llevará a la próxima

conferencia de esa hambre por saber cuáles eran las 
verdaderas influencias de neruda, cuál (de todos los
vanguardistas parisinos había sido verdaderamente

amigo de huidobro. Por eso olvídense de las justificaciones
que llevan al pie del cañón y/o debajo de la manga para
sacar de las listas de lectura obligatoria a virgilio

piñera pero incluir por obligación a borges, no vuelvan
a preguntarnos con desdén de dónde salió bolaño ni
qué ha escrito el junot díaz ese porque de borges

(ni más ni menos) es de donde provienen bolaño y
tantísimos otros, no vuelvan a dejarse llevar por
esas ridículas cartas de recomendación que han sido
escritas en la misma serie de producción que el ford T
y las zapatillas de michael jordan, no sigan menospreciando

las publicaciones hechas en revistas marginales de
latinoamérica ni la tristeza de ese peer reviewed system
que sólo puede convencerlos a ustedes, los estudios

culturales están tan caídos en desgracia como la agenda
que los justifica, la paz seguirá dominada por santa cruz
mientras los mismos bolivianos no decidan lo contrario

aun cuando vuestras clases sobre alcides arguedas sean
profundamente intrascendentes, al igual que los amantes
de sendero refocilándose en la lectura de arguedas, que no

tenía mucho que ver ni con sendero ni con ustedes, borges
era asquerosamente clasista pero no por eso deberíamos
dejar de leerlo, sino aprender por sobre todo a releerlo

hasta el cansancio y recordarlos a ustedes con cariño
pensando en la manera en que han envejecido tanto
ustedes como su hippismo trasnochado, su acomodo

resiliente desde esa academia con la cual no pudieron
cambiar ni el mundo ni la academia, pero tal vez nosotros
puesta la fe en nuestros huesos quebrados, en nuestros moretones

tengamos que cruzar el río cuando las cartas nuevamente
estén echadas y el final ya se conozca y aunque todos nos
digan que ya no queda nada por hacer juntemos las manos

para rezar: pidiendo gallardía en el combate.



Parientes lejanos, Luz de ceniza, Hegeliano
(el último poema, el último discurso)

Los estudiantes de literatura deambulan por las
librerías de viejo en busca de ese tipo de iluminación
sacada de algún libro de fotografía o de las memorias de un político
arrepentido: cualesquiera que sean sus lectores no son los únicos
que andan buscando. Las primeras ediciones
que se transan en las galerías del centro de santiago
son al mismo tiempo el mapa y el tesoro.
La angustia de las influencias parece un chiste
ahora que los mejores poetas de nuestra generación
han podado lo mejor de sí mismos con tal de encontrar
sus incunables entre un montón de otros libros fervorosamente
dedicados y por el mismo precio de una chela que se
se podrían haber tomado en Las Lanzas. Cajones de saldo
que bien podrían robarse a plena luz
del día, la poesía de los noventa
está indisolublemente ligada
a la muerte del presidente
balmaceda:
la matanza de san vicente
de paul, el enfrentamiento entre el congreso
y el poder ejecutivo, la demagogia según la cual
existe una línea directa entre el pensamiento cartesiano
y los campos de concentración judía, la carencia de un punto de
vista dialéctico y el fin de la educación pública, no sólo las profecías
terminaron por autocumplirse, los filósofos del siglo diecinueve
jamás se imaginaron el espíritu de la historia
con nombre y apellido, pero la libertad es necesaria
sólo cuando se escoge libremente aquello que
ya estaba decidido, cuando se cumple con
la caída sobre el pasto del rocío y
el árbol se decide a echar raíces
una vez que ha dejado de crecer.
Un hombre para quien todas las cosas son
parientes lejanos sabe que el búho de Minerva
emprende su vuelo al atardecer. Mucho más temprano
que tarde: lo hará cuando amanezca. Mucho más
temprano que tarde el espíritu de la historia
se traducirá en carne y en huesos, en el
cumplimiento de alguna profecía
De La nieve es nuestra   
rubia y de caderas anchas. Hasta
entonces seguiremos organizándonos,
hasta entonces seguiremos con el trabajo
de bases y propaganda, la educación
de la masa trabajadora comienza
por las librerías de viejos, con los
libros de los poetas más jóvenes de edad
rigurosamente autografiados.




Cosas que uno piensa cuando debería estar trabajando

Cuando tenga que decirle a mi viejo que tiene Alzheimer
quiero que esté leyendo el diario. Quiero sentarme
con él y leer el Arte y Letras. Ojalá que nos
estuviera dando el sol, ojalá que fuera verano

y las hojas se traslucieran con la luz
para leer la siguiente página
sin dar vuelta la hoja.
Ojalá estemos en la casa,

ojalá que no sea una de esas visitas
de médico que me sirven para no
perder el acento y firmar los papeles

de la herencia. El día que le tenga que
decir a mi viejo que tiene Alzheimer
espero que haya jubilado y haya vaciado
mi librero con esa plata derrochada.

No se entrega el cinturón de los pesos pesados
sin dar una pelea. De lo que conozco
él la viene dando desde los trece
cuando decidió que sería más

redituable vender bolsas de plástico
en la feria que llegar hasta sexto
humanidades. El resto, un montón
de fotografías con personajes que ahora

no tienen nombre y un calendario
que se repite como si el viejo
fuera un Nietzsche de clase

media, aburrido por sobre todo
de andar con el encendedor prendido.
Y en la boca los cigarrillos apagados.



El ángel de la historia por el East Side

Esa vez alguien quiso llamar por teléfono
a alguien que quiso contestar. Una voz
que marca un número equivocado
es como un mensaje en la botella
leído con avidez por el dipsómano.
El aparato sonará tres veces
antes de que me traicionen al amanecer
se dice el que espera ese llamado.
Las ventanas tapiadas con nylon
de una ciudad de edificios abandonados
y gente que todavía vive en ellos
dejan pasar el frío como si fueran los guardias
displicentes de un pasado industrial y
teleológico donde la oreja pegada a los durmientes
alcanza a anunciar el tren que va a pasarle por encima:
el nylon es incapaz de reemplazar al vidrio
lo cual resume para algunos nuestra historia:
un hombre encerrado en una cabina telefónica
sin poder encontrar la salida. Los niños saludando
al tren podrían funcionar como un antídoto para que los
enfermos se hagan cargo: los mosquitos nos picaron
con especial virulencia cuando establecimos nuestro hogar
en un barrio de clase media, ahora transformado
en un barrio de inmigrantes de clase media.
Los mensajes guardados en la contestadora
podrían servir de desenlace para alguna novela escrita
con miedo, donde el único conflicto
todavía por resolver es el nombre
del autor. La ciudad donde ocurren
estos hechos es el nombre de todas
las ciudades.



Se me ha dado una segunda oportunidad
(he venido aquí a desperdiciarla)

La necesidad de ser moderno
y leer a Saint John Perse.
La obligatoriedad de haber recorrido
alguno de los territorios inexpugnables
para convertirse en el corresponsal de guerra
que pronto terminará aburriendo. La adivina
que no puede predecir los precios. El padre
de familia y tío por defecto. El improvisado
profesor que sin embargo le tiene que agradecer
a sus amigos y asistir a la primera comunión
y llegar con un regalo y una camisa nueva
por lo menos recién planchada. El tótem
de un metro sesenta, la machi
mantenida por los premios y
el marido: así cualquiera
podría enfrentarse a Murihei
Ueshiba y dar fe de aquel
encuentro. Así cualquiera
se le podría encachar hasta al más
pintao si se aferran a un eslogan
colocolino y la estampa de un capitán.
y general. Así cualquiera de nosotros
recién cumplidos los veinte de rigor
después de pasar una noche en el nuevo
baquedano se sentiría en la obligación de darse
a conocer: aunque eso le cueste tener que volver
a Francia y operarse por fin de la gangrena.
Se me ha dado una segunda oportunidad.
He venido aquí a desperdiciarla.



Fotografía de portada

Los autos que pasan por esta calle son mi biografía.
El bus que se ve al fondo pasa siempre a la misma hora.
Sin embargo lo que no se ve sigue siendo lo más importante.
El hueco donde estuvo la muralla no hace más que ocultar.
De la Ilíada completa, lo único que importa es el amor
de Patroclo, el resto épica para entretener, mitología
que hoy es reemplazada por los hijos bastardos
de la antipoesía y su aversión pinochetista
del silencio. Los escombros repartidos por el suelo
son escombros repartidos por el suelo: y los automovilistas
conducen con la vista fija en el espejo retrovisor
como si en vez de manejar se estuvieran alejando
y lo importante no fuera volver sino regresar.
El único error fue haberte confesado
que todos los regalos que te hice
los compré en liquidación. Algunos prefirieron
irse lo más lejos posible, otros ya tenían
comprados los pasajes, pero no habían
querido levantar la mano
temerosos de estar plantando al despedirse
un árbol en el horizonte. Los que estaban cerca
vieron como el sol les quemaba sus alas
con una mezcla de satisfacción y desconcierto
ante la inminencia de la caída y la certeza
de haber rozado, aunque la hubieran rozado
apenas un par de plumas, lo que otros se contentan
con observar a través de sus poderosos
binoculares, saben como buenos futbolistas de segunda división
que los equipos se construyen desde atrás
para adelante. Dicen que el guatón Leppe
se comió una sandía en público y lo aplaudieron.
Si vamos a caer que sea con la misma
elegancia con que habríamos descendido
en paracaídas desde el segundo piso de la casa
de nuestros padres. Un samurái sigue blandiendo
su espada incluso después de haber sido decapitado.
O el Cid de Huidobro que ahuyentaba a los infieles
muerto y montando su caballo. Esa también
podría haber sido la portada: una bestia fuera
de control, un animal preñado de sentido
entregado a la aventura de parir.



Nabokov
(The American Years)

Para proteger los equilibrios macroeconómicos
y no poner en riesgo los índices de empleo
mi padre tiene que jubilarse

con lo que le ofrezca la empresa.
Mi padre que tiene setenta y tres años
y trabaja desde los trece

tiene que jubilarse con lo que le ofrezcan
los dueños. Mi padre que ha votado
por la derecha desde tiempos

inmemoriales, y se iba a comprar
carne de pollo durante los tiempos
de la UP, tiene que jubilarse
sin contrato, para no

poner en riesgo la imagen
país, para que la confianza de
los inversores, para no tener que

depender de las juntas de abastecimiento
popular ni tener que hacer esas colas
infinitas ni a ustedes les falte

nada es que ahora mi padre
tiene que aceptar y en
los correos me

toca responderle que es
lo mejor que podría hacer
porque a un tótem de madera

es difícil llevarle la contra
y atrapar un poco de viento
tarea de coleccionistas de

mariposas, de novelistas
exiliados que han terminado
escribiendo en otro idioma,

no de los seguidores de los
infrarrealistas, tampoco
de los que han hecho

de su exilio
una jubilación
anticipada,

un problema de
familia y miran
en menos la

cuestión social.

“Try writing what you have written in the past tense in the present tense
and you will see what I mean. What we have to do is to give back to the
past we are writing about its own present tense. We give back to the past
its own possibilities, its own ambiguities, its own incapacity to see the
consequences of its action. It is only then that we represent what actually
happened”.

Greg Dening, quoted by Michael Bracewell





 

De Renga

 


* La nieve es nuestra, Liliputienses, España, 2012.


Cristián Gómez Olivares (Chile, 1971) Poeta y traductor. Es autor, entre otros títulos, de Inessa Armand (2003), Alfabeto para nadie (2008), La casa de Trotsky (2011) y La nieve es nuestra (2012, edición definitva 2015). Hace clases de literatura hispanoamericana en Case Western Reserve University. Junto a Mónica de La Torre, reunió la antología Malditos latinos, malditos sudacas. Poesía hispanoamericana made in USA (2009). Fue miembro del International Writing Program de la Universidad de Iowa (2002) y Write in Residence del Banff Center for the Arts (2013).
 

 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
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fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

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