Luis Leante,
Mira si yo te querré,
Alfaguara, 2007




mirasiyotequerre.jpgSiempre vale la pena rescatar una lectura, y más cuando fue merecedora de un galardón como el Premio Alfaguara. Me refiero a una historia de amor: Mira si yo te querré, de un desconocido escritor español: Luis Leante. A partir de la publicación de la novela, han aparecido varias reseñas sobre ella, unas favorables y otras que la demeritan. Sin embargo, toda obra que se escribe desde el compromiso con la literatura, tiene algo de encomiable en sí misma. Muy diferente es el caso de aquellos libros escritos para agradar, con el fin de vender. Cierto es que el capitalismo y el arte están en eterno conflicto, pero es comprensible que uno escriba con el fin de hacerse de renombre y de dinero. En muchos casos, es a esto a lo que las editoriales le apuestan, dejando de lado obras que por su estructura no gustan al lector desprevenido. Sería interesante saber si el Premio Alfaguara se otorga por mérito literario o por visión mercadotécnica.

Mira si yo te querré es una novela efectiva, de ésas accesibles para todo el público. Está estructurada de modo tal que en un inicio puede parecer complicada, pero a final de cuentas es bastante simple, y en ella se notan los influjos de la estilística del boom —el mismo autor reconoce la influencia de los latinoamericanos en su obra.

Hace mucho tiempo que las novelas dejaron de tener una estructura lineal, desde Faulkner o James Joyce. En la literatura latinoamericana, estas transformaciones se concretarían más tarde en el Pedro Páramo de Rulfo y finalmente en La ciudad y los perros de Vargas Llosa, Rayuela de Cortázar y La muerte de Artemio Cruz de Fuentes. Leante rescata de ellos esa trama descompuesta, episódica y fragmentada que cobra sentido con el paso de las páginas. Sin embargo aquí aparece un problema: es completamente predecible. El lector advertirá, al poco tiempo de iniciada la lectura, que la estructura de un capítulo se repetirá más adelante, de manera mecánica, como en un collage perfecto digno de una película del estilo de Amores perros de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu.

La temática también es simple: una doctora, Montse Cambra, de cincuenta años, agobiada por el abandono y la muerte de su hija, recuerda a su primer amor, Santiago San Román, un joven pobre que terminaría por enlistarse en la milicia. Ambientada en dos épocas, los años setenta y el 2000, la novela está llena de imágenes del desierto del Sahara. Un paisaje árido envuelve casi todas las escenas del libro. Esto peca de típico y hasta de caricaturizable: los territorios musulmanes son siempre cálidos, las mujeres tienen ojos bellísimos y hay una magia flotando de manera constante. La expresividad de la naturaleza, que el jurado destacó, no es sino una fotografía perpetua. Por otro lado, asistimos al encuentro de una realidad en medio de la guerra, y es ahí donde el personaje masculino cobra  fuerza. A veces, por ese entorno militar, nos olvidamos de la frágil historia de amor y nos concentramos en los pasajes de acción, que llegan a su punto álgido en la descripción del éxodo saharaui,  la cual incluso podría ser leída de manera independiente por su carácter casi histórico, como si de una crónica se tratara. El destino final de todos los personajes es el desierto, y Leante se encarga de explicarnos por qué mediante ocasionales flashbacks.

La historia de amor que se nos anticipa desde la sinopsis de la obra, se diluye entre las constantes huidas. Casi siempre es más importante la manera de narrar que el perfil psicológico de los personajes, que se queda en un nivel arquetípico: los buenos son muy buenos, sobre todo Santiago, el pobre de buen corazón. Parece que el destino trata peor a algún personaje secundario que a la pareja protagonista, que no llega a encontrarse del todo. Son los recuerdos, esas imágenes perpetuas a las que uno se aferra, el motor de la historia más que el amor mismo. No está mal, pues nada sería el hombre sin sus memorias. Más bien, a veces el afán de reunir a los protagonistas distrae la atención de lo verdaderamente importante.

Mira si yo te querré es, sobre todas las cosas, un libro recomendable para aquellos momentos en que uno necesite relajarse con una novela simple, en la cual las pretensiones se quedan perdidas en sí mismas, no trascienden. Quien no haya leído a los escritores del boom no notará las similitudes entre la prosa de Leante y la de Vargas Llosa, a quien, por cierto, el autor hace un guiño curioso: en la novela aparece cierto General Panta encargado de supervisar el servicio de prostitución entre los militares, que refiere inevitablemente a Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosa. No sé si tenga que ver el hecho de que el General Pantaleón, Panta, Pantita, se encargara de lo mismo, sólo que en Piura, cerca de la Amazonia.

 


Krishna Avendaño Grajales (Ciudad de México, 1989). Cursa la carrera de economía en la UNAM. Es administrador del blog Expresión liberal (expresionliberal.blogspot.com) y de la página de internet www.expresionliberal.com. Recibió una mención honorífica en el Cuarto Concurso de Cuento histórico, de la Universidad Iberoamericana, por el “El olvido.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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