Me comentaron que Carlos ha muerto. Cuando me dieron la noticia, sentía que debía lamentarlo. Sin embargo, aquella obligación no me producía más que un falso pesar. Tenía varios años que no veía a Carlos —ahora sé que ya no lo veré más— y no recuerdo haber tenido una plática profunda con él. No habíamos compartido nada que supusiera un lazo fraternal entre nosotros.

Pero recordé que Carlos me dejó quedarme a dormir en su casa en alguna ocasión, cuando perdí las llaves de la mía y no tenía forma de entrar. Aquella vez, vi una película de Kubrick con él. A veces tomábamos del mismo bote de cartón, mezcal barato mezclado con jugo aún más barato. Compartíamos la bacha y nos sentábamos cerca a platicar sobre aquellos asuntos tan trascendentales en la adolescencia, y tan ridículos una vez superada aquella confusión juvenil.

No sé si Carlos superó aquella confusión juvenil. Fue difícil tratarlo después. Los vicios que eran juegos de pubertos en un principio, se volvieron un problema serio para él. Lo dejé de ver. Me contaron después que lo habían metido a una granja, uno de esos lugares que supuestamente buscan erradicar  las adicciones de los internados. No supe si salió, si terminó el bachillerato, si empezó a trabajar. No supe nada de él hasta hoy, que me dijeron que murió. Lo mataron.

Temo caer en la sensiblería típica de estas situaciones. No voy a exagerar las virtudes de Carlos sólo porque ha muerto. No tenía muchas. Reconoceré que era una buena persona. No era la mejor persona del mundo, yo tampoco lo soy. Al menos tengo la certeza de que fue mejor persona conmigo de lo que yo fui con él. Por ello, no puedo evitar preguntarme si pude hacer un poco más por él ¿pero qué importa ahora preguntarse esas cosas? Carlos ha muerto y no encuentro ninguna moraleja para eso. Si una vida no tiene sentido ¿por qué la muerte lo habría de tener?

 

 

 


Más cuentos breves aquí...

 

Ilustraciones:
stranger, de jfg www.freeimages.com
 


J Paulo Péreztejada (Veracruz, Veracruz, 1988). Estudió lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde ahora es profesor adjunto.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad Universitaria, delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, a través de la Dirección de Literatura, Zona Administrativa Exterior, edificio C, 3er piso,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, teléfonos (55) 56 22 62 40 y (55) 56 65 04 19,
http://www.puntoenlinea.unam.mx, puntoenlinea@gmail.com

Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
Zona Administrativa Exterior, edificio C, 1er piso, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México,
fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

La responsabilidad de los textos publicados en Punto en Línea recae exclusivamente en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de la institución.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.