CARTOGRAFÍAS / octubre - noviembre 2016 / No. 64

De Cuadernos de Lengua y Literatura, volúmenes V, VI y VII*

  
Tratado de fitolingüística. Volumen VII
Crítica de la imaginación pura. Volumen VI
Al pie de la letra. Volumen V



Tratado de fitolingüística. Volumen VII


[IMAGINEMOS QUE TODOS...]
[POESÍA NEGATIVA:...]
[LA PROFESORA DE Lengua...]
[POR AQUELLOS DÍAS...]
[AHORA SABÍA QUE LOS hechos...]



IMAGINEMOS QUE TODOS los hombres del mundo se sientan a escribir lo que conocen sobre todas las pavas de que han tenido experiencia, las pasadas y presentes, las reales y las ficticias, las que un grupo de poetas de esta ciudad, que se reivindicaban como mateístas, pintaron junto a sus versos en paredones vacíos. Recién entonces la poesía será ciencia de lo absoluto.

Aristóteles se preguntó: “¿Por qué cierro los ojos cuando estornudo?”.

La ciencia de las pavas debe ser hecha por todos.



POESÍA NEGATIVA: cosas que este libro no es:

a) Tratado universal de las pavas y malezas.

b) Elogio de las plantas y/o yuyos en cuanto sustancias ilegales, estupefacientes o alucinógenas. Cuando lleguemos a la parte de las vacas esto quedará perfectamente demostrado.

c) Guía de recorridos de colectivos con plano adjunto de la ciudad de Bahía Blanca (aunque sería algo muy posible. He realizado ciertos trabajos sobre los nombres de algunas calles. Existen en el mercado varios tipos de guías bahienses; sin embargo, es concebible un folleto turístico que contenga, por ejemplo, relato de viaje y perspectiva de lo que puede observarse desde la ventanilla de la 513 a lo largo de Brown hasta avenida Colón, incluyendo la descripción pormenorizada de las agencias oficiales de repuestos, carrocerías, autopartes, baterías y embragues que abundan en dicha arteria, así como también la calidad del asfalto y material del cordón cuneta; ubicación de la calle Rivadavia para los que se pierden al entrar a Villa Mitre, con detalles de sus casas y comercios prominentes, flora, fauna y anécdotas de don Bernardino durante el Segundo Triunvirato y como ministro del general Martín Rodríguez; oraciones a la Virgen de la Medalla Milagrosa que extiende su manto sobre los chicos que pasan en bicicleta por la plaza Bartolomé Mitre, etc. Todos estos datos serían de mucha utilidad para quienes sienten que su espacio se precipita en un abismo, en lo indiferente).


Poesía positiva: afirmación de lo que este libro SÍ desarrolla:

d) Algo tan efímero como la agitación de unos tallos al mediodía.

e) Nelson ante la pantalla del televisor mirando un programa de submarinos.

f) Algo tan frágil como un yuyo a punto de secarse.

g) Una mujer cuyos pies se hunden en la tierra.

h) La felicidad.


De la misma manera, hay ciertas clases de hojas como las del olmo que, cuando están secas, uno las toma entre sus dedos, las abolla y amasa mientras los fragmentos triturados se esparcen como un fino polvillo dorado. Y sin embargo, no está completamente destruida, porque nos ha quedado en la palma una bolita nudosa y amarillenta, un ovillo que, al desplegarlo, forma un entramado de nervaduras y tabiques celulares. La carne reseca se deshizo, pero esa malla es un esqueleto que mantiene los contornos de la antigua hoja. Casi un espectro. Podríamos soplar a través de él. Se eleva y desaparece. Hay muchos que se pierden. A veces, me ha tocado el caso de tener que guiar a los taxistas que me traían a casa. Recién comenzaban en el oficio, argumentaban. Entonces, yo conducía sin tocar el volante, solo con palabras, hasta que en determinado momento llegábamos a una calle conocida; el taxista recuperaba el dominio de su auto y me quedaba callado otra vez.



LA PROFESORA DE Lengua y Literatura de primero, Mirta Escáriz, nos daba oraciones para analizarlas y descubrir enellas el sujeto y el predicado, el objeto y los circunstanciales en una época en que los docentes extraían oraciones sueltas, que eran copos de sentido desprendidos de un texto mayor, y se depositaban sobre nuestras hojas en blanco. A veces, alguna era reconocible porque la habíamos leído en determinado cuento hacía poco, pero la mayoría de las veces teníamos ese fragmento solo en nuestra mesa de disección como un ratoncito separado de su manada. Cierta vez, nos dio una oración que decía exactamente:

[En medio de la oscuridad, la llama azul flotaba sobre la hornalla del calentador.]

No puedo saber quién encendió esa hornalla, ni dónde, ni cuándo, ni siquiera por qué no hay una pava o una cacerola sobre ella, y por eso hasta el día de hoy tengo una porción de universo, un mundo extremadamente pequeño en el que solamente existe esa llama brindando su tibieza.
Y me pregunto qué diría la profesora Escáriz si después de treinta años me presentase en su casa y le dijese: “Señora, tengo un fuego azul en mi cabeza y quiero saber de dónde salió”.



POR AQUELLOS DÍAS, las reducidas proporciones del triángulo cama-cocina-kiosco también entraron en crisis. No debe buscarse aquí ningún motivo preciso: no hay una causa, al menos entendible de un modo claro y distinto como le gustaría a Descartes. Quizá haya sido una palabra del crucigrama que nunca terminó de encajar, o bien la enfermedad de la madre que avanzaba cada vez más rápido, o los bichos moros imposibles de combatir y que en pocas horas devoraban la acelga y los brotes de zapallo, o cierta hormona llamada serotonina, según me explicó el padre. O una combinación de esas cosas, o ninguna de ellas.

Lo cierto es que en un momento determinado, lo que permanecía fijo entre aquellos mínimos puntos de referencia se precipitó en el abismo de lo indiferente. Para decirlo de un modo rápido: Nelson se desfondó. Aquí no hay metáfora, porque quien ha pasado por estos estados sabe perfectamente de qué modo las coordenadas espaciotemporales se alteran dramáticamente hasta volverse irreconocibles.

Esto es así.

Un agujero negro se abrió inesperadamente una noche en medio de su habitación y succionó la cama, la cocina, el triángulo, las muñecas rubias, el sistema ferroportuario, los momentos en que una mano volvía al bolsillo del blazer para encontrar la dulzura, el encadenamiento sintáctico de la profesora que ofrecía llamas azules, las pavas que reciben el fuego de una virgen que flota como dos viejos caudillos sobre las nubes del paraíso, el plano de Bahía Blanca, la ciudad de Bahía Blanca, el universo y sus platos voladores.

De lo que no puede hablarse, es preferible hablar. Nelson se volvió un pez, o quizá alguien que permanece recostado en el lecho marino. El almirante Nelson, capitán del Seaview, está en alguno de los mares de este planeta, pero no se sabe dónde porque ha cortado todo contacto con la superficie desde hace tiempo.



AHORA SABÍA QUE los hechos se desencadenarían de otra forma y a otras velocidades, sobre todo después de que unos días más tarde abrí la puerta de la habitación y lo vi. Estaba sentado de espaldas y miraba hacia una ventana. Estaba más canoso.

Me senté en otra silla sin hacer mucho ruido, pero creo que daba lo mismo. De un modo o de otro, él seguiría mirando a través de la ventana cómo se escurría la lluvia entre las hojas de una enredadera.

En verdad, estaba mucho más canoso y casi pelado. Las hojas acumulaban agua, y cuando ya no soportaban más el peso, se inclinaban levemente y dejaban caer algunas gotitas. Abrí el sobre rasgando el papel madera, elegí la factura que me pareció más rica y se la puse en su mano. La acerqué a su boca, y comenzó a comerla con movimientos pausados y mecánicos. Tomé una medialuna; aunque no tenía hambre, la comí igual.

La habitación era grande. Había otras dos camas, pero en ese momento estaban desocupadas. Estuve a punto de comentar algo, pero me callé.

Las hojas de la enredadera seguían su balanceo rítmico. Nelson clavaba los ojos en una de ellas; no podía determinar en cuál. De todas maneras, según me dijeron, estaba ciego. No tenía ninguna enfermedad en la vista. No aparecía ninguna lesión. ¿Escucharía? Posiblemente sí, pero lo que entraba por sus oídos no era el sonido de la lluvia sino una serie de ruidos inconexos, reverberaciones de fluidos indeterminados. Podría explicarle qué era eso que escuchaba del otro lado de la ventana.

Pero me di cuenta de que Nelson era un pez.

Cómo traducir a los oídos de un pez que vive en los abismos la existencia de la lluvia.




Crítica de la imaginación pura. Volumen VI


Estudio Nº 1 Primeros principios
[EN UN CURSO...]



Estudio Nº 1 Primeros principios.
Campo de observación. Funciones

1. Existen las cosas.
2. Existen las palabras.
3. Las palabras son cosas.
4. Las cosas son cosas.
5. Existen las flores que abren sus pétalos a la noche. Están cerca del gallinero.
6. Las flores son cosas y son palabras.
7. Abren sus pétalos. Se pronuncian.
8. Están bajo las estrellas, que también son cosas y son palabras, y brillan y se pronuncian.
9. La poesía parte de una función, pero no en primera instancia como lo entiende Jakobson (función poética) sino en un sentido que se aproxima al de Hjelmslev para la lingüística: “Decimos que hay función entre una clase y sus componentes (una cadena y sus partes, o un paradigma y sus miembros) entre sí. A los terminales de una función los llamaremos funtivos, entendiendo por funtivo un objeto que tiene función con otros objetos. De él se dice que contrae función”. Lo crucial en Hjelmslev es que el término función alude al sentido etimológico, pero también al lógico matemático: una entidad tiene dependencia con otra entidad*.
10. Las flores y las estrellas copulan en la misma oración. Luego del punto, se pueden cerrar los ojos y solo queda el aroma.
11. Alguien que fuese trasladado desde otra dimensión y apareciese por primera vez en este punto del planeta a esta hora, al desconocer todo acerca de nuestro universo, no podría determinar si el aroma proviene de las flores o de las estrellas.
12. Las flores se llaman buenas noches. La estrella se llama Sirio, y también tienen nombre las que dan forma a Orión y a la Cruz del Sur.
13. La criatura de otra dimensión no tiene nombre.



EN UN CURSO que dictó hace muchos años, Jorge Lovisolo comentó acerca de cierta tribu amazónica cuya aldea estaba dividida en dos mitades por una muralla de piedra. No era un cerco lindero o una valla erigida para mantener separadas dos zonas rivales: constituía el límite visible de un mundo-dos, o si se quiere, el eje alrededor del cual se organizaba el espacio, la vida y la mente escindidas en dos fragmentos complementarios, quizá como el ying y el yang, o los trozos de imán que constantemente reproducen la cartografía de un cosmos bipolar. Nosotros no tenemos lenguaje para precisar esta idea porque, a pesar de que establecemos regiones diferenciadas en un todo, gradaciones, zonas de transición, extremos insolubles, sin embargo tendemos a subsumirlo en una totalidad superior, el Uno que se cierra sobre sí mismo, el Uni-verso. La traza de una autopista estatal que se abría paso por la selva se topó en su trayecto con la aldea. El Gobierno brasileño creyó más práctico erradicarla antes que modificar el recorrido previsto. Los aborígenes fueron reubicados en un plan de viviendas cuyas casas estaban distribuidas de acuerdo a nuestra espacialización urbanística europea, repartidas en manzanas regulares, que a su vez se organizaban en torno a una plaza. Las consecuencias, previsiblemente, fueron desastrosas. Los aborígenes, desorientados en un principio, comenzaron a deambular por las calles como sonámbulos algunos, como espíritus obsesivos otros, buscando entre recovecos las huellas de algo ausente. No faltaron quienes trazaron líneas que comenzaban sobre la tierra del patio, trepaban las paredes de la casa y descendían en el otro extremo para que la continuase el vecino si lo consideraba necesario o tenía voluntad. Pero la punta afilada de una ramita, un trozo de ladrillo o carbón no alcanzaban para reponer una geometría que se había perdido definitivamente. Entonces, sobre el espacio uniforme del nuevo barrio, lo que comenzaron a dividirse fueron las mentes; los casos de esquizofrenia se multiplicaron. Se les brindó asistencia psicológica, pero los terapeutas no sabían qué hacer con esos desdichados sujetos. Las viejitas vaciaron las bolsas con la colecta de la misa y encontraron solo granos de café.



Al pie de la letra. Volumen V


[EN LA PRIMERA clase...]
[TIPO. DEL GRIEGO typos...]
[A LA ENTRADA...]
[A LOS 16 AÑOS...]



EN LA PRIMERA clase de Latín II en la universidad, ni bien entró al aula, el viejo Camarero se paró sobre la tarima y, sin saludar, buscó una tiza. Casi todos ya lo habíamos tenido en Cultura Clásica. Era un español de Gerona, o sea, un catalán que pronunciaba las eses bastante pastosas; medía casi dos metros, usaba unos enormes anteojos recetados de cristales ahumados, y el pelo blanco de sus sienes rodeaba una cabeza pelada y brillosa que a mí siempre me pareció una especie de recipiente elástico sometido a altísima presión interna y a punto de estallar.

Lo primero que nos dijo fue que esa clase era una suerte de prólogo a la materia, y anotó esa palabra en el pizarrón en el ángulo superior a la izquierda. Pro-logos, comenzó a explicarnos, literalmente significa lo que está antes del dis-curso, del texto. Después nos pidió que le dijésemos otros términos que tuviesen más o menos el mismo significado. Introducción dijo alguno; el viejo lo anotó y explicó su etimología. Prefacio, dijo otro después de un rato; la palabra, obediente, se sumó a la lista y al análisis.

¿Cuál otra?, preguntó. El silencio entre los bancos se prolongaba más de la cuenta; entonces el viejo continuó solo el ejercicio: proemio-prefacio-liminar-preliminar-preámbulo...

“Preliminar” viene de praeliminaris; allí está la raíz liminaris que se origina en el sustantivo limen, liminis y significa en primer término “el umbral de la puerta”, y por extensión “casa, morada”. Entonces pre-liminar es algo o alguien que está a las puertas del texto. El Apocalipsis, comúnmente asociado a los horrores de los últimos días, tiene sin embargo una de las imágenes poéticas más conmovedoras por la humildad y esperanza, puestas en boca de Maestro: “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos” (Apoc. 3, 20).

Limen da también la palabra “eliminar” (ex-liminare) que implica la idea primaria de echar a alguien de la casa, y luego da a nuestro idioma “suprimir”, “exterminar”. El umbral es ciertamente un límite entre el adentro y el afuera, pero no debe confundirse aquella palabra con limes, limitis (“límite”) cuyo primer sentido es el de un camino o senda que atraviesa de una parte a otra. Sin embargo, es interesante observar que limen y limes provendrían, según algunos lólogos, de una misma raíz que se encuentra en el adjetivo limus, a, um e implica la idea de algo que está torcido, atravesado. Por ello la expresión limi oculi, o bien limis oculis spectare es mirar a alguien con ojos torcidos, envidiarlo; los paisanos en el campo dirían que está ojeado.

Cuando terminó, había pasado la mitad de la clase, y sobre el pizarrón estaban escritas más de veinticinco o treinta palabras en una letra inclinada y de trazo rápido. Para muchos de mi generación, escribir en Bahía Blanca supone todo esto.

El capitalismo puro y crudo ordenó salvajes represiones en el Puerto de Ingeniero White. Los pescadores artesanales aparecieron tirados en medio de la calle boca abajo, rodeados por agentes de la policía y la prefectura apuntándoles la cabeza; un charco de sangre que quedó al pie del Crucifijo luego de que fueran a detener a los refugiados en Exaltación de la Santa Cruz: estas imágenes quedan impresas a fuego en la retina. Y esto ocurrió en la Nochebuena del año 2009.

Lo mismo que en la dictadura.
Lo mismo que en 1907.
Y entonces, la necesidad de la Filología. Precisamente.

Filo-logos: amor a las palabras, lo que equivale a decir también pasión por las letras.

Pro-logos. ¿Existe algo antes del logos?



TIPO. DEL GRIEGO typos.
Voy a nuestro viejo diccionario de griego.
τύπος-ου, ὁ: golpe; marca del golpe, señal, cicatriz,

hendidura (ἧλwn de los clavos); huella [de los pasos]; cuño [de la moneda]; copia, imagen, escultura, estatua; gura, forma, sello; modo de ser, carácter; esbozo, esquicio; modelo, ejemplo, tipo; tenor [de un escrito], contenido.

A continuación viene typto, el verbo perteneciente a la misma familia

tύptw: pegar, golpear, herir. // med. herirse, darse golpes en el pecho en señal de duelo [con acusativo por la muerte de alguien].

¿Quién deriva de quién en esta familia? ¿El verbo del sustantivo, o a la inversa? En este caso, deberíamos preguntarnos qué orden de acontecimientos siguen las palabras, si el lógico-temporal o el de nuestra percepción. Estamos en el parque junto a los eucaliptos, vemos primero la talladura en el tronco, una serie de hendiduras ya cicatrizadas por la savia, y debemos suponer a leo con un cortaplumas; vemos la huella que dejó la bicicleta sobre el cemento cuando estuvo fresco, y la vemos cada vez que vamos al autoservicio; vemos a alguien que da golpecitos sobre su pecho, y se balancea ligeramente sobre su cintura, y tiene un llanto ahogado, y seguramente cerramos los ojos, o damos vuelta la cabeza.

En una crítica a un libro de Arturo Carrera, Helder recordaba que la tiptología es el arte de convocar a los muertos mediante golpecitos rítmicos.

En algunas familias, posiblemente, no haya un origen sino una nube de relaciones.
No me oye. Golpeo más fuerte. ¿Quién es?
Soy yo, viejo.



A LA ENTRADA de casi todos los campos de concentración nazis se erguía un cartel que proclamaba Quedo pasmado. La consigna está escrita en sobrias letras de palo seco, sans serif, así en Dachau, así en Auschwitz-Birkenau, así en Sachsenhausen, así en Theresienstadt… El trabajo los hará libres. Eso es lo que le decían a los que habían sido arrancados de sus hogares para el exterminio. Imagino a uno cualquiera de ellos. Llega a una enorme puerta. Ya antes de abrirse, escucha gritos de espanto y dolor en una continuidad que no se detiene jamás. Por un momento, levanta los ojos y alcanza a leer encima del dintel

Per me si va ne la città dolente,
Per me si va ne l’eterno dolore,
Per me si va ne la perduta gente.

Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.






Pre-liminar.
Pero entonces, ¿no había una felicidad en criaturas que saltaban desde otra dimensión? Esas palabras de hierro, soldadas entre barras horizontales, inmóviles sobre el desfile de los conducidos a las cámaras de gas, ¿no llevan a preguntarnos si son posibles las letras mismas después de Auschwitz?
E-liminar.
¿De qué modo estarían escritas las sentencias que leyó Dante sobre las puertas del infierno? Ellas, al menos, decían la verdad de lo que ocurriría una vez traspasado el umbral. Si tuviesen que asumir el cinismo más allá de todo límite del cartel pergeñado por las SS, supongo que las frases de la condenación eterna podrían inscribirse en esas letras regordetas y mullidas como ositos de peluche que dibujan las adolescentes.



A LOS 16 AÑOS todo el mundo descubre la pasión por la química y la literatura. Es un hecho. No puede ser de otro modo.
Junto al libro alargado como un Patoruzito, el manual Celsi Iacobucci, editorial Kapelusz, en dos volúmenes, orgánico e inorgánico. Tomá nota; no dejes escapar nada. No nos vamos a ir antes de que sea demasiado tarde.
Por una vez, que nada sea demasiado. Hay que salvar por lo menos a un hombre.

Seguí. Los dibujos impresos a dos colores: el vaso de Dewar negro, que contiene un líquido verde mostaza; la cuba electrolítica negra que contiene una solución verde mostaza; y todo así. Eso es la fascinación. Una idea se conecta con otra idea se conecta con otra idea, forman una
extensa cadena, un ciclo aromático. El exceso para recoger a un nadador.
  




Previo: De Cuadernos de Lengua y Literatura, volumen VIII


Siguiente: De Cuadernos de Lengua y Literatura, volumen IV






*Cuadernos de Lengua y Literatura, volúmenes V, VI y VII, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 115, febrero-marzo 2025

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Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
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fecha de la última modificación 5 de febrero de 2025.

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