¿Creer en el destino o en las decisiones mal/ bien tomadas?
Yuri Sevilla
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“La paciente se encuentra estable, aunque presenta un estado semiinconsciente, le hicimos los estudios necesarios para saber sus lesiones, los estudios nos permitieron concluir que tuvo estallamiento de vértebra lumbar 2, se rasgó la médula y por consecuencia tuvo derrame de líquido cefalorraquídeo. La vértebra colapsada puede recuperarse a través de fisioterapia, pero será un largo camino, mi recomendación es que se le realice una intervención quirúrgica para introducir tornillos a las vértebras aledañas, así soportarán a la dañada y será mucho más rápida su recuperación, sólo que hay un alto grado de riesgo de que, si algo sale mal, su hija quede parapléjica”, dijo el Dr. Aburto, a cargo del caso.
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“¿De qué serán esas rejas que están instalando en ciertos puntos de Ciudad Universitaria?”, pensó Ella con inmensa curiosidad. Posteriormente se anunció en Gaceta UNAM que pronto inaugurarían el sistema de transporte interno Bicipuma, por allá de 2004-2005. Ella no dudó en comenzar a usarlo, pues se movía entre la Facultad de Filosofía y Letras, el CELE y la alberca.
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“¡¿Amigas, por qué no hacemos algo diferente en lugar de ir al cafecito y vamos a este evento?!”, escribió María en el grupo de whatsapp que tenían las Yaocallas, mejor nombradas YOMAKAYUTU (Yo, María, Karla, Yu y tú). Y mandó el evento en mención:

Ella consiguió el disfraz perfecto para el Paseo. Las cinco aventureras rentaron bicicletas que les entregarían cerca del evento, se les hizo tarde, pero nunca se rindieron para recoger las bicis y emprender la búsqueda del grupito de ciclistas que ya había arrancado. Después de varios mensajes con un contacto que había localizado Itzel, éste les indicó que aguardaran en Gabriel Mancera y Obrero Mundial. Esperaron cerca de veinte minutos y escucharon a lo lejos mucho barullo, como un festival: se veían luces de colores, ellas dudaban que fuera el “grupito ciclista”: “¿Qué será todo eso que se aproxima?”. Conforme se acercaba el grupo, se oyeron coros de “¡Eeea eeaa, pedaleaa!” y música a todo volumen, y pudieron notar que sí se trataba del Paseo de Todos. Venían niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, perritos en la canastilla. Ellas estaban emocionadas de ver todo aquello y esperaron a que terminara la pasarela para incorporarse hasta atrás, no fueran a molestarse los demás porque se metían donde no les tocaba.
Fascinadas, pedalearon sin esfuerzo, sólo se dedicaron a admirar la manera tan ingeniosa en que se habían disfrazado muchos y la decoración de las bicis. Cientos, sí, cientos de ciclistas alegres, o más bien felices, pedaleaban a ritmo leve y disfrutaban de las calles. El mismo grupo se encargaba de bloquear a los carros para que los ciclistas tuvieran el paso libre. Éste fue el precedente para que las cinco heroínas acudieran mes con mes al evento, siempre inexpertas y hasta torpes, pero siempre alegres, siempre disfrazadas, siempre entusiastas, siempre expectantes.
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Posteriormente, Ella y María se conectaron con un grupo ciclista de Tlalpan, los Biclalpan: ordenados en su rodar, seguros por su staff, empáticos ante los miedos de quien empieza, cálidos en su convivir y alegres en su interactuar. Ellas se enamoraron de este trajín, aprendieron de todo: desde usar los cambios hasta preparar el pedal para arrancar en un semáforo, desde cambiar una cámara de llanta hasta cortar cadena, desde colocarse el casco correctamente hasta diferenciar los tipos de bicicleta.
Ella no sabía que estaba atravesando una depresión severa, nunca tomó conciencia de lo ocurrido en aquel accidente fatídico del que se recuperó superando todo pronóstico médico. Al encontrar todo lo que ofrecía la bicicleta siguió adelante, nunca se detuvo, nunca pensó en que podría tener accidentes sobre esas dos ruedas, nunca vio la palabra peligro en cada pedaleada, sólo se dedicó, con mucho fervor, a estar para la bici, ser para la bici y acompañarse de su bici.