Recuerdos en bicicleta (pedalear y mirar)
Hugo José Suárez, fotos y texto
Hago un recuento. Cierro los ojos, veo; los abro, vuelvo a ver. Dónde me has llevado, mi incondicional compañera.
Me recuerdo en las montañas de La Paz-Bolivia, en la Muela del Diablo, en las vistas más generosas de los cielos de altura, en mis cerros de colores y mi infancia revivida. Me recuerdo en Sajama, el nevado más alto de la zona, pedaleando por el altiplano al borde de la carretera. Me recuerdo en París con las alforjas llenas de las compras del mercado, con la baguette y el desayuno del domingo. Me recuerdo paseando por la Ciudad Universitaria, entre museos y jacarandas, entre ideas y estudiantes, entre historias y proyectos.
Te recuerdo en tantos usos, generosa, polifacética, inagotable. La mujer aymara en el altiplano andino que carga a su bebé en un aguayo en la espalda; la pareja que se retira hacia el hogar al terminar la jornada; el campesino que te lleva —o lo llevas, qué más da— rumbo al lago Titicaca. Te recuerdo junto al trabajador que en el Salar de Uyuni te hace descansar mientras construye pequeñas pirámides de sal para la venta. Te recuerdo en Japón, cruzando la calle llena de gente, son dos los que van contigo. Te recuerdo en Francia, con el chavo que te sostiene disfrutando del mural en el que te fundes.
Nos recuerdo mirando, componiendo, enlazados entre poesía e imagen. Aquel farol viejo de Ámsterdam que sigue alumbrando aunque ya no tenga luz. Aquella llanta chueca que ya no soporta un cuerpo encima se volvió un poema. Aquella bici que descansa en un anuncio funerario en la pared en Brujas. Nos recuerdo disfrutando de la bella, con suéter negro y un paliacate que le sostiene el cabello, en La Opera, en París; se detiene, mira al frente, y llega a mi mente aquel poema de Baudelaire: “A una que pasa”.
Me veo, te veo en el lugar perfecto, la librería cuyo nombre lo firmo: La plume vagabonde. Tú en primer plano, toda equipada, con mi casco, mi candado de seguridad; yo, expectante, mirándote con mi cámara en mano. La ciudad, la escritura, la bicicleta, la mirada. La autobiografía más completa, el autorretrato mejor logrado.