Yo maté a Gregorio Balbuena porque Gregorio Balbuena era un asesino. Se la pasaba matando a la gente que no le caía bien, aquí, en el pueblo. Algunos eran sus deudores, y como tales fueron asesinados y escupidos a la tierra, de vuelta a esta tierra seca y asfixiante. Yo lo maté, no tuve más que darle tres balazos en el pecho, tres balazos bien dados. Luego, luego, en cuanto saqué la pistola, los borrachos de la cantina se asustaron y me dejaron solo con él. El muy cabrón de Gregorio me volteó a ver y se rió de mí, me dijo que le hiciera el favor de irme a la chingada, porque un chamaco no debería estar en un lugar así que me fuera a jugar a los trompos con los demás escuincles. Ni madres que me voy, le dije, y sin dejar de mirarlo a los ojos, temblando con el sudor pegado a la camisa, le apunté con mi fusca. Él me miró con una calma que aumentó mi miedo y mis nervios; volteó hacia la barra buscando al cantinero que era el único que quedaba, todo arrinconado. Gregorio le pidió un tequila que bebió de un sorbo. Me indicó con la mirada que pidiera uno, a lo cual me negué mientras tomaba la pistola con ambas manos, así sentía que no se notaba tanto lo tembloroso. Me pidió decir unas palabras, cosa que le concedí: –Me hubiera gustado morir fuera de una cantina. Las cantinas son lugares sagrados. Yo jamás maté en una cantina, ni siquiera a ese que le decían tu padre… Vespucio, ese borrachote de mierda. Él no me quería, por eso lo maté y luego me eché a su esposa, pero de otro modo, tú sabes. La cuestión es que debes saber que… No lo dejé continuar. Le disparé tres veces al pecho. La sangre salía limpia, con esa negrura característica de la muerte. Murió sin que nadie le rezara un rosario. A Gregorio Balbuena lo maté yo, y al hacerlo me santigüé. No es poco matar a un padre que te mata otro, no es poco ser el hijo que toma la venganza debida. La mañana siguiente me sacaron borracho y a rastras de la cantina. El domingo no entraré al templo, visitaré el lugar sagrado donde maté a mi padre y brindaré con cerveza.
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Federico Jiménez (Guadalajara, Jalisco, 1983) estudia actualmente la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Es director de la revista literaria Fedra, pensamiento y palabra (Guadalajara), con 5 números públicados a la fecha. Ha publicado en diversas revistas locales, tanto electrónicas como impresas. Desde 2007 imparte un taller de literatura en preparatoria.
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