Cuando he rugido cóncava debajo de tus piernas Elsa López
la deliciosa costumbre de besarme los pies con una cierta sombra de dulzura arrastra mi cuerpo por el campo de batalla despedazado el tronco y la plateada cabellera, aquél sonríe desde la hilera de su terrible boca, guerrero putrefacto montón de espléndida hermosura, el único que ha perdido la batalla observa, todavía, prueba incontestable de perfección y afecto.
El que se arroja al agua con su cuerpo metafísico deja gotear el mar por sus cadenas
Un hombre que se parecía a Orestes
Para Álvaro Cunqueiro
Él se dedicaba a andar y todo tenía gracia y nada de melancolía. Había una viveza de tierras anheladas. Se afirmaba al lado de cada esquina y de cada mano y los vientos orientaban anteojos y vals. Transpuesto su mirar brotaba por entero.
Una voz desusada
Tres de la mañana: un soneto, el Madrigal, mis ojos, estos árboles... ya quiero huir...
la oferta es un paisaje inicial, piedra y cielo de Roma
qué quieto está ahora el mundo... Se oye levísima la voz que besó la muerte
Liliana Vargas (Estado de México, 1985) estudió Lingüística en la UNAM. Ha publicado poemas y ensayos críticos en las revistas Reticencias, Descritura y La larva (Colombia). Fue incluida en la antología Tintes del tiempo. Poesía mexiquense (Casa propia, 2006). Premio de poesía Ciudad Madero 2006.