Máquina Hamlet |
![]() En el foro La Madriguera, en la Colonia Roma, se presentó recientemente una edición de este texto, crucial para la dramaturgia contemporánea, bajo el sello de La Cifra Editorial. Los presentadores fueron Rodolfo Obregón y Luis Mario Moncada. Pero la casa editora (www.lacifraeditorial.com) tuvo que sortear un reto más, aparte del desafío conceptual inherente al texto: cómo hacer una edición consecuente con el espíritu de la obra y con su brevedad sin tirar al lector a cierto lado de las posibles lecturas de Müller. Como dijo Carlos González (director de La Cifra), no fue el único reto; sin embargo, la posibilidad de ese trabajo, la proposición de una lectura global que incluyera la edición de un libro a partir de Máquina Hamlet fue razón suficiente para aventurarse a hacerlo. Volver visible lo invisible, lo que no puede verse no porque permanezca oculto, sino más bien porque está siempre presente, con el fin de percibir la estructura, el esqueleto de las cosas al que se refiere Müller. El distanciamiento hace presente lo familiar, que por estar a la vista de forma constante, deja de ser percibido. Luis Mario Moncada, el primero en intervenir en la presentación, hizo hincapié en la importancia que tuvo la aparición de esta obra en el panorama teatral, relató cómo el dramaturgo alemán desafió los cánones de su maestro Brecht, que era de por sí contestatario, por así decirlo. Trayendo como ejemplo el proceso de montaje de esta obra que realizó el director estadounidense Bob Willson, dejó en claro que el fin de la dramaturgia tiene que ver con el desplazamiento de la palabra y que Máquina Hamlet es un ejemplo ideal de cómo la dramaturgia avanza hacia allá, hacia la imposibilidad de la representación, que termina siempre por ser una posibilidad teatral mucho más certera y enriquecedora: una posibilidad que suma intertextualidades y crea, en su condición de metalenguaje, un discurso nuevo. Habló también de la edición, de la fortuna de la traducción y de cómo resulta increíble que ésta sea la segunda edición de la obra en México; la primera con una traducción propia y arriesgada. Rodolfo Obregón recalcó la inteligencia con que los editores interpretaron el texto. No sólo aplaudió la fortuna de la traducción, sino que no se cansó de repetir que el trabajo de un editor, esta vez superado, consiste principalmente en hacer del libro el soporte ideal para la obra que contiene. Recalcó cómo el formato ayuda a la lectura de un texto de por sí críptico y árido; que lejos de volver la lectura tendenciosa, sugiere posibilidades y enriquece la hilarante textualidad de la obra de Heiner Müller. Si bien puede parecer que la aridez de la obra cierra posibilidades, permite una apropiación del orden de lo poético: es posible leer el texto y hacer una suerte de viaje personal. Pero el rigor no se abandona en el viaje por personal que éste sea. La Cifra ha tomado un camino por el mundo editorial que parece atípico, por personal, porque ha ido surcando espacios de manera inusitada y al mismo tiempo ha demostrado que su vocación de rigor en la lectura la ha colocado en breve tiempo en un lugar privilegiado dentro del mundo de las editoriales “independientes”. Con pocos títulos de ensayo y menos de literatura, se han ganado ya una puesta de lupa; La Cifra Editorial está apostando por el rigor y no por el fuego artificial. Enhorabuena. Celebremos la posibilidad de leer Máquina Hamlet en una edición inteligente y, sobre todo, en una traducción única que bien vale la pena tener en nuestras bibliotecas personales. |
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