Última balada de John Lenon para Yoko Ono
La luz de ti se aleja porque no soporta el verte
Por qué de mí también te vas mujer cuando más te amo y dejo en pentagrama cinco líneas de mis venas Por qué de mí como ceniza que lleva el brazo del aliento del verano en un campo incendiado por la furia de mis manos que imagino en la ciudad
Eres lo más oscuro y de ti la luz emigra
Porque viene de ti la enfermedad estoy bendito de locura o ebriedad que a veces es lo mismo Por una mancha venérea que la humedad tatuó si he nacido si amé si estoy herido
Por eso cuando miro en las páginas del tiempo las letras de mi vida encuentro mi nombre escrito tres veces en un cuerpo femenino Eres la vida amor la muerte
Y hay días que confundo el sayón de tu piel blanca con la falda favorita de mi madre o el vestido rosa que usaba los domingos para mi padre que olvidó su cinturón en casa de una peluquera Otras tardes crecen de tus piernas espléndidos eneros en los que reconozco las canciones del cimiento del hogar materno
¿Es que cuando te enfadas hablas de mi infancia o sólo de tu sexo? Tú me has visto cómo es que soy la vibración en tanto llega tu respuesta como la fruición violenta del que ignora el reposo porque estás cerca Hay días que tu carne ―siempre en ciernes― tiene el olor de las agujas y el estaño Y tus nalgas asemejan una mecedora donde el sueño dibuja polvorones y tazones de té
Pero digamos que una noche al fin estoy contigo completamente libre Complaciente como alguien dispuesto a otorgar su olvido a cambio de tenerte Oh sapientísima y desquiciada como una cuerda de guitarra rasgando la garganta como una cerda enfurecida que destroza mi almohada Entonces quién por mí podrá cambiar la pesadilla si muy lejos de ambos la luz emigra
Ah me dueles hasta lo más profundo que un hombre honrado puede soportar a la desgracia Hasta lo más cercano a mi origen de pies sobre la tierra Oh dulcísima qué puedo para ti sino una larga balada en la que el escozor del corazón humano hinche su valor contra el vacío que cruzan pájaros boreales como bajo un cielo cobrizo donde bailas desnuda para ordenar el mundo
Sé que tampoco entonces mi vida tendrá algún sentido y que habrá una lira rota más en el bodegón de casa Pero así tú sabes la tribu podrá llamarte reina en este instante y en la eternidad. Thelonius Monk escucha el aguacero Es la primera lluvia de junio y el aguacero se llama Thelonius Monk Lumbre de ébano sobre el fuego blanco del alcohol El acorde de carmín donde la melancolía asienta el reino Porque no hay luz más clara y más intensa que aquella sangrando de las manos de un sabio Que aquella que de tan negra es la sangre de la luz Su lamento es una almohada para reposar los huesos cansados del alma Escucho a Thelonius Monk y cruza la cervical un relámpago de ron Una infancia con los miembros amputados Un muñón del que se burlan mis hermanos Pero que sea dulce el beso de la armonía para saciar la piel erizada del silencio Que la vida vista sus trajes favoritos como niña para decirnos que todo es muy sencillo Porque Monk le teje un abrigo a Nellie Un pedazo del corazón le deja en piel con ciertas partes de un crepúsculo de octubre y la pupila de la lluvia mirándola por dentro Porque Monk desteje el corazón de Nellie y lo hace delgadísimas notas de música que penetra y sangra y danza y muelle y lacera como una nota de piano carcomiéndonos el alma Para qué preguntar por la rabia en medio de este aguacero Qué luz podría encontrar el desconsuelo en un hombre que prepara la entrada de su amada al Infierno Un bourbon un whiskie una cerveza bastan Y una trompeta de oro negro vibra y estalla en el cielo Hay un hombre pudriéndose por dentro mientras deja huellas de la luz más clara y más intensa La tormenta se sonroja de su estruendo Avanza el oscuro tapiz del aguacero Después la melodía se hace más lenta Alguien espera el obús para volarse la cabeza.
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