No puedo bloquear los telegramas
Corren los días pero lo hacen a marcha forzada.
Estoy a un paso de guardarme en la alacena
y cobijarme con las fotos que tomaste en el verano.
El timbre interrumpe mis ansiados planes,
abro la puerta y la luz daña mi estatus de vampiro.
Pagaste $26.50 para que me entregaran
un poema de Marzal:
“Como yo te he querido, por supuesto,
te habrán querido otros. Y otros tantos
en el futuro habrá que igual te quieran.”
Hay un desfile de vecinos envejeciendo ante mis ojos.
En alguna parte de tu mente aún respiro,
en algún lugar de mi memoria aún existes.
Porfirio
El lento verano que le lleva al lento morir.
Manuel Vilas
Si fuéramos los últimos
los últimos en despertar
estaríamos condenados.
Allá en la eterna soledad
de la fiesta del silencio
bailarían nuestros escombros.
Si fuéramos los primeros
los primeros en dormir
nos soñaríamos muertos.
Por eso una soga al cuello de la luz
una mirada sin pesares que la habite
es suficiente regalo al tiempo.
Quiero volverme un clásico
Al igual que el Ford Thunderbird Coupé 1962,
ese coche en el que pudo haber nacido mi padre.
Con sus interiores añejos, faltos de pudor, ensangrentados.
Cargando en su motor historias envidiables.
Quiero tornarme imborrable.
Proyectarme en pantallas con mi obsceno humor mudo.
Que se imite mi llanto grabado en cera fina.
Coronarme como estrella nacida en el ‘67.
Ganar un Óscar por fingir ser hermana de mi madre.
Quiero ser misterio.
Que se pregunten cómo llegué y el porqué de mi partida.
Ser un par de labios sellados.
Que me deseen como a un oasis de electricidad reprimida.
Obsesionar por mi carente significado.
Quiero volverme literatura
o ser rubia como Nico y juntarme con The Velvet Underground.
Quiero nacer en poesía
o quizás ser tu mano tibia acariciando palabras sutilmente.
Quiero volverme clásica, imborrable, misteriosa
palabra y empuñadura.
Quiero cerrar, con broche de oro,
tu mejor lectura.
Poemas de Crónica de fracasos, Editorial Montea, 2018
