Batallita
Omar Méndez Sámano
Pero ¡si es Adolfito, el hijo de los Hitler!
¿Tal vez llegue a ser un doctor en leyes?
¿O quizá tenor en la ópera de Viena?
¿De quién es esta manita, de quién la orejita, el ojito, la naricita?
¿De quién la barriguita llena de leche?
WISLAVA SZYMBORSKA
Batallita, fuiste fermento líquido
que cuajó en grumo,
morona,
pedacito de cristal sanguíneo,
ceiba bañada en savia,
lino punzante de nueve meses.
Entre el quebranto de dos círculos
y las bambalinas húmedas
emerge tu cabeza
sobre un rasguño vertical rodeado de cisnes.
Tu garganta arroja ciclones,
pataleas el primer suspiro
y te sostienen las manos de tu madre
como una isla en el aire.
Batallita, tan indefenso,
tan cerca de la tibieza de los crisantemos.
¿Cómo es que al crecer decoraste en el corazón
de tu hermano una horda de puñaladas?
II
Batallita, en el campo de tu cuna
pace la ternura.
La sonaja es tu piano,
tu biberón tiene los fonemas
con los que saludarás a tus amigos.
Balbuce, pequeño, balbuce.
En un futuro, los mandatos genocidas
te darán la apariencia de ser inmortal.
III
Batallita, la niñez estira tus huesos
igual que el trote en las gacelas.
Un suave olor a cumpleaños
pasa a diario entre el techo
y tu cabeza.
Debo advertirte, Batallita,
que el miedo ya te ha visto
y no dejará de asustarte.
Traerá amapolas de vientre cortado
y alicantes en tus vellos.
Si ves a los tordos caer como granizo,
corre a abrazar el recuerdo de tu madre
y dale el miedo que atrapaste.
Niño de sonrisa durazno,
sé que la ausencia amamantó
tu juventud con temblores.
¿Pero cómo es que pasaste
de aplastar latas en las calles
a querer aplastar el cráneo de Dios?
IV
Batallita, ¿por qué has quitado
a esta gente el saludo del amanecer?
¿No ves sus huellas invisibles?
Caminan a un lugar
donde el látigo no llega.
¿Dónde quedó el niño que levantaba
los dedos y acariciaba al medio día?
¿A dónde el niño de voz de canario
de nimbo lácteo,
de piel albaricoque?
V
Batallita, esta gente no es la trampa
que mató a tu padre, no es la diabetes
que insufló las piernas de la abuela.
Esta gente no debe bordear agónicos linderos
ni ser adornada con azotes.
Batallita, por el rebozo corinto de tu madre,
por el ladrido alborozado de tu perro,
no los mates.
Batalla, no es de hombres combatir
con los que sólo lanzan
esperanza con lágrimas,
contra aquellos que arrojan
sus fuerzas a tus pupilas
para que veas su debilidad.
Déjalos ir, no batalles con esta gente
a la que el golpe hizo recién nacida.
VI
Batalla,
estás tan lejos de la compasión,
si quisieras capturarla,
sólo encontrarías
heces viejas de ella como rastro.
Oculta las garras del oso
en tus bofetadas.
No hables voces de viruela,
no hables,
deja tu brazo entumido,
si no te mueves,
no habrá más dolor grupal.
No te dejes llevar por las ruedas
del placer al daño,
que tu orina no transite en tus venas
que la sangre no sea tu sombra.
Batalla,
¿por qué salen gases negros de tu boca?
¿Por qué veo martillos en tus labios?
¿Estás a punto de restarle peso al mundo?
Omar Méndez Sámano (Guanajuato, 1990). Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ganador del concurso de poesía Reto, Cultura y Arte Moroleón 2013, seleccionado para el XV Congreso Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura 2017 en la categoría de poesía en Xalapa, Veracruz. Fue becario del Seminario de Letras Guanajuatenses 2017 y 2021 en la categoría de poesía.