Desde tu muerte se han desvanecido casi todos mis recuerdos. Ya ni siquiera sé mi nombre. La única amistad que he logrado mantener desde tu partida me llama Don Sequi. Y ni de eso recuerdo el por qué. Aún no logro olvidarte. No me he sobrepuesto a tu ausencia.

Desde aquella mañana en la que tu cuerpo quedó inmóvil sobre nuestra cama, mi vida ha permanecido vacía. Los estúpidos doctores no dijeron ninguna palabra sobre tu enfermedad. No se explicaban lo que estaba alterando cada uno de tus sistemas. Después de estudios y exámenes rigurosos, sólo atinaron a predecir el tiempo que tenías de vida, un mes. Ni eso pudieron prever bien. A la semana, jamás despertaste de nuevo.

morir_adrede_1_-_kumber.jpgLos funerales no son como en las películas, sabes. Había un sol hermoso, el cielo estaba totalmente despejado, los pájaros cantaban y el pasto verde contrastaba con mi vestimenta negra. Alfonso y María Luisa no se presentaron al funeral, argumentaron trabajo excesivo. A qué iban a venir, les dimos todo, no tenían más que pudieran quitarnos o heredar, como dicen algunos abogaduchos. Ya quedará en su conciencia.

Vinieron nuestras más íntimas amistades, ¿los recuerdas? Alfredo y Mayra me ofrecieron su compasión y su apoyo, aunque sólo fuese por hora y media. Después se marcharon, malditos hipócritas. Jamás volví a saber de ellos.

Por semanas no probé bocado, no me duché, no prendí la luz para nada; cubrí las ventanas con cortinas negras; viví en total oscuridad. Un día, no se cómo ni sé por qué, decidí salir de nuevo. Aún estaba en shock.

Lo primero que hice fue comer. Entré a la vieja fonda del pueblo y me sorprendió ver que la dueña era nueva. Me saludó gentilmente, y no sé por qué empezó a contarme toda su vida. Era viuda, qué casualidad, ¿no? Su esposo había muerto cinco años atrás en un accidente automovilístico.

Todos los días iba a comer con ella. Se llama Mónica. Es muy alegre. Un día sin más me empezó a decir Don Sequi. Jamás le confesé mi nombre, no sé de qué parte de su imaginación logro erguir tan peculiar mote. Don Sequi.

¿Don Sequi, está buena la sopa? ¿Don Sequi, puede mover estas ollas? ¿Don Sequi, puede ir a la tortillería? ¿Don Sequi, puede ir por agua? Don Sequi para todo. Don Sequi para todos.

Soy Don Sequi cuando salgo de nuestro hogar, el único lugar al que voy es a la fonda. Tengo una sonrisa tan fácil que todo el mundo piensa que soy feliz. Los comensales se encierran en su mundo. Sus pláticas son tan mundanas que me da asco el sólo hecho de recordarlas. Que si México calificó al mundial, que si Tere la de la esquina ya se cogió a otro chamaco mientras su esposo no estaba, que si tal artista tendrá un bebe o no. Quiero vomitar ahora mismo.

morir_adrede_3_-_tatlin.jpgNo todas las personas son así. Doña Mónica siempre tiene una sonrisa diferente para mí, o eso me hace pensar. Ella siempre tiene tiempo para sentarse a platicar, contarme de su fonda, de sus hijos que la vienen a visitar con frecuencia. Siempre trata de sacarme algo a mí, que si esto, que si lo otro. Cada día le digo algo diferente. Un día puedo ser pintor frustrado y al siguiente escritor nostálgico. Ha de creer que tengo Alzheimer.

En casa la cosa es distinta. La pensión me da para sobrevivir. No he hecho ningún gasto más que para inundar de oscuridad la casa. La casa se derrumba sin ti. Yo me derrumbo sin ti. Los días pasan y ni mi cuerpo ni mi corazón se han acostumbrado a estar sin ti. En casa no soy Don Sequi. Unos días soy un traje gris arrumbado en el closet, otros un esqueleto desnudo sobre la cama y otros dos ojos cafés bajando sin rumbo fijo. Don Sequi para nadie.

No hay nada que me haga salir de este infierno. Quizás porque yo lo quiero así. No he intentado nada saludable para salir a flote. Pero es que no quiero vivir sin ti. Ya no hay nada en este mundo que tenga alguna importancia para mí. Tú lo eras todo, al igual que nuestros hijos. Ellos nos abandonaron hace tiempo. Y tú, ¿por qué tenías que abandonarme?, ¿por qué tenías que partir sin mí?

Esta última semana no he salido. Doña Mónica hace tres días que viene diario a tocar pero no hago ningún ruido y se va. No quiero ver a nadie ya. No he comido nada y sólo he reunido fuerzas para escribir esta carta. Tienes que saber lo que pienso. Estoy harto, no lo aguanto más. Me dueles mucho. No quiero sobrevivir sin ti.

Esta noche llueve y es perfecta, porque el día que nos conocimos llovía, lo recuerdas, ¿verdad? Quiero decirte todo lo que extraño, ¿por dónde empezar?

Extraño tu mirada, tu forma de darme un beso dulce e inesperado, la manera en que tomabas mi mano al caminar, tus pláticas después de la comida, los recuerdos de nuestros primeros días de matrimonio. Extraño no probar de nuevo tus labios, tus comentarios sarcásticos y tus muslos aún torneados.

Extraño abrazarte, sentir tu calor, tus abrazos, nuestros momentos, nuestro amor. Alguien está tocando al puerta, con esta lluvia ¿Quién será?…

Claro, sólo podía haber sido Mónica. Demasiado tarde diría yo. Ya lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás. Por supuesto no le abrí. Siguió tocando un rato pero parece que los truenos la espantaron y desistió. En ese lapsus he podido reacomodar mis ideas, no quiero que me veas así. De modo que tomé el traje azul que tanto te gustaba y me lo he puesto con las últimas fuerzas que aún me quedan…

morir_adrede_2_-_nicholasc.jpgAntes de encerrarme en casa compré un girasol para ti. Tuve que abrir una pequeña ventana de nuestro cuarto para que no muriera. Lo he cuidado lo mejor que mi cuerpo débil me ha dejado hacerlo. Es para ti, espero me lo pueda llevar para entregártelo.

Todo está listo, la lluvia, la carta, tu girasol, mi corazón, todo. Espero tú seas el ángel que venga por mí…


Ilustraciones:
Kumber. www.sxc.hu
Tatlin. www.sxc.hu
Nicholasc. www.sxc.hu

 



Jorge Luis Salas Cruz (Estado de México, 1986) Egresado de la preparatoria “Erasmo Castellanos Quinto” de la UNAM. Actualmente estudia Ciencias de la Comunicación, en el aérea terminal de Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Obtuvo el tercer lugar en el primer concurso de cuentos “Escribiendo un cuento en polakas” realizado en Noviembre del 2007. Cuento que se llevo a la pantalla chica gracias a un proyecto escolar durante el último mes del año pasado.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad Universitaria, delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, a través de la Dirección de Literatura, Zona Administrativa Exterior, edificio C, 3er piso,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, teléfonos (55) 56 22 62 40 y (55) 56 65 04 19,
https://puntoenlinea.unam.mx, puntoenlinea@gmail.com

Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
Zona Administrativa Exterior, edificio C, 1er piso, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México,
fecha de la última modificación 10 de octubre de 2024.

La responsabilidad de los textos publicados en Punto en Línea recae exclusivamente en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de la institución.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.