Poemas
I
Primero fue la luz
y después lo incierto
(ave púrpura que atraviesa el sueño)
impalpable por sí mismo;
perseguimos su rastro al filo del crepúsculo
para descubrirlo, de repente,
proyectado en nuestros cuerpos.
No habrá pausa en su vuelo infinito,
sólo un halo de alba que nos guíe
insaciablemente hacia la muerte.
II
Somos fuego:
Instante de cenizas
extasiante presente
de luz
viva incandescencia
que transmutará inevitable
para bailar con el viento
(como las estrellas)
en la etérea naturaleza del polvo.
III
Sola,
la hormiga más sola del mundo
empieza por pecar.
En sus hombros carga
las orquídeas
que carcome a su paso.
Al final, no hay más pecado
que el pecado:
El imparable tiempo.