Qué delicia de aire cuando es vestigio de ausencia
delicia ácida de andar en el mismo espacio donde existes
la misma ciudad donde encontramos las horas muertas y
los segundos desmoronados
y es el silencio, amor, es el silencio del espacio
lo que asfixia mi lengua
y retuerce mi voz de bípedo esquizofrénico
no es el cabello que muere y cae sobre la sopa
para que la beban los perros
es el aire que ya no quema
        la transparencia
        humo
sangre deslizándose por el cartílago
el insulto dentro del cuerpo
el salpullido.

#
Retroceder la enfermedad
retroceder el lamento de mi cuerpo
su construcción-el desenlace.
reconocer el origen
               dos puntos
reconocer el origen del derrame
               dos puntos
reiniciar y desembocar
                                         :
         Habito la noche en brazos de plumas
                 de piernas enhiestas
las siluetas se afilan y danzan sobre la cafetera
los brazos de macho afeminado me circundan
para tragarse mi angustia
endulzarme con semen
ojos erectos de voz timbrada
        pájaro que ha olvidado sus alas y
        se esconde
        en
        mis
        muslos
miro la eternidad en la orilla de la alcoba
en sus ojos de efebo
en su vientre blanco de iniciado
me reconozco poseído en su cama
me reconozco ausente de nombre
desfallezco
mientras se desprende en la ropa una batalla
mientras se quita el traje de macho
y me enseña
el sexo boscoso
el puñado de colmenas de la entrepierna
rígido tótem
afilado fragmento de carne
donde me veré reflejado.
Desnuda brilla la piel sobre el sudor
brillo en la redondez de sus nalgas poco exploradas
de mínima selva atravesándole
para encontrar el ritmo epiléptico de su cadera
y amoldar-continuar en la carretera de su columna
una fuerza no conocida en mi sexo
               es en su cuerpo
               es
               en su cuerpo
                        sujeto-objeto-verbo-sustantivo
               donde también solidifico mis caricias
               y vuelvo a sus pies en forma de sandalia
               en lengua que recorre su humedad
               recorro
               vello por vello
cada una de las dos piernas cada uno de los brazos cada
uno de los inventados mundos del abdomen bajo cada
uno de los cielos ficciones de los muslos
con una eléctrica oscuridad saliendo de su recto
una florecida galaxia escondida en su semen
somos la violencia desnuda que se goza
la necesidad de humillarnos y reafirmarnos sin saberlo
nuestra dulce victoria con sabor a piel.

#
retroceder la dicha-enfermedad
recordar el motivo del desenlace
del amor:
formas mi cuerpo de cables y encendedores
dices que nunca terminaremos de sabernos
de ahogarnos con nuestra propia saliva
dices con tus ojos inyectados a los míos
que el mundo nos quedará pequeño
y la vida nos pasará como estornudo
dices
que en tus alas
en tu sombra
veré un nuevo cielo surgir de mi lengua
dices
que la carne es el fundamento de todas las dichas
y el orgasmo erguirá próximas verdades
y sé que ocultas muerte en cada una de tus palabras
ni el cielo me caerá en las manos
ni poemas saldrán del recto
ni las estaciones corporales me darán certeza
desearía ser el vapor que se ajusta en los ojos
cuando la lluvia avergüenza las miradas
enloquecer con cada uno de los hombres que se enredan
en las hebras de mi desierto
liberar cada uno de mis poros
del universo hallado en un cuerpo abstraído
levantarme con el trueno de una nueva mirada
de nuevos fluidos
de nuevos desenlaces.
[
Condenación:
saberse vivo
única y exclusivamente
en el cuerpo de los otros.
]

Adrián Mendieta Moctezuma (Ixtacuixtla, Tlaxcala, 1995). Es autor de los poemarios Nacer del incendio (La Cosa Escrita, 2016), Añadiduras (Molino de letras, 2018) y El ahogo de un cuerpo angustiado (Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, 2019). Recibió el Premio Estatal de Poesía Dolores Castro, Tlaxcala 2018, y el Premio Estatal de la Juventud en la modalidad de Expresiones artísticas y artes populares, Tlaxcala 2020.