Epistolario
Sé que esta carta es de lo más repentina. Lamento no haberme puesto en contacto contigo desde hace tiempo, pero te pido comprendas que tu imprevista mudanza me ha dejado atónita, sobre todo por el terrible acontecimiento que te orilló a cambiar tu vida para cuidar a tus nietos sin madre. Supuse que no querías recibir ninguna invitación durante tu luto, pero ya han pasado cinco meses y, aunque sé que la pérdida es necia e insistente, te pido que vengas a recordar los tiempos felices: un alma vieja podría ayudarte a aliviar durante un momento tu pena.
Tal vez te parezca anticuada mi carta. Los celulares son mucho más eficientes, pero son una tecnología tan complicada que he decidido no adquirirla y apegarme al papel. Espero que no te moleste, pues desde que puedo recordar tú has sabido adaptarte con más rapidez y eficiencia que yo.
Espero verte pronto.
Ana María
Agradezco mucho tu carta. Sé que tenías cierta renuencia hacia este medio y eso hace que aprecie más cada una de tus palabras.
He disfrutado tu visita de ayer. Hace tiempo que no gozaba de una compañía tan relajada y conocida. Espero que podamos repetirlo muy pronto, esta vez te prometo asegurarme de comprar café.
Me ha encantado escucharte hablar sobre tu nueva vida y tus hermosos nietos. ¿Cómo han estado? Por favor, cuéntame a detalle cómo han reaccionado con mi regalo. Sé que tal vez los juguetes de mi época no les parezcan demasiado atractivos, pero confío en que apreciarán su valor.
Espero con ansias noticias tuyas.
Ana María
Debo admitir que me decepciona un poco la tardanza de tu próxima visita. A pesar de eso, me reconforta saber que ansías y disfrutas mi compañía, así como yo disfruto de la tuya.
Tengo noticias que posiblemente te provoquen una sonrisa: mi hija me ha regalado un teléfono celular por mi cumpleaños para mantenerme en contacto con ella. Ya la conoces, desde pequeña se ha preocupado demasiado por todo. He pensado que esto podría ser una oportunidad para actualizarme un poco, ver el mundo con otros ojos. Varias personas me han dicho que me hace falta, así que, haciendo caso omiso a la inquietante sensación de ser una adolescente contemporánea, me gustaría pedirte tu número de celular. Me alegrará tener noticias tuyas más frecuentemente.
Admito que no tengo idea de cómo realizar una llamada o un mensaje, pero mi hija me ha prometido enseñarme lo necesario. Me pregunto si será tan fácil como me dice.
Espero tu respuesta.
Con cariño,
Ana María
Estoy un poco preocupada. Un hombre en la tienda me ha contado un hecho inquietante: me ha dicho que el Gobierno nos espía por medio de las cámaras que tienen los celulares ¿Sabías que esto sucedía? Me hace reconsiderar la idea de usarlo, es por eso y por su complejidad que aún no me comunico contigo por ese medio.
A pesar de todo, te agradezco que me hayas concedido tu número de celular y tu amabilidad al ofrecerme ayuda.
Más tarde— Mi hija vino a visitarme y no pude concluir la carta. Me ha asegurado que lo de las cámaras es falso, pero no estoy segura. Por favor, dame tu opinión al respecto, porque no estaré del todo tranquila al usar esta tecnología.
Espero con ansias verte pronto.
Con cariño,
Ana María
Sé que te había prometido intentar continuar con el teléfono celular. Hasta ahora me había parecido una alternativa un poco más fiable, pero eso ha cambiado brutalmente. Te confieso que me encuentro temblando, la pluma corre el riesgo de resbalarse con cada palabra.
Temo por mi hija, Héctor. Hace unos minutos ha sucedido algo aterrador: como te dije en tu última visita, Ángela ha procurado hacerme una llamada cada día para saber cómo estoy. Su última llamada fue hace un minuto. Comenzó con normalidad, tan amorosa como de costumbre. Me preguntó por mi estado físico y emocional, me contó algunos problemas de su nuevo trabajo (los cuales por respeto a su privacidad no te contaré) y me prometió venir pronto a visitarme. Pero algo ocurrió. Su voz se cortó. Parecía tener algo atorado en la garganta. Logré captar su voz, pero lo que intentaba decirme era incomprensible. Oh, Héctor. ¿Y si alguien le hizo algo? No podría seguir viviendo. Alcancé a escucharla decir que esperara y eso hago, pero la preocupación no dejará de abrazarme hasta que la tenga de frente. Así que aquí estoy, escribiéndote nuevamente una carta, pidiéndote tu ayuda, pues es el único medio que no me causa terror. Iré a casa de Ángela. Si no sabes de mí o de mi hija, por favor, búscanos e informa a la policía.
Con cariño y temor,
Ana María
Estoy preocupado, tu última carta me ha inquietado bastante y después de ese día no he sabido nada de ti.
Admito que al principio no le di demasiada importancia. Lo que me relataste parecía ser una simple interferencia en una llamada telefónica, pero tu ausencia me inquieta. Por favor, si estás bien y simplemente has decidido evitar mis llamadas o alejarte de la tecnología que te atormenta, házmelo saber.
Rezo por ti y espero que estés bien.
Con cariño y preocupación,
Héctor
He ido a tu casa, pues han sido nulas tus noticias, pero no estabas ahí. Me hubiera gustado preguntarte más sobre ti y tu hija, así tal vez sabría en qué otro lugar buscarte.
No puedo dejar de pensar en tu última carta y en lo que te llevó a desaparecer de mi vida.
Te extraño y anhelo tener noticias tuyas.
Con cariño,
Héctor
Estoy un poco inquieto. Me ha sucedido lo mismo. Hablaba con mi yerno por teléfono, cuando comenzó a cortarse la llamada. De igual manera lo escuché decir que esperara. Estoy preocupado.
Me pregunto si tú…