POESÍA / febrero-marzo 2023 / No. 103

Cuaderno de dinosaurios


Luis Fernando Rangel




Jugar en el jardín

Me gusta jugar en el jardín de la casa
y construir caminos imposibles en la tierra
para luego jugar con los dinosaurios de plástico.

Pensar, también, que mi jardín es
la tumba más grande que existe.

 

Carritos y dinosaurios

Mi sueño siempre ha sido
montar al lomo de un dinosaurio,
pero ellos murieron hace mucho tiempo.

Sin embargo, me queda la nostalgia del petróleo
y el consuelo de los automóviles:
el motor imita su rugido
y la gasolina intuye,
apenas, su sangre.

 

 

Las flores

Mi abuela sembró flores en el patio
para embellecer un poco al mundo.

A mí me gustan porque alimentan a los insectos
y todavía hacen reverencia al viento y al sol.

Además, guardan en sus raíces
el misterio de los dinosaurios
y de los fósiles.

Pienso en que las flores
son una buena forma de honrarlos.

 

Los dinosaurios no conocieron las flores

Los dinosaurios no conocieron las flores, me dices un poco triste,
porque a ti te gusta mucho ver florecer tu jardín
y te gustan los girasoles y los claveles
y los dinosaurios.

Pero cuando los dinosaurios vivían
las flores no eran ni una promesa.

Tal vez los dinosaurios no sabían llorar
y no pudieron regarlas.

Tal vez las flores fueron un regalo
y un recordatorio.

Imagínate: un dinosaurio
con flores llamando a tu puerta;
un dinosaurio muerto en tu jardín
para que puedan florecer los girasoles,
las rosas, los claveles.

Los dinosaurios no conocieron las flores:
imagina su tristeza.




 

Evolución de la lengua

1
Me gusta la palabra Dinosaurio
porque cuando la pronuncio
siento que es un rugido.

2
No soy un poeta serio
sino un poetasaurio.

 

Nuevos fósiles

En mi jardín unos dinosaurios juegan,
saltan, corren, persiguen su cola
y se confunden con árboles
prehistóricos.

Mi madre los observa desde la ventana.

Mi vecino, sin embargo,
no comparte mi entusiasmo:
jugando futbol los condena al olvido.

Allá va la pelota, veloz,
para derribarlos y extinguirlos.

Algún día le contaré a mi hermano.

Le diré
hace muchos años
existieron los dinosaurios de plástico.

 



 

Lagartos terribles

Dino viene de la palabra griega deinos que significa terrible
y saurio se desprende de sauros que significa lagartos.

Entonces podríamos decir
que los dinosaurios son lagartos terribles.

Sin embargo, no son lagartos y no son terribles.

Son vestigios de la memoria, de un tiempo antes del tiempo,
de la posibilidad de imaginar lo que existía antes de todo
y lo que vendrá cuando el tiempo nos alcance.

Quiero decir,
son una figura de plástico
al fondo de nuestra caja de juguetes.

 

Nostalgia de los dinosaurios

Y sin embargo,
los dinosaurios
no conocieron
a las personas.

 





Luis Fernando Rangel (Chihuahua, Chihuahua, 1995). Es escritor y editor. Autor de los libros Nombre de piedra (Buenos Aires Poetry, 2023), La marcha de las hormigas/The March of the Ants (Nueva York Poetry Press, 2022) y Corridos de caballos (Medusa, 2021), entre otros. Ha recibido algunas distinciones como el II Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press en 2021, los Juegos Florales de Lagos de Moreno en 2021 en el área de Cuento, el IV Premio Nacional de Poesía Germán List Arzubide en 2020 y el Premio Estatal de Poesía Joven Rogelio Treviño en 2017. Textos suyos han sido traducidos al inglés y al italiano y aparecen publicaciones de México, Ecuador, Colombia, España, Argentina, Chile y Estados Unidos. Ha sido becario del FOMAC (2017), del curso de verano de la FLM (2017) y del Festival Interfaz de ISSSTE Cultura (2014). Es cofundador y director editorial de Sangre ediciones, fundador y director general de la revista Fósforo. Literatura en breve y editor responsable de la revista Metamorfosis de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Es licenciado en Letras Españolas por la UACH.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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