
Johan Mijail es también autora de Pordioseros del Caribe, Inflamadas de Retórica y Manifiesto Antirracista. Mijail construye en Chapeo, respecto a la forma, una propuesta estética distinta. Respecto al fondo, nos presenta la construcción de una identidad diverso genérica, transnacionalista e ingobernable.
En lo que refiere a la forma, la pluma de Mijail es disruptiva, no sólo por el collage de géneros y recursos que utiliza, sino por la elección de palabras. Aunque pueda parecerlo, nada es burdo en el texto: es una escritura de quien reconoce la importancia de cada palabra. A través del uso del lenguaje se forma una propuesta estética distinta en la que se entremezclan conceptos complejos de sociología y política con expresiones particulares de República Dominicana y las distintas esferas que navega la personaje principal. Estos grupos a su vez se mezclan con conceptos y expresiones de la cultura popular actual. La voz narradora dice en la página 48: “Santo Domingo siempre se ha estado quemando, tiene en la constitución misma de su nacimiento como Ciudad Primada del continente americano la fundación de la historia del dolor”. Y, aparentemente con la misma facilidad, en la 51: “…ella tenía que ser un mujerón, una mamasota como Cardi B”. Esta mezcla se percibe tan fresca que el texto de Mijail ata al presente: esto pasa ahora, este es el hoy, esta es la realidad actual.
El texto se ubica en la ficción pues no se presenta como autobiografía o memoria; sin embargo, esto no implica que no pueda estar fuertemente permeado por experiencias personales reales (que pueden ser de la autora o de otrxs). Si bien eso aparentemente no afecta al presente análisis, como mencioné, Chapeo, con sus referencias a Cardy-B y sus menciones (literalmente arrobando) a artistas como @Shakata_astoa, nos dice: "éste es nuestro presente, la homofobia permea nuestra sociedad, migrar es un derecho violentado de muchxs, la heterosexualidad sigue siendo normativa".
Chapeo narra las vivencias de Filomena y quienes le rodean o cuyas historias la atraviesan, pero no es una novela de aventuras. O sí, las “aventuras” de una alguien cuya existencia misma atenta contra la heteronormatividad blanca, patriarcal y nacionalista que habitamos. Pero estas vivencias están interrumpidas por fragmentos de lo que podrían ser o son manifiestos, declaraciones, listas, propuestas, canciones. La narradora va en el camión, le duele la cabeza y, de repente, ya está pensando en “la resistencia afrodominicana en la memoria de la historia universal, más bien universalizadora”. Su cotidianidad está atravesada por teoría, o anti-teoría, política, sociológica, de historia universal, etc. Filomena no sólo “teoriza” o “propone” cuando está leyendo, sino que, en una diégesis, en la que su existencia misma atenta contra la normatividad, está proponiendo todo el tiempo para intentar comprender o construir su lugar en el mundo, “(escribiéndole) a una isla que no (le) ha escrito a (ella)”, insertándose en una realidad que aparentemente no sólo no la concibe, sino que atenta contra su existencia violentándola. Una realidad en la que “todavía, (es) una vergüenza”.
Chapeo es, como Filomena propone, “una posición discursiva frente al abismo”, una propuesta estética, un fragmento de una más grande “poética antirracista”. En este texto narrativo Mijail muestra que la resistencia no viene del deseo de incomodar o disrumpir, sino que incomoda y resulta disruptiva debido a la necesidad de hacerse un cachito en el mundo en el que una pueda caber, primero sin ser violentada, y ojalá en algún futuro, con comodidad. Chapeo es un texto que rompe los estándares e invita a seguir repensando las posibilidades de la literatura.