Los autos perdidos
Manuel de J. Jiménez
Red de los Poetas Salvajes, México, 2008

autos-perdidos-manueljjimen.jpgCon Los autos perdidos, Manuel de J. nos muestra que si bien el hombre del siglo XX fue la ficción del ciudadano mundial y de las constituciones, la literatura es otro porvenir. Porque hacer ficción de las leyes es solucionarlas en su ambigüedad que también es poética. De ahí que todo sistema de justicia sea una interpretación y todo fundamento nacional una obra de la literatura. Constitucionalizar el verso es constituir el país poético, la bandera, el himno, el contrato ético bajo el cual nacemos, vivimos y hemos de morir.

Este breve e intenso poemario inicia con el poema “Ciudadano Ausente”, el cual nos plantea, a priori, que los habitantes del texto no tienen cabida en nuestro corpus nacional simbólico, sino que son invenciones que estuvieron perdidas antes de que Manuel de J. las escribiera:
Regreso lleno de arena.
Soy un habitante que se sacude
tras salir de un océano nauseabundo.1
El inicio de la obra plantea un paralelismo que recrea al ciudadano común de la Ciudad de México en el ciudadano de un país imaginario:

Soy y fui tal vez
un hombre caminando por el Centro,
atento a las mercancías de los escaparates
tan vacíos,
iguales a los números que nunca cruzo
en el calendario.

A pesar de estas primeras referencias a la Ciudad de México, gradualmente el lugar y el sujeto se disuelven en un sentimiento de confusión y orfandad. El efecto que se logra no es de inexistencia, sino de una pérdida de identidad. El sujeto se convierte así en un fantasma-ciudadano hipotéticamente rastreado a través de su huella tangible, papeleo del país letrado, sin embargo, la documentación oficial que lo acreditaría como ciudadano mexicano2 está vacía, al buscar entre los archivos, lo que ocurre es la revelación del personaje-poeta acéfalo, sujeto problemático para el Estado Mexicano que no pudo situarlo en coordenadas de control espacio-temporal (domicilio, fecha de nacimiento), ni genéricas (sexo). Hay una falta de documentación:

SEXO: ------ >

Domicilio: (artículo 29. … en ausencia de éste, el lugar donde simplemente resida y, en su defecto, el lugar donde se encontrase).
Así, el poema rebela al poeta contra la legalidad, y posteriormente la anula porque el tipo de sujeto que plantea no es menos humano pese a no tener sexo, ni es menos existente pese a no tener domicilio. Esto puede leerse como una confrontación de la ambigüedad sexual y del nómade versus la nación sedentaria y la dialéctica de género.

“Procedimiento de ausencia” es un poema con la voz del Estado. En él, la Nación legal y letrada confronta al nuevo individuo, lo aniquila, lo ausenta, lo expulsa:

I. A todo ciudadano se le podrá iniciar el procedimiento de ausencia, sin tener en cuenta el cauce dividido por las aguas dulces de su mente, la muerte de su padre, la simetría de su cara, las vocales gordas de su nombre, la edad de sus zapatos y la capacidad de su cuerpo para sumergirse bajo los crueles motores en la zona industrial.
El fantasma-poeta se niega a desaparecer, enfrenta la violencia, corre el velo, se caracteriza con la metáfora.

Arrastraba la existencia como quien carga con un grillete oxidado de evidencias, se va hundiendo en la mente hasta aplastar todos sus pensamientos.

Miraba a la gente cruzar con sus zapatos limpios, sus espaldas impecables. Envidiaba la felicidad de los perros peleando por una hembra sin perder nada.

En las ventanas buscó su nariz torcida, sus ojos amarillos recorriendo los cristales grasosos donde sólo permanecía la muerte en un reflejo que se alargaba por la calle.
El lenguaje aparece como confrontación entre el Estado que es ficción totalizadora y el sujeto como poema marginalizado. Es el sujeto quien se apropia del lenguaje del Estado y lo convierte en una ficción suya. Crece el sujeto por encima del concepto constitucional, se traga las leyes para convertirlas en versos, los capítulos en poemas y las cláusulas en voluntades. Podemos hablar de antropofagia:

CONTRATO DE SEGURO

Que celebran en esta ciudad de condominios anestesiados y glorietas sucesivas, el sr. MANUEL DE J. que se denomina más con la “J”, porque el JIMÉNEZ cuelga con su acento sobre un Polo Sur de millones de patronímicos. La srita. ALMA se filtra por los zapatos dejando un río olvidado por donde va; sus hombres construyeron ahí una fortaleza, así creció su apellido TAPIA con los bloques de lodo de otras paredes. Ambos con capacidad para desdoblarse por una escalera de caracol que los lleva a un sótano blanco lleno de cajas vacías. Las partes se sujetan a las disposiciones más obscuras para meter su cabeza y obligarse a salir vivos.

DECLARACIONES
PRIMERA. Ser una persona física el menor tiempo posible y padecer más con esta transparencia que crispa todos mis dedos.
SEGUNDA. Estar en pleno goce de mis derechos aunque los malgasté uno por uno, sin saber la cuenta de lo que ya no es mío.
[…]
Para mí hay un poema preciso e imprescindible cuyo tema es la ética, la voluntad del sujeto al fundar su propio Estado. Sujeto dual Manuel-Alma que establece un contrato:

      Por su parte, Alma no tiene más deberes que los establecidos en las siguientes fracciones: 

       I.   Permanecer lúcida dentro del epicentro de sus
            murallas.
       II.  Resolver cualquier cuarteadura que se dibuje en las
            paredes de su nombre.
       III. Llamar a los familiares de la persona en caso de 
            delirios ocasionados por el enclaustramiento.

       Queda así establecido que en el presente contrato no hubo vicios del consentimiento, mala fe y error posible o imposible que hagan a las partes perderse en un crucigrama de elecciones. Si existiera controversia, los contratantes ventilaran sus fobias en un estrado hecho con los huesos más firmes del sepulcro de sus ancestros.

        ____________________             _____________________
        Firma del asegurado             Firma de la aseguradora

        ____________________
        Único testigo3
Este poema es el que da sentido ético a la obra. En ello Manuel de J. funda también la estética de Los autos perdidos como acto de aparición del ciudadano poético. No dejo de pensar en qué medida el Estado Mexicano ha aniquilado la ética del individuo actual. En qué medida la poesía es un combate de trinchera, con ternura, deslumbre y belleza:

Pintaré con plumones mi título de abogado.

Volveré a memorizar todas las tablas legales
y sus excusas las tendré en la bolsa de mi saco,
sabré que soy un defensor sin un solo cliente,
que me gustaría más legislar sobre el clima del cielo
cuando confabulo una oración primigenia con mi teclado,
haciendo garabatos en el baldío de la hoja.
Aunque no sea libre de ningún servicio,
es más amable la cadencia de mi ser.
jimenez-manuel-de-j01.jpg
Manuel redacta actas, contratos, cláusulas, expedientes con el documento poético para sustituir aquellos autos que han quedado perdidos. Éste es uno de los libros con superávit espiritual más importante que ha visto la poesía mexicana reciente.

No consta en actas: 

   -   La soledad de mis manos cuando se acarician tristes en el 
       lavabo.
   -   Las tareas inconclusas por miedo a recortar lo que
       pensaba.
   -   Los cuadernos donde dibujé un continente con el vestido de
       mi madre.
   -   Las clases de inglés por la tarde cuando respiré a
       jabones.
   -   Los célebres apodos de mis amigos del salón sexto C.
   -   Mis ojos de niño enfermo tras ver la vida en un álbum de
       estampas.
“Presentación de Pruebas” e “Inventario” me permiten corroborar que este libro puede leerse como la fundación de una estética personal genuina que parte de la ética del autor. La rebelión de Manuel de J. es más grande que la de muchos poemas manifiestamente rebeldes, y nos recuerda aquellas palabras del cubano Félix Luis Viera: “El poder legislativo es efímero, el poder ejecutivo es efímero, pero la poesía es eterna.”

Con ésta, su segunda obra, Manuel de J., abogado de profesión, derrumba de manera singular la escritura del Estado Mexicano para constituir un presente poema, un futuro país poético.


Más reseñas aquí...


1 El texto se nos presenta con la tipografía utilizada en los documentos oficiales del Estado Mexicano, lo cual sugiere otro rasgo de la apropiación que hace el autor.
2 En una de las intervenciones públicas del autor: éste creo su propia su credencial para votar, credencial que en México vale como carnet de identidad nacional.
3 Este poema fue parte de una intervención pública o performance en la que el autor repartió contratos  entre el público asistente al cuál cuestionaba e invitaba a suscribir con su firma éste contrato.

Yaxkin Melchy (Ciudad de México, 1985) se gradúo en Diseño Industrial. Actualmente estudia Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. En 2008 obtuvo el segundo premio en la categoría de poesía en el concurso de literatura y gráfica de la revista Punto de partida y en el presente año fue merecedor del Premio Nacional de Poesía  Elías Nandino. Ha participado en la revista independiente Trifulca y en el taller de creación literaria del Centro Cultural José Martí. Es miembro del colectivo Devrayativa y de la Red de los Poetas Salvajes. Ha participado en encuentros en México, Perú, Chile y Guatemala. Ha publicado Ciudades electrodomésticas (Éstanoesunaputaeditorial, 2008), Nada en contra (YerbaMalaCartonera, 2008) y El Nuevo Mundo (Redelospoetassalvajes, 2008). Hace stenciles en las calles.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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