¿Qué no vende? Ah, eso es importante tenerlo en cuenta.
La ruptura no vende. Una escritura que se sumerja con los ojos abiertos no vende.

Roberto Bolaño

Para Mimí

 

Georges Perec, el célebre escritor francés autor de La desaparición ―novela en la que desarrolla una compleja trama de intriga, con la particularidad de que en toda la novela no se utiliza la letra e, la más usual de la lengua francesa, la cual en la traducción al español es sustituida por la a, demostrando con ello que la restricción en el cromatismo lingüístico literario puede favorecer la capacidad creativa― y miembro del grupo literario OuLiPo, acrónimo de Ouvroir de Littérature Potentielle, definía su participación dentro del grupo, así como la intención del mismo al decir que "Joyce mostró que es fácil destruir la escritura, el problema ahora, me parece, es reinventarla. Por eso estoy con OuLiPo. Somos artesanos".

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Esta declaración de Perec nos servirá como carta de presentación para Roberto Bolaño, narrador que durante todo su ciclo creativo parece haber hecho la misma profesión de fe, aplicándose con mayor ahínco en sus últimos años al confundir las fronteras genéricas de la narrativa con ánimo fecundador, algo así como el dios hindú que es tres en uno: Creador, Conservador y Destructor a la vez, sólo que en este caso, latinoamericano.

¿Qué de bueno tiene Roberto Bolaño? fue la pregunta que me hice cuando se me habló por vez primera de este autor; recuerdo una charla con un compañero de letras que, en esos momentos, leía Los detectives salvajes, su obra más conocida, más comentada, pero no la más importante dentro de su narrativa; al escuchar su nombre, lo primero que cruzó por mi mente fue un tristemente celebre barril y un número 8 adjudicado a un chamaco. Cosa por demás absurda. Pero no tanto para un escritor que se jactaba de llevar siempre la contraria, aunque se contradijera a sí mismo. Volvamos a la pregunta ¿quién es Roberto Bolaño? 

Para responderla, le cederé la palabra al autor mismo:

 

Nací en 1953, el año en que murieron Stalin y Dylan Thomas. En 1973 estuve ocho días detenido por los militares golpistas de mi país y en el gimnasio en donde tenían a los presos políticos encontré una revista inglesa con un reportaje fotográfico de la casa de Dylan Thomas en Gales. Esa noche soñé con Stalin y Dylan Thomas. Eso por lo que respecta a mi nacimiento. Por lo que respecta a mis libros debo decir que he publicado cinco poemarios, un volumen de cuentos y siete novelas, mis poemas casi no los conoce nadie, lo que probablemente esté bien. He ejercido casi todos los oficios del mundo, salvo los tres o cuatro que alguien con cierto decoro se negará siempre a ejercer. En Cataluña he aprendido el difícil arte de la tolerancia. Soy mucho más feliz leyendo que escribiendo.



sobrebolano-bolanoblancoynegro.jpgA Roberto Bolaño le ha sucedido lo que a muchos: después de muerto su obra cobró una importante relevancia; por citar otros dos ejemplos, Van Gogh y Valentín Elizalde ―este último, un músico de poca monta que se dio a conocer porque lo dejaron lleno de agujeros los narcos; de los que está llena la magna obra bolañesca, 2666. Todo mundo quiere sus pinturas, cualquier museo pagaría por tener un lienzo en una de sus paredes, muchos buscan discos piratas con su música, que les recuerde que quien con lobos anda a aullar se enseña; un lobezno que aprendió de esos viejos lobos latinoamericanos provocando a aquellos, los que buscan sus textos, por mórbida curiosidad, por leer a aquel que calificó hace algunos años a Isabel Allende, bestseller internacional, de escribidora, sobajándola a mera transcriptora de melodramas insulsos que venden.

Su obra a más de uno le puede parecer redundante, pues son pocos y repetitivos los temas sobre los que versan sus novelas y cuentos. Pese a ello, los temas que trató siempre fueron desarrollados de manera magistral. ¿Quién no ha leído alguna vez en su vida a uno de nuestros grandes pornógrafos, Juan García Ponce, quien imbricó su universo narrativo en torno a un solo hilo conductor, el erotismo? Cabe mencionar aquí que Bolaño no consideró a García Ponce un escritor mayor, sólo bueno. Mayor, Pitol.

El tema principal de la obra de Bolaño es el horror, un horror que se va inmiscuyendo en el relato conforme éste avanza; cuando la narración no podría tenernos más que atentos, en un estado entre trance hipnótico y de dolor de tripas, es cuando se desata el horror: "cuando por fin puede cerrar los ojos sólo ve su taxi que se desplaza por una avenida llena de coches, a toda velocidad, mientras otros taxis son asaltados y sus ocupantes mueren con expresiones de horror. Gestos y palabras que le son vagamente familiares. El miedo".  Un miedo que impregna su obra desde su poesía hasta la novela de reciente publicación, El tercer Reich, ese miedo que se puede oler, palpar, pero no visualizar, que nos observa desde las palabras que leemos, que está dispuesto a atacar nuestras yugulares si bajamos la guardia, pues eso es lo que nos exige la lectura de Bolaño, estar en guardia a cada página, suponer pero no prever lo que se avecina. Miedo que Udo Berger siente crecer poco a poco, durante su estancia en ese hotel de la costa brava en el que también, poco a poco, pierde la cordura.

Miedo, horror, locura, palabras que podrían definir a cabalidad la historia reciente latinoamericana, un horror que es desatado por imbéciles, por aquellos que pueden ser encasillados en la definición de Bolaño del racismo: "Somos racistas en el sentido más puro: es decir somos racistas porque estamos muertos de miedo". El miedo de nueva cuenta, el miedo que ha recorrido a Latinoamérica, esa Latinoamérica de golpes de Estado, represiones, incluso en la narración misma: no cualquiera se atreve a escribir, desde Cortázar, sobre Latinoamérica, esa Latinoamérica que demuestra lo viva que está en la irreverencia total. Cortázar es magnífico en la medida en que sobrepasó las medidas narrativas, que introdujo el juego en la literatura; Bolaño es magistral en el entendido de que la rayuela se volvió una pista de hielo, una ciudad de Bélgica. La locura que transpira en la trama de Monsieur Pain, ¿quién diría que el hipo de Vallejo podría tener consecuencias planetarias?

sobrebolano-libros.jpgLa obra de Roberto Bolaño se puede definir en pocas palabras: el infierno en la tierra, el purgatorio en la misma. Bolaño es de los pocos escritores que, junto con Dostoievski, han sabido adentrarse en el alma humana, descubrir sus secretos y plasmarlos en papel, y eso que escribe es bonito, no rosa o moralista. Bolaño tuvo que recorrer casi medio mundo para conseguir esa comprensión, esa búsqueda, palabra clave para comprender Los detectives salvajes: "Belano, le dije, el meollo de la cuestión es saber si el mal es casual o causal. Si es causal, podemos luchar contra él, es difícil de derrotar pero hay una posibilidad. Si casual, por el contrario, estamos jodidos. Que Dios, si existe, nos pille confesados. Y a eso se resume todo".

Hay que leerlo, Fabrice Gabriel no podría recomendárnoslo mejor:

 

Largo tiempo hemos vivido sin saber que existía un chileno perfecto para nosotros: barroco pero breve, erudito sin ser pedante, trágicamente metafísico y auténticamente bromista, loco por la poesía pero dotado de una eficacia narrativa sin falla alguna... Una especie de fenómeno entre Woody Allen y Lautréamont, Tarantino y Borges, un autor que conseguía que su lector se convirtiera en un frenético proselitista. [...] Bolaño no amaba el pathos superfluo ni los discursos grandilocuentes. El único homenaje será leerle de ahora en adelante y reírnos todavía con él.


Ilustraciones:
Bolaño blanco y negro: wikio.es
Bolaño en la playa: salonkritik.net
Libros: elojofisgon.blogspot.com


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José Luis Valdés (Cuernavaca, Morelos, 1986). Es ensayista. Estudió Ciencias Políticas en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Es colaborador de la revista electrónica Política Quántica de Cuernavaca, Morelos.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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