El sol comienza a presumir sus rayos. La ría indica el camino que ha de llevar a la “excepción bilbaína”. Abando es la estación de metro más cercana. La elegante fachada que da entrada al tren que va a Santander marca la pauta entre “el bien y el mal”.

san-francisco_arboles-rojos.jpgSon las tres del mediodía. Es domingo. Uno como cualquier otro. Familias europeas junto a la ría pescando por entretenimiento. Sonrisas de perla y cabezas de oro. Padres de familia tradicionales y amas de casa típicas. En Bilbao, es el día y la hora de comer rabas (trozo de calamar rebozado y frito). Es el día cristiano para el descanso. Y también para esta población de españoles que sublevan frases como “me cago en Dios”, “me cago en la hostia”, “me cago en la madre que me parió”...

“Bailén Kalea” dice la placa de la esquina; significa calle Bailén. En Bilbao todo es traducido al euskera (lengua del País Vasco). La trayectoria es algo tétrica. En el camino se encuentra El balcón de Lola, local negro con apariencia de haber sido incendiado, y sobre una placa vieja se indica el nombre en letras de molde blancas. Es una de las discos más conocidas de Bilbao, y famosa por su promiscuidad. En ese lugar negros, homosexuales, lesbianas, travestis y demás miembros de ese históricamente marginado grupo social, se reúnen desde el jueves hasta el sábado.

Cinco murales sobre la misma avenida intentan embellecer lo que por antonomasia no puede dejar de ser tenebroso y sucio. Bailén se termina e inicia la famosa calle de San Francisco.

Se escucha una especie de aullidos. Desde la banqueta se aprecia uno de los experimentos sociales más interesantes que pudieran existir. De un momento a otro se advierte un moro, atrás corren niños marroquíes. Con la cabeza agachada una mujer árabe cruza la calle. Dos francesas y un alemán se internan en uno de esos edificios sucios, viejos e inseguros, pero baratos. Los aullidos siguen.


La Palanca y otros demonios...

A todo aquel que visita Bilbao se le advierte de no ir a San Francisco: “ni de coña te acerques”, exaltarían. La etiqueta de esta calle y sus alrededores es la de ser un barrio de narcotraficantes, inmigrantes, moros, marroquíes, árabes, chinos, gitanos, latinoamericanos; prostitutas y travestis con el mismo oficio. Los edificios son viejos. Nadie les da mantenimiento. La policía no se aparece ahí más que para ir a sus oficinas en la calle de arriba. Pareciera que no hay problemas. O como en otras partes del mundo: “que no pasa nada”.

Muchos españoles temen a los negros. Dicen que los moros y gitanos son unos ladrones. Se burlan de los extranjeros europeos. Se aprovechan de los sudamericanos y aspiran a las riquezas de los estadounidenses con su pésimo dominio del inglés y constante rechazo a aprenderlo.

En un extremo de San Francisco se puede ver la Parroquia de San Francisco de Asís y el otro se entronca con la ría. Yendo en la segunda dirección se encuentra la calle Cortés: famosa por albergar La Palanca.

san-francisco_iglesia.jpgLa recepción la darán fachadas sucias al estilo La Merced, en México. Las mujeres se quedan en la misma categoría: son principalmente negras obesas y que hasta por 20 euros se dejan hacer lo que quieran. Ellas han venido a España para “encontrar un futuro mejor”. A lo lejos se ven algunos chulos. Ya no como antes, aseguran los sobrevivientes y clientes frecuentes desde hace décadas.

El nombre de la La Palanca es casi literal. Desde los años cincuenta, los obreros solían ir a visitar aquella zona, para que les agarraran “la palanca”. De ahí la “etimología” del sitio.

En todo lo ancho de la calle de San Francisco se pueden advertir “puntos negros”. Son hombres de color de todas las edades, y quienes se comunican en su lengua africana. Entre ellos cruzan miradas. A quien es ajeno lo crucifican con la vista. Siempre están en grupos. Voltean a todos lados. Pareciera que se cuidan unos a otros. Se intercambian paquetes pequeños de manera tan discreta que nadie podría dar cuenta de que lo hacen. Es la droga. Pasan la calle corriendo de un lado a otro. A veces ofrecen sus productos a todo aquel que anda por ahí. Ellos son los autores de la onomatopeya del aullido.


Una babélica experiencia

En todo San Francisco es muy frecuente ver tiendas de latinos, de árabes y chinos. Hay una mezquita en el mismo barrio y el Museo de Reproducciones de Bilbao, lo cual hace recordar que uno está en España. Hay muchas peluquerías atendidas por hombres marroquíes...

En la puerta de una verdulería pelean un español y un negro. El segundo trata de entrar a la fuerza; el primero se niega y le azota la puerta en la cara: “Lárgate negro”, grita a manera de burla. Una señora entra a comprar y el hombre de color se cuela. Intenta pasar atrás del mostrador y el encargado lo avienta. La mujer española lo defiende y le dice que lo deje en paz, pues las  humillaciones parecieran pasar de la burla. “¿Cómo te llamas?”, cuestiona la mujer de unos 50 años. “Se llama negro, o África”, grita aquél que como buen español alza su voz aun al estar hablando en tono normal. La señora lo sigue defendiendo y el muchacho negro de unos 25 años acusa al otro de que siempre le dice lo mismo: “Es un hijo de puta”, grita enojado a la mujer. Los aullidos aumentan.

A San Francisco diario llegan cientos de marroquíes y de otras partes de África. España es su último recurso para salir del histórico conflicto en el que se encuentra inmerso el continente. Llegar a Francia es su objetivo, en principio porque el francés es el idioma que, aparte de la lengua que tienen, se les hace aprender por las conquistas. Pero mientras su sueño se logra, deben lidiar con la cultura, la gente, el idioma y demás adversidades que España les confronta. Consciente e inconscientemente.

san-francisco_rio-y-edificios.jpgLos chinos también se hacen presentes en San Francisco. Ellos llegan para hacerse más ricos o para empezar a generar recursos. En esta parte de Europa, como en muchos otros países, los negocios habitualmente abren a las nueve de la mañana y a las nueve de la noche ya están cerrados. Además cierran dos o tres horas de comida. Los domingos no abren ni los centros comerciales, y menos en días festivos. Los chinos llenan esos espacios y sus horarios son más extensos.

Franceses, alemanes, rusos, ingleses, y otros europeos también llegan a vivir ahí, aunque sea de manera temporal. Es una zona catalogada como altamente insegura, pero también como lo más barato de Bilbao, pues ésta es una ciudad donde la vida es muy cara. Estas personas regularmente son estudiantes que harán un posgrado o están de intercambio.

Los latinoamericanos también tienen entrada en San Francisco. Son menos marginados por los españoles por compartir el idioma, y por un plus que consiste en que es muy frecuente que los latinos quieran ser como los europeos, por lo que inmediatamente se apropian del léxico y un patético acento que intenta hacer mimesis para la “transformación” a español.

Samer es un marroquí de 18 años. Llegó hace más de un año a España, y asegura que para sus connacionales no es fácil tomar la decisión de emigrar: “No hay otra opción. Sin papá y mamá, no puedo hacer nada más que intentar rehacer mi vida aquí”, asegura el chico, quien a poco más de 12 meses de haber escuchado su primera palabra en castellano, sostiene una plática en dicho idioma. Él, como muchos de sus amigos, salió de su país en condición de huérfano, comenzó a vivir en Europa en las calles, sin dominar un idioma ajeno al marroquí y actualmente con el único sueño de ser peluquero, oficio que estudian la mayoría de sus conocidos por ser barato y con remuneración más segura a corto plazo: “Hay dos opciones; vender droga y tener una buena vida, o vivir en la calle y no tener que ensuciarse las manos”, dice Samer sereno y con un semblante de que está consciente de cuál es la vida que le tocó vivir.


¿Era domingo?

La monotonía es absoluta en San Francisco. Lo único que pareciera cambiar es el estado del tiempo, el reloj y el día por la noche. La gente sale de sus ceremonias religiosas. Grandes grupos envueltos en burkas se advierten ya como a las seis de la tarde.

Al ser estrecha la calle, siempre parece oscura. Esta vez no es la excepción.  Llega la hora de descender. Los aullidos ahora ya identificados se han incrementado. Son comunes las peleas entre negros, quienes se comunican en un idioma que no dista de gritos, gemidos y sollozos. La pequeña avenida comienza a saturarse de gente de toda raza y color.

Las pinturas que dan inicio a Kalea Bailén apenas se ven. La oscuridad ha empezado a quitar el protagonismo al señor sol. El balcón de Lola apenas se vislumbra. Parece una bodega abandonada.

Unos destellos se ven a la distancia. El glamour y estilo de la estación del tren de Santander se aprecia lejos. La ría está reluciente. La gente comienza a retirarse. Cualquiera se sorprendería de ver tanta soberbia arquitectónica junta.

san-francisco_vitrales.jpgRenovada, limpia, moderna... es Europa. Bilbao es una de las ciudades puestas en el ojo del huracán de la Unión Europea. Las contaminantes industrias y el retroceso español ya conocido en todo el continente fueron el detonante para la revolución que benefició a los habitantes de la ciudad, ya que si no hubieran remodelado, abierto espacios limpios y construido edificios nuevos, todo Bilbao sería una simple continuación de San Francisco.

Cafés y restaurantes costosos, bolsas de prestigiosas tiendas, son la constante en cualquier panorámica bilbaína. El domingo de rabas ha terminado. La tarde de té o del helado y de convivencia familiar llega a su fin. La tradición se ha cumplido. Mientras eso sucede, al otro lado está el contraste casi surrealista de un microcosmos de la nada. Es una representación marginada construida por imaginarios colectivos de quienes lo rodean. Donde el día a día es una monotonía los siete días de la semana. Sí... donde los bilbaínos presumen una vergüenza que no retrata más que un retrovisor de lo que para ellos es un paradójico inframundo terrenal.


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Ilustraciones:
Río y edificios: www.blogseitb.com
árboles rojos: www.galder.net
iglesia: www.7pm.es
vitrales: es.wikipedia.org

César Alejandro Gabriel Fonseca (Estado de México, 1986). Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM y Periodismo Multimedia en la Universidad del País Vasco, España. Ha sido ganador en tres ediciones del concurso de la revista Punto de Partida en la categoría de Crónica. Estuvo en la redacción digital del periódico El Universal, y ha colaborado para la agencia española de contenidos web Colpisa, con trabajos semanales sobre México. Actualmente estudia Lengua y literaturas hispánicas en la UNAM y es el líder del portal universitario Klika.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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